Dicen que lanzada la flecha es difícil detenerla o cambiar su curso. La sociedad turca como cualquier saeta, hizo entrada en cierta calma, pero la malsana intensidad del proceso contra Siria, con la consecuente cercanía del peligro emanante de involucrarse en guerras de dudosa moralidad, para quienes no la desean, influyó –parece- en un sosiego aparente de las protestas internas.
No dejaron de existir manifestaciones, aunque en favor de la paz y esquivando un conflicto demoledor. Pero resulta que se desataron otras a partir de la brutalidad policial, denunciada desde el inicio de las protestas en Estambul buscando impedir que cortaran los añejos árboles del parque Gezi, para convertirlo en centro comercial.
Hace apenas horas, las llamadas fuerzas del orden, usaron de nuevo gas lacrimógeno y cañones de agua en Ankara, Antalia y Antioquía, ciudades turcas donde se reanudaron las condenas públicas tras la muerte de un joven de 22 años, debido a un golpe en la cabeza que le propinó un policía mientras el muchacho protestaba contra la construcción de una carretera que despojaría a la universidad de parte de sus terrenos.
En Estambul se usaron vehículos blindados para desmantelar primitivas barricadas hechas con escombros por jóvenes que también expresaban su repudio ante los actos de fuerza que cobraron con esta, otra víctima fatal. En junio recién pasado otros 3 estudiantes perecieron durante la embestida de los uniformados que llegaron a usar gas pimienta aparte de una excesiva ferocidad, provocando, además, miles de heridos.
El propio premier, Recep Tayyip Erdogan, tuvo que admitir los excesos oficiales, aun cuando fue muy despectivo al hacer una valoración sobre quienes reclaman.
AL INICIO
Los afectados de los primeros sucesos que tuvieron como núcleo la plaza Taksim, donde está el Gezi, llevaron la denuncia ante los tribunales, que otorgaron la razón a los querellantes, solo que Erdogan insiste en realizar su proyecto urbanístico y acusa a los juristas de parcialidad.
Sin embargo cree normal y válido el veredicto del conocido como proceso Ergenekon, que en agosto de este año declarara culpables de complot contra el Estado a 275 militares, periodistas y políticos, todos los cuales fueron condenados a largas penas, engrosando la elevada cifra de altos oficiales (generales y almirantes) y otros líderes de diferentes formaciones; informadores y abogados, que se encuentran encarcelados.
Según detalles de la Red Voltaire, en el proceso se emplearon fiscales y un tribunal especial que actuaron en una instalación carcelaria construida ex profeso para ese lance. Las pruebas presentadas fueron denunciadas como espurias por los acusados, quienes son opositores a la subordinación turca a Estados Unidos, sea a través de su permanencia como activo miembro de la OTAN, o como afanosa parte en la estrategia contra la vecina Siria. También hay temor con respecto a la paulatina islamización del estado en detrimento de otras tendencias confesionales o ideológicas.
MÁS TARDE
Erdogan fue impugnado en varias oportunidades, sin éxito y con mucha coerción, por quienes intentan mantener el carácter laico del estado turco. El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) en el cual milita, alcanzó el poder en el 2003. La primera decisión que adopta una vez nombrado jefe de gobierno, al cabo de diferentes obstáculos, fue darle apoyo a la administración Bush para su invasión de Irak. Según ciertos trascendidos, habría obtenido, a cambio, una importante suma de Washington.
Aunque el AKP contaba con mayoría parlamentaria, sus propios diputados se opusieron a la decisión de Erdogan y en un histórico e insólito fallo, vetaron el intento de que las tropas de la OTAN usaran cualquiera de las bases de la Alianza Atlántica en territorio turco, para penetrar en Irak.
Posteriormente y evidenciando cambios en su mentalidad o en muestra de la verdadera, propuso en 2012 la instalación en Esmirna del LandCom, mando a cargo de todas las fuerzas terrestres y entre los más importantes del pacto agresivo dirigido por el Pentágono. Se estima que desde esta base se dirijan las principales acciones si ocurriera la invasión a Siria.
Como elemento extra se citan acusaciones sobre la incautación turca de zonas sirias en estos últimos años, incluyendo el virtual robo de industrias y bienes patrimoniales. Que la administración de AL Asad le pusiera freno a ese despojo, sería uno de los motivos para la hostilidad de la dirigencia turca.
La malquerencia de Ankara con respecto a su vecino tiene, entre sus factores, la supuesta ayuda que le ofreciera Damasco a Abdalá Ocalam, el arrestado líder del PKK (independistas kurdos) quienes, por cierto, recién aceptaron una oferta para desmovilizarse y entregar sus armas, pero suspendieron el transcurso ya avanzado viendo la arremetida contra las manifestaciones sociales y ante la evidencia de que, mientras ellos observan la tregua y se desarman, el ejército y la gendarmería continúan aumentando sus cuarteles.
En lo interno, a Erdogan se le reconoce la reactivación de la economía que estuvo dependiendo de préstamos fondomonetaristas y draconianas medidas antes de su mandato. Fuertes inversiones en infraestructura, mejoras del sistema sanitario, están entre lo que ha logrado. De igual forma, hubo un aumento del crecimiento que en el 2010 llegó al 9,2%. La agresión a Libia y la solapada agresión de Siria, hicieron caer hasta el 2,2% aquellos buenos números después. El pronóstico para 2013-2014 apunta a caer en una etapa recesiva.
El deterioro de los indicadores, los intentos de cierta propensión dictatorial de la existencia a partir de una visión rancia del Islam, y las contribuciones a los planes agresivos contra los sirios, o, si se prefiere, la metamorfosis de una política que tuvo mejores términos y los ha perdido, son componentes en el ánimo de amplios sectores populares turcos, que encontraron en un criterio ecológico, la punta de un ovillo que, como queda claro, tiene mucha hebra.
Turquía, retrato inconcluso
Las fuerzas del orden usaron de nuevo gas lacrimógeno y cañones de agua en Ankara, Antalia y Antioquía, ciudades turcas donde se reanudaron las condenas públicas tras la muerte de un joven de 22 años...
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