martes, 24 de septiembre de 2024

Las imágenes de Raúl Navarro y la polémica del fuego

Como tantos, lleva el mismo nombre de pila que su padre y, como tantos también, se gana la vida con las mismas artes que su padre mismo. Quizás decir Raúl Navarro en Matanzas, desde hace décadas, logra que unas cuantas personas piensen en el sonido seco y mecánico del obturador de una cámara fotográfica...

Mario Ernesto Almeida Bacallao en Exclusivo 09/09/2022
2 comentarios
Explosión-supertanquero-matanzas
Cuando desde cualquier punto de la ciudad solo se advertía el horror del humo y el fuego, la prensa dio evidencias de que el fuego tenía bien cerca a rostros, manos, piernas, cuellos. (Raúl Navarro/Tomada de su cuenta de Facebook)

Raúl Navarro es un tipo normal. Al menos eso parece por lo que publica en Facebook. Un tipo normal que tira fotos; buenas fotos, sin dudas. Un tipo que se siente tan comprometido con la belleza —por eso la fotografía— como con las muy complejas realidades sociales de Cuba —y por eso las fotografía también.

Su lente capta un día un paisaje de ensueño —como esos que regala Matanzas, su ciudad, minuto a minuto— y, al otro, a un viejo que lleva jornadas desplomado sobre la misma acera —paisaje que, tristemente, la Matanzas de 2022 también regala o quizás cobra.

Es un tipo normal, ya lo decía: se encabrona con los apagones y dice “malas” palabras; hace chistes “oscuros”, nunca mejor dicho, sobre la suerte de las termoeléctricas y “mojados” sobre el hielo de su refrigerador; comparte informaciones producidas por medios de aquí y de allá; se siente frustrado ante alguna estampa de pobreza; cuando habla de su procedencia, como muchos, también puede que use aquella fórmula de “crecí en el seno de una familia”, pero en lugar de “humilde” prefiere el término “sencilla”, y luego menciona que sus abuelos maternos se dedicaron “en cuerpo y alma al magisterio” y “se ocuparon siempre de mi educación profesional y como ser humano”.

Como tantos, lleva el mismo nombre de pila que su padre y, como tantos también, se gana la vida con las mismas artes que su padre mismo. Quizás decir Raúl Navarro en Matanzas, desde hace décadas, logra que unas cuantas personas piensen en el sonido seco y mecánico del obturador de una cámara fotográfica.

Un tipo normal que tira fotos y que estudió en la universidad aquello del magisterio  para el cual viviesen los padres de su madre. Todo encaja.

Un tipo normal que tira fotos y que luego de probarse unos años en la técnica de marras —tiene 31 y desde 2015 anda en estos giros—empezó a pinchar en eso que le gusta en el periódico local .


Explosión de unos de los supertanqueros de Matanzas. (Raúl Navarro/Tomada de su cuenta de Facebook)

Y de repente… ¡bum!, revienta un tanque inmenso repleto de petróleo a unos kilómetros de sus ojos. Horas más tarde, Raúl navarro está a apenas 150 metros de las llamas, según cuenta, y ha apretado el obturador una vez y otra y otra y otra más, muchas… generando imágenes que le darán la vuelta al país, al mundo y que darán fe del infierno y de los hombres y mujeres en y contra el infierno, algunos de los cuales, quizás sin saberlo, tal vez sospechándolo, seguramente temiéndolo, estaban a punto de morir, con todo lo seco y duro que en su fonética resulta el verbo en infinitivo, con todo lo seco y duro que en definitiva implica.

Por ello se trata, en primera instancia, de fotos trágicas, tristes, terribles, tremendas; son, en parte, el testimonio de una cuenta regresiva, de las últimas rodillas en tierra, los últimos gestos, posturas, movimientos, el legado último de gentes que ya no están y que duelen y dolerán por mucho tiempo. Son las imágenes de la vida en fuga, de la vida en punta y resultan, de manera indiscutible, un símbolo, como lo puede ser un himno, uno tan desgarrador como el nuestro, que habla de no temer a la muerte, al tiempo que la sabe, la anuncia, la promete y la enmarca.

