El parón forzado del balompié en el Viejo Continente ante la propagación del virus de la COVID-19 le ha servido de excusa a los clubes para desviar por el momento la atención sobre las canchas y centrarse en la gestión de las plantillas de cara a la próxima campaña. Con el antecedente de haber surcado poco más de media temporada sin los cromos deseados para el ataque, el F.C Barcelona asoma entre los protagonistas en la venidera ventana de traspasos.
Aunque los dirigidos por Quique Setién no solo han mostrado flaquezas en roles ofensivos, reforzar la delantera se percibe por ahora la prioridad culé número uno. Por ello resulta un secreto a voces los deseos del presidente José María Bartomeu y de su séquito de hcaerse con los servicios de Lautaro Martínez (24 años) y Neymar Jr (28 años).
Sin embargo, salvo un milagro o afectación incluso mayor de la prevista del nuevo coronavirus al negocio del fútbol, al Barça le va a resultar imposible desembolsar nunca menos de 200 millones de euros para agenciarse a ambos jugadores. Por eso se ve obligado a entrar en el siempre peligroso dilema de las urgencias inmediatas.
Prácticamente desconocido hasta su presentación en el Inter de Milan de Antonio Conte, Lautaro aparece entre las figuras con más rápido desarrollo en el presente ciclo competitivo, algo muy bien visto por los mandamases catalanes. Su trato con el esférico, sentido de ubicación, letalidad ante la portería y posibilidad manifiesta de liderar un proyecto que gire en torno suyo, lo vuelven favorito para sustituir de manera definitiva a Luis Suárez en la posición de nueve, aun cuando se trajo a Braithwaite procedente del Leganés para suplir la vacante tras la lesión del ariete uruguayo.
La historia de Neymar se antoja bien distinta. El extremo carioca se ha mantenido en el radar desde su salida de la entidad azulgrana en 2017. Si bien se ha negado renovar contrato con el París Saint-Germain (PSG) y estaría de acuerdo con el regreso al Camp Nou, una parte considerable de la zona noble se opondría en represalia al bochorno sufrido ante el intento de traerlo en el último mercado de verano y a las constantes demandas jurídicas del brasilero.
Hechos que para nada empañan la ventaja que supone contar con la calidad técnico-táctica de “Ney”. Encima, un hombre capaz de asumir sin complejos la marca Barcelona cuando Lionel Messi falte.
Si en definitiva Bartomeu entiende prioritario la incorporación de ambos craks, cuenta con opciones para concretarlo. Por increíble que suene, en el trueque se pudiera sustentar la planificación deportiva con piezas de la talla de Philippe Coutinho y Ousmane Dembélé como principales monedas de cambio.
Coutinho se devalúa a un ritmo alarmante y pese a contar con el agrado de Setién entraría sin demasiado remordimiento en cualquier operación de canje o serviría para hacer caja de mantenerse en el interés de varios conjuntos de la Premier League inglesa.
Dembélé tampoco ha amortizado su inversión y goza por igual del agrado del Inter y el PSG. El francés apenas ha podido justificar su arribo a la ciudad condal debido a las constantes lesiones. El probable regreso de Neymar, la hipotética contratación de Lautaro, la presencia de Griezmann, el fichaje de Braithwaite y la irrupción de Ansu Fati le reducen casi a cero las opciones para contar con minutos, por lo que accedería a un cambio de aires.
De cualquier forma, a estas alturas la prioridad para una directiva tan desacreditada a la hora de materializar negociaciones debe descansar en la coherencia y el buen juicio. ¿Escoger o apostar por los dos? Los goles, o su ausencia, quizás muy pronto nos den la respuesta.
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