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miércoles, 27 de noviembre de 2024

Rabieta en Washington

Barack Obama renuncia a entrevistarse con Vladímir Putin porque Rusia no “entra por el hilo”...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 10/08/2013
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Putin vs Obama
Obama renuncia a su encuentro con el mandatario de Rusia, Vladimir Putin.

¿Cómo extrañarán ciertos influyentes personajes norteamericanos los días que siguieron a la disolución de la Unión Soviética?

Fue la época, entre otras barbaridades, de las grandes y absurdas privatizaciones, la confusión nacional, la carencia de esperanzas, el resquebrajamiento del Ejército Rojo, y los “oportunos consejos” de Occidente a sus antiguos oponentes para colocarles en línea dentro de la creciente comparsa de segundones globales del imperio “vencedor en la Guerra Fría”.

Entonces Rusia valía la pena y era vista con los mejores ojos desde la Oficina Oval. La ex potencia socialista marchaba camino de ser otro simple y anuente aliado de la Casa Blanca, mientras enterraba sus glorias, su prestigio, y los mejores valores de su gente.

Solo que los promotores de la debacle hicieron evidente con inusitada rapidez, que ninguno de sus proyectos, y mucho menos el de convertirse en alabarderos del aspirante a único poder mundial, era deseable ni efectivo para la sociedad rusa… y no tardó el rescate de buena parte de lo perdido y cedido, y el interés por reconvertir al extenso país euroasiático en uno de los pivotes claves en el concierto internacional.

De manera que en poco tiempo el cuadro se trastocó en un sentido opuesto a los intereses imperialistas, y una nueva generación de dirigentes ocupó el Kremlin para abordar con sentido creador la necesaria e inevitable nueva época en la vida nacional.

Rusia entonces devino en un “resucitado enemigo” y por tanto resulta indispensable para los planes hegemónicos gringos cercarla, amenazarla, amordazarla y plegarla.

De hecho, las guerras de conquista que bajo los tintes antiterroristas han ocurrido en los Balcanes, Asia Central y Oriente Medio en los últimos años, apuntan al propósito estratégico de apretar el cinturón en torno a Moscú y Beijing, al igual que el empeño de asolar a Siria y desplegar el titulado sistema antimisiles que otorgaría al Pentágono la oportunidad de propinar golpes nucleares a sus incómodos contestatarios sin posibilidad de respuesta de los agredidos.

Y como de la otra parte la actitud no ha sido precisamente la de amedrentarse, es lógico que Barack Obama aduzca para rechazar su programado encuentro de este septiembre con Vladímir Putin, que no existen “avances" en temas claves entre ambos países como para justificar ese tipo de contacto al más alto nivel.

En pocas palabras, que Obama no escucharía de Putin el consabido YES a todas sus demandas y reproches, ni lograría, por ejemplo, que Rusia abandone a sus aliados oficiales sirios, acepte tranquilamente los burdos argumentos que intenta justificar el despliegue del sistema antimisiles Made in USA alrededor del orbe, renuncie a su presencia en el BRICS, vote eternamente junto a Washington en el Consejo de Seguridad de la ONU, menosprecie forjar una estructura militar defensiva de primer rango, o se desdiga de su propósito de establecer un mundo multipolar.

De manera que la negativa de Barack Obama se reduce a una bravata con aires de chantaje, que aprovecha además la reciente decisión rusa de otorgar asilo temporal al ex empleado de los servicios norteamericanos se seguridad nacional Edward Snowden, empantanado en el aeropuerto de Moscú en viaje desde Hong Kong, luego de denunciar los programas secretos de espionaje masivo ejecutados por las autoridades estadounidenses a escala global y contra sus propios ciudadanos.

Y tal vez el colmo de las pretendidas justificantes de la Casa Blanca es el razonamiento de Obama al advertir que “hay momentos en que los rusos vuelven a caer en el pensamiento y la mentalidad de la Guerra Fría, algo que quedó en el pasado”, como si el permanente intento norteamericano de monopolizar el destino de toda la humanidad y dictar como único, inviolable y superior el retorcido sistema capitalista, no fuese precisamente la reincidencia en nuestros días de los factores que originaron, decenios atrás, aquel costoso y enconado período de enfrentamiento entre dos polos mundiales contrapuestos. 


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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