Puede que sin pretenderlo, Raúl Navarro se haya convertido en el autor de eso, de un símbolo que, como todo símbolo, supera a su autor como individuo y ya ni siquiera es suyo; no está en sus manos. A la vez, Raúl Navarro, quizás también de manera inconsciente, metió sus narices, su cámara, en una discusión relativa al gremio, pero que va más allá de él, porque lo que hace la prensa, cómo se conduce, hacia/hasta dónde y sus resultados no le compete solo a ella, sino que resulta un asunto en el que la sociedad en pleno tiene derecho a dictaminar.


Raúl Navarro, un tipo que se siente tan comprometido con la belleza por eso la fotografía. (Raúl Navarro/Tomada de su cuenta de Facebook)

***

Las imágenes de Raúl Navarro aparecen en medio de una serie de interrogantes:

¿Debía estar la prensa tan cerca del peligro? ¿Solo los encargados y encargadas de sofocar el siniestro tenían motivos de peso, justificación si se quiere, para estar allí? ¿Fue un capricho, una temeridad hueca, un riesgo innecesario, una irresponsabilidad en todo orden?

Desde cierto pragmatismo —y esta fue una posición bastante generalizada— la respuesta es que los profesionales de la información no tenían nada que hacer en el lugar. Incluso hubo quienes arguyeron que dicho entorno no se trataba de una pasarela y que los y las periodistas podrían obstaculizar las operaciones para extinguir el fuego.

Para algunos de nosotros, esta perspectiva solo se sostiene ante determinada noción de lo que es el periodismo, una noción que lo relaciona con la postura sensacionalista, oportunista la mayor de las veces, que de manera literal vende el dolor cual si se tratase de un espectáculo, un show. La idea —caricaturizada y estereotipada— del periodista impertinente e inoportuno que va en busca de su noticia, de su historia, de su imagen… y que hará lo que sea para conseguirlas, sin importarle a quién afecte o a qué tenga que pasarle por encima.

Quien sostenga esto, pensamos, definitivamente no conoce a los reporteros cubanos e ignora que hay ciertos mitos de la prensa liberal de los que nuestro periodismo, como norma, desde hace mucho está de vuelta. También vacía de sentido el alto componente de responsabilidad social que subyace en el hecho de informar, de contar lo que ocurre, de recoger los testimonios visuales, escritos, sonoros, sensitivos en general. Una responsabilidad que tampoco queda en lo abstracto sino que tiene repercusiones inmediatas y concretas.

¿Qué le dijeron a Cuba, al mundo, las imágenes de Raúl Navarro González? Sencillamente contaron, con el golpe de un pestañazo, de varios, el contraste claro—oscuro del terror y la grandeza de encararlo, y ese era un deber que el cámara tenía con los cuerpos y las mentes que portaban y ejercían la dichosa grandeza.

Cuando desde cualquier punto de la ciudad solo se advertía el horror del humo y el fuego, la prensa dio evidencias de que el fuego tenía bien cerca a rostros, manos, piernas, cuellos… intentándole arañar la fuerza, a riesgo de todo, a riesgo de lo que fue.

La prensa cubana ha de estar donde quiera que un cubano ponga un pie en beneficio de otros. La prensa cubana tiene el derecho y el deber de correr la misma suerte. Ver periodistas cercanos a la pira y hasta quemados y quemadas por ella, resulta tan natural como ver periodistas en las guerras; y más de uno de nuestros canosos maestros del oficio conocieron lo que es una trinchera y cómo se remueve la tierra cuando cae el mortero; más de uno no volvió.

El deber de la prensa es el deber del símbolo, de construirlo y defenderlo… porque un animal de símbolos resulta el ser humano, que no soporta sentipensar que podrá vivir sin hacer algo que valga la pena, algo dentro del marco simbólico, subjetivo, de lo que considera valioso. Y a veces lo grandioso, sin pedir permiso, viene asociado a lo mortal y alguien tiene que asegurarle al pueblo que aún sale, del pueblo mismo, gente que pudo correr de regreso a lo seguro y no lo hizo.

Este fue el valor del trabajo de Raúl y sus colegas.


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Mario Ernesto Almeida Bacallao

Periodista y profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana

Se han publicado 2 comentarios


Israel
 12/9/22 12:15

Excelente y muy profesional trabajo. Gracias.

Producción Callejera
 9/9/22 12:19

Buenos días. Quiero agradecer tan bellas palabras para mi hijo. Quisiera hacer una pequeña observación sobre algo que empaña la calidad del trabajo. Las fotografías incluidas no tienen el aspecto radio correcto y es por eso que se ven estiradas en la vertical. Gracias. Raúl Navarro Fuentes.

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