La palabra éxtasis se define como un estado del alma enteramente embargado por sentimientos de admiración, alegría, etc; y también caracterizado por cierta unión mística con Dios mediante la contemplación y el amor. Bella definición para buenos y sensibles sentimientos de espiritualidad.
Sin embargo, este sublime y bello vocablo también ha sido utilizado para nominar una de las más temibles drogas alucinógenas y adictivas conocidas hasta el momento actual.
EL EXTERMINADOR
El éxtasis o MDMA (3,4-metilendioximetanfetamina) es otro despiadado menjurje adictivo. Se toma por vía oral en forma de cápsula o pastilla, y sus efectos iniciales causan sensación de vigor y euforia pero a través de la distorsión de la percepción y el tiempo.
Desde 1985 fue prohibida por la Agencia Estadounidense para el Control de Estupefacientes, así como en diversos países, pues para nada es una sustancia inofensiva para el consumo humano. Todo lo contrario, puede aumentar la frecuencia cardiaca y la presión arterial y producir confusión, depresión, problemas para dormir, deseo vehemente de consumir la droga y ansiedad intensa, con riesgo incrementado en quienes tienen problemas circulatorios o enfermedades del corazón.
En investigaciones en animales se ha demostrado que puede ser nociva para el cerebro y que la exposición al éxtasis durante apenas cuatro días ocasionó daño a determinadas terminales nerviosas, aún evidente de seis a siete años después.
Otros síntomas son un marcado aumento de la tensión muscular, contractura involuntaria de la mandíbula, náuseas, visión borrosa, mareos y escalofríos o sudoración.
En casos de sobredosis puede presentarse crisis hipertensiva, sensación de desmayo, ataques de pánico, pérdida del conocimiento y convulsiones. En estos casos se requiere atención médica de urgencia.
A veces, y de manera impredecible, puede producir un rápido y severo aumento de la temperatura corporal, lo que puede derivar en una insuficiencia hepática grave, de los riñones o del sistema cardiovascular; y llegar, incluso, a provocar la muerte.
Y SIGUE DAÑANDO
El éxtasis puede bloquear su propio metabolismo, o sea, su degradación en el cuerpo humano. Por lo tanto, su administración repetida puede elevar inesperadamente su concentración hasta niveles muy peligrosos de la droga en poco tiempo.
Esta droga puede afectar el cerebro al alterar la actividad de algunos neurotransmisores, mensajeros químicos que permiten a las células nerviosas en muchas regiones del cerebro comunicarse entre sí.
Casi el 60 % de las personas consumidoras de éxtasis informan tener síntomas del síndrome de abstinencia, incluyendo fatiga, pérdida de apetito, síntomas de depresión y problemas de concentración. Y, por supuesto, la necesidad casi siempre imperiosa de consumir nuevas dosis del veneno.
Como indeseables acompañantes también pueden añadirse: reducción en el interés y placer sexual, ansiedad, inquietud, irritabilidad, tristeza, impulsividad, agresividad o trastornos del sueño.
Es una triste realidad. Más del 40 % de los consumidores quedan enganchados a la droga y necesitan su consumo continuado a pesar de conocer el daño físico o psicológico en ellos producido.
Nuestro país, libre de drogas, no por eso evade conocer de estos peligrosos enemigos de la humanidad. Identificarlos es otra manera de combatirlos.
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