Este 8 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Alfabetización, declarado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) desde 1967, con el objetivo de despertar la conciencia de la comunidad internacional y llegar a un compromiso en materia de educación y desarrollo. Sin embargo, a pesar de los años transcurridos, el analfabetismo aún somete a millones de hombres y mujeres a la ignorancia.
Según los últimos datos revelados por la UNESCO, 793 millones de adultos en el mundo son analfabetos. ¿Cuántos de los que nacerán hoy no aprenderán nunca el significado de las letras?
Señala también el informe que unos 67 millones de niños en edad de asistir a la escuela primaria no lo hacen, y 72 millones de adolescentes en edad de cursar el primer ciclo de la enseñanza secundaria tampoco disfrutan de su derecho a la educación.
El organismo mundial detalló los índices por regiones, donde se aprecia la mayor cantidad de personas que no saben leer ni escribir. El sur y el oeste de Asia albergan más de la mitad de la población analfabeta mundial, un 51,8 %, mientras que en el África subsahariana vive el 21,4 % de los adultos analfabetos.
Es cierto que son muchas las carencias. La falta de agua potable y alimentos, la muerte por enfermedades curables, así como las guerras y los eventos naturales extremos son flagelos que amenazan hoy a los seres humanos.
Sin embargo, no puede desdeñarse el valor que tiene saber leer y escribir, porque la alfabetización es cimiento esencial de desarrollo. Sin conocer las letras es prácticamente imposible trabajar y servir a la sociedad.
Cuba celebró el 22 de diciembre de 2009 el aniversario 50 de declararse “Territorio libre de analfabetismo”. Antes de 1959, una gran parte de la población cubana era analfabeta total o funcional. Existían más de 10 000 aulas sin maestros y, paradójicamente, miles de docentes estaban desempleados, mientras la Educación Superior era un sueño inalcanzable para la mayoría.
No por gusto una de las propuestas del Programa del Moncada se refiere a la educación, y una de las primeras acciones del gobierno revolucionario fue la realización de la Campaña de Alfabetización.
Así, y a pesar de la agresión mercenaria por Playa Girón, en abril de 1961, miles de jóvenes se mantuvieron en los campos y ciudades llevando la luz de la enseñanza, y Cuba fue declarada Territorio Libre de Analfabetismo el 22 de diciembre del propio año.
No satisfecha con la hazaña doméstica, Cuba ha aportado su granito de arena para librar al mundo de ese flagelo. Por sugerencia del Comandante en Jefe Fidel Castro, en 2001 se empezó a trabajar en un método que combinara números y letras para enseñar a leer y escribir, y que se apoyara en el audiovisual.
Por ese entonces la doctora en Ciencias Pedagógicas, Leonela Relys Díaz, prestaba su colaboración internacionalista en Haití para cumplir la encomienda inicial del líder de la Revolución.
La profesora camagüeyana, protagonista de la Campaña de Alfabetización en Cuba , en 1961 cuando apenas era una niña, devino en la autora del método de enseñanza “Yo, sí puedo”, aplicado por primera vez en Venezuela en 2003, país que ya fue declarado Territorio Libre de Analfabetismo.
El ofrecimiento altruista de Cuba a la UNESCO para contribuir a reducir la tasa de analfabetos en el orbe, ha permitido reducir la tasa de analfabetismo en cerca de cuatro millones de personas en más de 30 países.
Por esta contribución Cuba recibió en 2001 y 2002 una mención honorífica del Premio de Alfabetización Rey Seijong que otorga la UNESCO y en 2006 se alzó con ese premio por el desarrollo de programas de alfabetización en diferentes partes del mundo.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, aún quedan millones de personas en el mundo que no conocen las letras. Por eso, este 8 de septiembre aun cuando sea un día de regocijo por la bella aspiración de que todos los seres humanos sepan leer y escribir, será además un nuevo alto en el camino para reflexionar cuánto falta aún por hacer.
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