Egipto es el único país del mundo que constituye una asignatura en universidades de todo el mundo. La “Egiptología es un componente de las carreras de humanidades. No sólo porque se trata de una de las más opulentas civilizaciones antiguas, sino de la más exclusiva, enigmática y mejor documentada.
Como mismo ocurrió en China y la India, en Egipto, la colonización no logró suprimir lenguas, religiones e identidades y la penetración cultural nunca logró la hegemonía, sobreviviendo curiosas formas de multiculturalidad basadas en un pluralismo endógeno. Ninguno de esos países es completamente islámico, cristiano o budista cosa que explica por qué el laicismo político arraigó en ellos de modo más o menos natural.
Tal vez así se explica por qué en el movimiento de liberación nacional y los ulteriores procesos políticos en Egipto y África del Norte (Túnez, Libia, Argelia) encabezados por Nasser, Burguiba y Gaddafi, fueron laicos. En ellos la fe no sólo no obstaculizó las luchas anticoloniales, sino que convivió en razonable armonía con el perfil laico del poder político.
Las razones y los modos como el nacionalismo y las tendencias socialistas presentes de procesos fueron revertidos a partir de 1970 con la repentina muerte de Nasser, propiciando el acceso al poder de figuras como Zine Ben Alí en Túnez y Hosni Mubarak en Egipto, finalmente derrocados durante la llamada Primavera Árabe.
El resto de la historia es conocido. Sin vanguardia y sin programa, la Primavera Árabe terminó con Egipto gobernado por el ejército, el movimiento popular desconcertado y la sociedad precipitada a un improvisado proceso electoral capitalizado por la Hermandad Musulmana, la fuerza política más organizada en el Oriente Medio y África del Norte que encumbró a Mohamed Mursi quien no era enteramente popular, aunque tampoco simpático a Estados Unidos e Israel.
Además de introducir otros efectos negativos derivados de sus intereses, no necesariamente consistentes con los de las mayorías, la Hermandad Musulmana introdujo elementos confesionales que resultaron inaceptables para una sociedad predominantemente laica.
Los polvos trajeron lodos: el país se volvió ingobernable y en la confusión la cúpula militar, que no defiende la democracia ni del laicismo, aprovechó la oportunidad para desplazar a los musulmanes del poder y entregar el gobierno a figuras de mayor consenso, cercanos a sus intereses y a los de Estados Unidos.
Si bien el ejército egipcio protagonizó un golpe de estado, no puede decirse que lo hiciera contra una democracia legitimada por el respaldo popular; por lo cual inicialmente, dentro y fuera del país, se le otorgó una especie de beneficio de la duda. No obstante la brutalidad de la represión y la cosecha de 50 muertos en una jornada anularon cualquier expectativa positiva.
En cualquier caso, pasará mucho tiempo para que los musulmanes tengan una nueva oportunidad, cosa a la que difícilmente se resignaran por lo cual es predecible un largo periodo de inestabilidad política en Egipto, amenazado por una guerra civil en la cual las causas populares serán las perdedoras. La primavera concluyó y la cosecha es magra. Allá nos vemos.
armando
17/7/13 9:26
Saludos: Pienso que en temas de politicos no hay geroglificos, hay etca personal, principios politicos, disciplina y verguenza, no importa la cultura en que se muevan "quienes hacen politica"
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