Muchas veces resulta preferible equivocarse. Uno lo desea. Sobre todo en asuntos como pronosticar que la crisis global está lejos de concluir. Y como en las últimas semanas las autoridades españolas han estado “vendiendo” la idea de que ya comenzó la recuperación, ha sido ingrato para los economistas ibéricos con nombre y credibilidad negar que exista luz al fondo de la casa.
En general, plantean que si no se trata de una estratagema mediática para calmar ánimos resulta prematuro, cuando menos, el aparente optimismo del gobierno. Es cierto que existen algunos indicadores positivos, sobre todo, un ligero aumento de las exportaciones. Pero se trata de algo transitorio. Depende de factores externos cambiantes. No es pauta sólida de crecimiento.
Otras campanas sonaron por el lado de los banqueros.Y es que el mundo de las finanzas tiene fiesta. Citando cifras del tercer trimestre de este 2013, el diario ABC, asegura que el Banco Santander ganó un 77% más que el año pasado, el BBVA el 85,8%, CaixaBank un 164,5% y el Sabadell el doble. Todo eso equivale, de conjunto, a 8 062 millones de euros en ganancias, que al término de este año pueden ser superiores.
El sector financiero español, a partir del 2007, recibió del Estado el equivalente al 14% del Producto Interno Bruto nacional. Eso es alrededor de 147 mil millones de euros. Así cualquiera se recompone, diría alguien.
Luego, que en plena hecatombe hubiera gente sin dificultades, con beneficios, cuando se sigue echando a las personas de sus hogares, el desempleo afecta a unos seis millones de ciudadanos y se mantienen las rebajas de salarios, pensiones y gastos sociales; expresa que la política seguida es muy torcida. La balanza tiene mucho en un solo platillo, y en el otro no ponen nada, lo siguen vaciando.
El tema del paro tiene peso singular en los análisis que hacen los expertos. Carece de trabajo cerca del 27 % de la población activa. Si una cuarta parte de las personas capaces, y dentro de ellas la mitad de todos los jóvenes, están privados de empleo o solo consiguen alguno temporal y mal pagado, no es posible hablar de dinámica alguna.
Las cuentas de quienes alegan que se estabiliza la situación pasan por alto hechos determinantes, como que fueron destruidos cerca de cuatro millones de puestos desde el inicio de la crisis hasta hoy. Las leyes que flexibilizaron el despido, entre otras, tienden a que cualquier patrono que logró hacer igual con menos gente trate de mantener ese estatus que le ahorra en salarios.
Pero, incluso, con una visión optimista del tema, los cálculos apuntan a que el alto nivel de desempleo va a durar, como mínimo, otros cinco años. Hasta el FMI lo revalida. Suponiendo que en lo adelante el ritmo del incremento de ocupación tenga una leve alzaharán falta ¡25 años! para retornar al nivel de plazas que existían.
De igual forma, si se creciera al ritmo que ahora se califica de recobro, no sería hasta el 2032, ¡dentro de 19 años!, que pudieran lograrse los niveles de producción que se tuvieron en el 2007. Esos son los cómputos de los economistas, que para hacerlos no contaron con que se impusieran nuevos ajustes… pero los habrá.
Ha trascendido que los presupuestos para los dos próximos años plantean recortes por unos 17 mil millones de euros por encima de lo hasta aquí cercenado. Claro, que para quitarlos a las mismas esferas que hasta ahora, es decir, salarios, pensiones y servicios.
A juzgar por el poco caso que le hace el gobierno de Rajoy a las protestas de estudiantes y profesores, o médicos y personal sanitario, es de imaginar que completarán la obra privatizadora, excluyente, que ha desfigurado esos ámbitos; en favor de las grandes fortunas, las únicas favorecidas por el modelo implantado. Los demás, que se las arreglen como puedan.
La realidad no se puede evadir siempre. Por eso, ante expectativas y críticas por una euforia más infundada que efectiva, el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, tuvo que hacer declaraciones públicas en las últimas horas. Insistió en que se ha frenado la recesión económica, pero advirtiendo que falta mucho para salir de la crisis todavía.
El tema económico está ligado a un grupo de contingencias institucionales. Algunas son antiguas y otras nuevas, la mayoría emperradas por la crisis. Entre ellas, una muy seria: la insolidaridad del gobierno central con las autonomías. Eso agrava un paisaje que, aunque se pinte de rosadito, se mantiene con colores luctuosos para la mayor parte de la población.
Y como decía al inicio, ojalá se equivoquen los que con realismo se duelen de un mal capaz de seguir consumiendo, irreverente y parcial, vidas y haciendas.
Vale
1/11/13 10:29
Promesas, superficialidades detallan casi siempre esos anuncios de mejoría pero la realidad es otra.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.