viernes, 20 de septiembre de 2024

Griezmann, ¿el último fiasco de Bartomeu?

Próximo a cumplir su primer año como jugador del F.C Barcelona, el aporte del crack francés genera dudas entre directivos y aficionados...

Haroldo Miguel Luis Castro
en Exclusivo 28/04/2020
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Antoine Griezmann
El jugador francés firmó un contrato de cinco años y por su cabeza no pasa salir, ni vendido ni como moneda de cambio. (goal.com)

Por estas fechas, hace exactamente un año, el fichaje de Antoine Griezmann por el F.C Barcelona se vendía como el secreto a voces más rimbombante del mercado de verano en Europa. El campeón del mundo antes había retrasado su arribo a los predios del Camp Nou para intentar por enésima ocasión llevar la ansiada Orejona al dios Neptuno de la mano de Diego Pablo “El Cholo” Simeone. Pero las constantes desventuras en instancias concluyentes—finales incluidas—terminaron por colmar la tolerancia de quien por entonces se autoproclamaba merecedor de compartir la misma mesa con Lionel Messi y Cristiano Ronaldo.

Hoy, a nada de “celebrar” el primer aniversario de noviazgo con la disciplina culé, su breve historial levanta entre directivos y aficionados ciertas suspicacias. Con los fantasmas de los recientes fracasos del presidente José María Bartomeu rondando, los criterios con relación al galo recorren el espectro de calificaciones que van de regular a desastre. 

Aquellos con valoraciones moderadas apelan al paternalismo y la benevolencia inherente al recién llegado para justificar la imprevista mediocridad. Otros, los de posiciones radicales, ya lo visten con el mismo traje de los decepcionantes Ousmane Dembélé y Philippe Coutinho. En realidad, si apelamos a la ligereza de los números, estaremos de acuerdo en dar por buena una temporada discreta a nivel colectivo. A fin de cuentas, lo condena la incapacidad para retribuir la expectativa generada tras su contratación.

Griezmann lleva 14 goles en 36 partidos. Uno menos que Neymar Jr en su primera temporada con el F.C Barcelona. Foto: La Vanguardia

En ello bastante ha influido la discreta acogida de la plantilla. Los pesos pesados del vestuario se han mostrado recelosos con una incorporación que no deseaban, sobre todo luego de aquel documental producido por el mismísimo Gerard Piqué en el que Griezmann plantó al Barça y apostó por el Atlético de Madrid una liga más.

A Messi, el consentido de la casa, tampoco le ha parecido de buen gusto asociar al equipo al nacido en Borgoña y lo culpa por incidir de manera indirecta en las infructuosas negociaciones con el París Saint-Germain por Neymar Jr. Si bien de puertas para afuera todos certifican el buen rollo con el nuevo, las miradas acusadoras de Luis Suárez tras los contados fallos del “Principito” o la deliberada ignorancia sobre la grama del capitán argentino invitan a suponer problemas de empatía.

Encima, el rol que cumple en el esquema táctico le ha dificultado conseguir adeptos dentro de la cancha. Cuando asumió el compromiso con la entidad blaugrana la pérdida de galones se daba por contado, aunque nadie o casi nadie previó un impacto negativo en su juego. De acuerdo con el diario La Vanguardia, en su última campaña con los colchoneros, en 56 partidos Antoine alineó 44 veces de segunda punta, ocho de volante ofensivo y cuatro por el extremo derecho.

De antemano se sabía que la banda diestra—la mejor opción—quedaba descartada por la presencia de Messi y que, sin existir una delimitación exacta para el puesto de mediapunta en la filosofía de Ernesto Valverde, resultaría recluido al sector izquierdo. Así, tratando de emular su etapa en la Real Sociedad, se exilió a la línea de cal con irrisorias oportunidades para explotar el desborde, la asociación entre líneas y las virtudes de cara al arco, aun cuando mantuvo intacta la vocación defensiva.

Con Quique Setién en el banquillo, poco le ha cambiado el panorama. Limitado por la asuencia de Suárez, el técnico se ha visto forzado a posicionar al francés allí donde el ataque debe terminar en gol. Decisión que le ha permitido empaparse en la dinámica de grupo, pero le impide mostrar su mejor versión al carecer de las cualidades propias de un centrodelantero pura sangre. 

Algo se antoja evidente, en apenas meses ha pasado de compra estrella a formar parte de cuanta fórmula se inventa para conseguir los servicios de Lautaro Martínez o Neymar. Griezmann se halla cerca de engrosar la lista de experimentos frustrados de una directiva anárquica y desacreditada. El Barcelona de nuevo vuelve a dejar la sensación de sentirse torpe para gestionar lo extraordinario y, en el fútbol, las incompetencias se pagan caro.


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Haroldo Miguel Luis Castro

Periodista y podcaster


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