La artritis reumatoide es un padecimiento autoinmune crónico que aqueja especialmente a las articulaciones, produciendo inflamación, dolor, rigidez y, en casos graves, pueden deformarse las articulaciones. En esta enfermedad, el sistema inmunológico agrede por error el revestimiento de las articulaciones, conocido como membrana sinovial, induciendo su inflamación.
Mientras progresa la enfermedad, puede provocar daño en el hueso y el cartílago de las articulaciones, lo que conlleva a discapacidad y por tal motivo a la privación de la función articular. Al mismo tiempo que a las articulaciones, la artritis reumatoide puede dañar otros sistemas y órganos del cuerpo, como los ojos, la piel, el corazón y los pulmones.
La medicación de la artritis reumatoide se concentra en prevenir el daño articular, calmar los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente, empleando terapia física y ocupacional, medicamentos, así como cambiar el estilo de vida.
Es sustancial señalar que la artritis reumatoide es una enfermedad progresiva y crónica, lo que implica que tiende a empeorar con el paso del tiempo si no se vigila apropiadamente. No obstante, con un tratamiento adecuado y temprano, es muy posible enlentecer la progresión de la enfermedad y empequeñecer el daño en las articulaciones.
La manipulación de la artritis reumatoide habitualmente es multidisciplinaria, implicando a fisioterapeutas, reumatólogos, terapeutas ocupacionales y otros profesionales de la salud para proveer un orientación integral que mejore la calidad de vida de los pacientes y aborde los numerosos aspectos de la enfermedad.
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Los nuevos enfoques terapéuticos
En los años últimos, se han continuado y desarrollado varios novedosas orientaciones terapéuticas para tratar la artritis reumatoide, con el fin de optimizar la calidad de vida de los pacientes y los resultados clínicos. Uno de los más significativos ha sido el perfeccionamiento de terapias biológicas dirigidas que se envían a moléculas específicas del sistema inmunológico implicadas en la inflamación articular.
Estos medicamentos, como los conocidos como los inhibidores de interleucina-6 (IL-6) y los inhibidores del factor de necrosis tumoral (TNF), han confirmado ser seguros para la progresión de la enfermedad y el control de los síntomas en muchos enfermos que no responden apropiadamente a los tratamientos ya aceptados.
Conjuntamente con las terapias biológicas, además se están examinando otros enfoques terapéuticos innovadores, como la terapia celular y la terapia génica. La terapia génica busca modificar anomalías genéticas culpables de la artritis reumatoide, en tanto que la terapia celular entraña el uso de células modificadas para articular la respuesta inmune y disminuir la inflamación en las articulaciones.
No obstante, estos enfoques están aún en etapas experimentales, constituyen un área promisoria de investigación para el tratamiento de la artritis reumatoide rebelde a otros tratamientos.
Conjuntamente con las terapias dirigidas, igualmente se están experimentando estrategias para el manejo de la progresión del daño articular y su prevención en la artritis reumatoide. Esto comprende el perfeccionamiento de biomarcadores predictivos que sean capaces de reconocer a los pacientes en riesgo de un trastorno más agresivo, así como la evaluación de intervenciones agresivas y precoces para prever el daño articular definitivo.
Los adelantos en técnicas de imagen igualmente están perfeccionando la capacidad de monitorizar y detectar el deterioro articular en etapas precoces de la enfermedad, lo que admitiría una intervención más oportuna y precisa.
Al igual que con las orientaciones farmacológicas, se investiga cada vez más el importante papel de la medicina personalizada en el manejo de la artritis reumatoide. Esto comprende considerar las peculiaridades individuales de cada enfermo, como son los factores genéticos, la gravedad de la enfermedad, las comorbilidades y la respuesta al tratamiento, con el fin de diseñar un plan terapéutico optimizado y específico para cada enfermo.
La medicina personalizada puede comprender un conjunto de medicamentos diferentes, ajustes en las dosis y la duración del tratamiento, así como la incorporación de medidas no farmacológicas, como la terapia ocupacional y la fisioterapia, según lo que individualmente necesite cada paciente.
Las nuevas vías terapéuticas para la artritis reumatoide están revolucionando el manejo de esta enfermedad compleja y crónica. Comenzando con terapias biológicas dirigidas hasta técnicas de medicina personalizada y prevención del daño articular, estos progresos están dando mejores resultados y esperanza para los enfermos con artritis reumatoide, aunque todavía queda bastante por desarrollar y mucho por aprender en este terreno en evolución constante.
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