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miércoles, 2 de octubre de 2024

Palomas

La paloma es aquello que, como todo lo que vuela, carece de dueño y que a ratos se antoja como motivo para burlar la “adultez” y regresar al tejado a echarse boca arriba...

Mario Ernesto Almeida Bacallao en Exclusivo 19/01/2020
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Palomas- Mario Ernesto
Días después, se lanzó del tejado y volvió a llegar, caminando, al portal del domicilio cuyo techo albergaba a su viejo palomar

Yo soñaba con palomas. Palomas pintas, aliblancas, mosaicas y azules; negras, canelas, bayas, mensajeras, satas y buchonas. Quería que de mi techo partieran al abrirles la puerta o lanzarlas al viento y que a él regresaran cuando el cielo se tornara rojizo y empezaran a tronar los silbatos.

Anhelaba escuchar el “ta-ta-ta-ta-ta-ta” de las alas al despegar y sentir el estampido que nace del aire quebrado por la velocidad, cuando una bandada de animales de esos le quita, por milésimas de segundos, el sol a la ventana.

A los 12 años tuve la primera. Era un macho mensajero cuyo plumaje gris aún mostraba los pelos rubios de sus días de pichón, combinados con los brillantes plumones de la muda de los tres meses. Lo compré por cuarenta pesos a un palomero que vivía a tres cuadras, quien aseguró, categórico, que se adaptaría de inmediato.

En una caja de madera virada al revés, tomando agua en el fondaje recortado de un pomo de refresco y comiendo los granos de chícharo que le tiraba en el suelo, azorado, pasó la solitaria primera noche antes de que, al día siguiente, lo soltase confiado en su vuelta. Emprendió un vuelo sin rodeos hacia la antigua casa y, al traerlo nuevamente, le recorté las plumas de las alas. Días después, se lanzó del tejado y volvió a llegar, caminando, al portal del domicilio cuyo techo albergaba a su viejo palomar.

Luego llegaron otras: casi todas con gran buche y tendencia al descaro y el enamoramiento fácil, a la galantería por encima de la velocidad. Aquello era la fiebre del barrio. Por el vuelo se conocía de quién era cada paloma, por una pequeña pinta blanca bajo el ojo, podía decirse: “mira, ahí va el correo del Bolo”.

En el pueblo, para apostar, convertían la palabra en sustantivo y le quitaban la primera letra. “Vamos a echar una puesta”, decían. Una vez me enrolé en un “casa a casa”; alguien se paraba en el punto medio entre las viviendas de los competidores y, desde ahí, soltaba las palomas. Nosotros esperábamos en nuestros techos. El ave aterrizaba, la agarrábamos y salíamos corriendo hacia aquel punto de mitades. El primero en llegar vencía.

Hicieron trampa; mi rival voló con una distinta a la acordada y perdí en el trance una de las pocas palomas que mi abuela me había comprado con un dinero que, luego comprendí mejor, casi no tenía. Preparé mi revancha. Estuve días entrenando a mi buchón negro. Lo soltaba de aquí, de allá, de acullá y cronometraba su vuelo.

A la semana siguiente, puse en el palomar una hembra joven y, apenas vi que iniciaba el cortejo del macho en celo, lo saqué. Ese día lo volvimos a hacer. El “enamorado” palomo, apenas liberto, cayó “como un clavo” en el tejado de la casa. El premio fue un pomo de refresco gaseado casero que le costó al perdedor dos pesos cubanos. No tuve el coraje para apostar otra de las palomas de mi abuela. Con el sabor de la venganza cerré el ciclo y nunca más volví a empeñar un centavo.

Llegó el momento en que mis buchones comenzaron a reproducirse y se convirtieron en la flota aérea orgullo de la cuadra. Eran seis o siete que removían de raíz el silencio de la periferia con sus aletazos para alzar el vuelo. Daban vueltas cortas que cerraban con esa forma casi mágica de flotar, justo antes de “clavarse” en la mata de mango de atrás.

Ante los azares del crecer, dejé de pensar en las competencias y los cánones de la colombofilia local. Ellas entraban y salían a sus anchas, se peleaban con las gallinas por el alimento, picoteaban a los niños que se acercaban al cajón y, en fin, llegaron a convertirse en elementos naturales del patio hasta que se fueron muriendo o perdiendo o yo no sé… y simplemente dejaron de estar.

Pero la paloma resulta algo más que el pájaro que guardas bajo tu poder y custodia. La paloma es aquello que, como todo lo que vuela, carece de dueño y que a ratos se antoja como motivo para burlar la “adultez” y regresar al tejado a echarse boca arriba y pensar en las fiebres de ataño que continúan vivas en otros tantos que ahora, en techos de por ahí, hacen sonar sus silbatos.

Y al final te enteras de que siempre quedan palomas: pintas, aliblancas, mosaicas y azules; negras, canelas, bayas, mensajeras, satas y buchonas… Palomas como correos de la memoria que cada tarde vienen y van hasta las nubes. Pájaros que, en bandadas, jamás resultan infieles al recuerdo afectivo. Plumas, ojos, picos… que han sido y siempre serán cuestión de encanto desde los balcones.


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Mario Ernesto Almeida Bacallao

Periodista y profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana

Se han publicado 1 comentarios


Carlos de New York City
 19/1/20 18:02

Palomas  que vuelan , aves que emigran , pajaros que cantan, aquellos que pasan desarpercividos delante de las palomas y demas aves y no les mueve el corazon tampoco sus sentimientos  a pararse y pensar ' como se alimentan, como viven , ellas asustadas ,volando de encima quizas de los intrusos y quienes las molestan a su paso, nada les preocupa, no dan ni las migajas de un pan (o)del bocado de comidad , esas personas no conocen de amor ni de sentimientos , solo para vivir y sobrevivir amando ellos las carnes y el dinero , el lujo quizas y subiendo su Ego hasta mas donde pueden llevarlo "sin darse cuenta " que su ego es nada mas aquello que tienen en sus cabezas, en sus pensamientos egoistas y avaros " porque no piensan ni en las palomas mucho menos en ellos mismos : ahora mismo , ACUDE a mi mente una  CITA, un pensamiento de las personas y sobre todo del Hombre que a su paso no miran ni a las palomas que junto a ellos vuelan en parques y sistios historicos como los pajaros que cantan buscando la atencion del ser Humano " quizas " nadaie sabe, aunque yo me lo imagino por el mismo amor y sentimiento que tengo por las manos , las aves y la misma Naturaleza y volviendo a la Cita que queria decir : " Los Hombres muchos de ellos...' Conocen a la Mujer y Tienen sus carnes ,muchos les dicen y Gritan a ellas " eres una Puta para ofenderlas como cuando miran a las palomas , la mujer sufre y calla, estan casadas muchas de ellas, otras son novias y amantes , " Y el dia que ese hombre egoista y avaro se encuentra de verdad  y tiene como PUTA que es su oficio " ese hombre le dice ese dia y siempre "  a la Puta " eres mi Reina, eres mi Mujer , mi hembra " y ahi la Mujer Puta tendria siempre a su Esclavo y tarruo Porque ella sabe que ni es capaz de amar a una Mujer de verdad ni darle de comer a las aves....

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