No usan tacones. No andan con portafolio ni apurados. No tienen agenda ni planes de trabajo llenos de turnos ocupados. No lucen imprescindibles, aunque lo son. Casi siempre pasan en silencio. No ocupan titulares. No les cuelgan diplomas.
Alguien diría que son “gente de a pie”, pero no me gusta la frase. Si miro para abajo todos somos “gente de a pie”, no me he cruzado con el primero que levite aunque muchos se lo crean. Me gusta llamarles invisibles porque de ellos lo que más se ve es su trabajo, marcado por el sudor anónimo de quien se levanta para despertar el Sol y aún andan trasteando cuando todos duermen.
La señora que limpia el lugar donde trabajo camina sin que sus zapatos suenen. Llega, dice buenos días bajito, como si le diera pena. Solo arrastra el carro donde monta la escoba, el palo de trapear, el cesto de la basura, el cubo que no puede cargar porque tiene demasiados años en sus manos, en su espalda.
A ratos me incomoda, lo reconozco. A veces viene cuando estoy en medio de “algo importante” y me pongo fastidiosa, aunque luego me pellizco por insolente, porque ella, como yo, solo quiere hacer su trabajo: limpiar, con la misma seriedad que asumo cualquiera de mis notas.
Una vez, mientras pasaba un paño húmedo a la mesa, rozó mi celular y este, de casualidad, comenzó a sonar. Ella se asustó, pensó que había hecho algo malo y hasta disculpas me pidió. Yo no sabía como agradecerle tanta dulzura.
Me asombra su constancia. Despacito va quitando churres sin incomodarse, aunque sabe que quizás mañana todo esté igual. Al parecer no tiene prisa. A su edad cualquier apuro parece inútil. Tiene las manos callosas, pero su pelo luce siempre joven gracias a un tinte caprichoso, descubridor de alguna vanidad.
Cuba está llena de seres invisibles. Invisible es la cirujana que pide botella con su bata de médico como bandera en el semáforo cerca de mi casa. Invisible es la doctora de mi consultorio que se sabe el santo y seña de todos sus pacientes. Invisible es el obrero de Antillana de Acero al que casi no se le ve el rostro por el hollín de su oficio. Invisible es mi maestra que llegaba casi de madrugada para poner el aula linda y las primeras flores a Martí. Invisible es la señora que vende pasteles de guayaba en mi cuadra o la otra que dice a todos que “Dios te bendiga” y sigue de largo.
Invisible era mi abuela, despalillando tabacos, criando a sus hijos, aprendiendo a leer sola. Invisible es el señor que abre todas las mañana el estanquillo de periódicos, el que chapea el césped de mi acera, el que custodia los alrededores de la Plaza, el que prepara el almuerzo en aquella escuela, el que reparte el agua a los cañeros millonarios en el surco, el que pone en hora el reloj del parque…
Una carga de invisibles necesita mi país, quizás como conjuro para “estos tiempos veloces como un cadillac sin frenos”, cuando parece que el que más tiene más vale y los que pasan en silencio son como flores de romerillo al lado de ciertos tulipanes rutilantes. Esos que, acomodados en prometedoras economías emergentes o en títulos casi nobiliarios, se pavonean sin sonrojo. Contra ellos, mi legión de invisibles.
El Despistao
15/8/13 8:06
Felicidades atrazadas, pero me conmovió el reportaje, si cada uno de nosotros los cubanos hicieramos los que hacen esos invisibles, problamemente, nuestro pueblo fueran más cultos, más trabajadores y tuvieramos más desarrollo espritual, hay muchos más invisibles pero los visibles en ocaciones no permiten que se reconozcan a los invisibles, saludos y gracias.
cl2lmr
12/8/13 11:03
VIVAN LOS INVISIBLES. Felicidades muy pero muy buen artículo. Verdaderas heroicidades hacen a diario nuestros invisibles y casi nunca se conocen. Esa Legión la hago también mía.
Mary
7/8/13 15:01
Realmente hermoso, que vivan los invisibles!!! gracias
Adolfo
6/8/13 14:08
Una pregunta ¿por qué para ser invisible la cirujana tiene que estar pidiendo botella para ir a trabajar? invisible para mi entender es todo aquel, que como el soldado desconocido, ha luchado en nuestra patria, siendo fiel a ella, y en contra de todas las viscitudes que confrontamos y a pesar de ello cumplen con su labor cotidiana, no importa en qué posición desde la mas simple, hasta un dirigente de empresa que logra que su empresa sea eficiente, no me gusta desdorar a nadie y parece que tener auto es un delito.
leticia
6/8/13 10:46
muchas gracias Olivero, este trabajo me ha dado muchas satisfacciones, debe ser la buena energía de esos seres invisibles
OLIVERIO
5/8/13 16:37
LOS TEMAS HUMILDES, SENSIBILIZAN CORAZONES HUMILDES. TE AMO PERIODISTA DESDE SANA POSICION TU HUMILDE PROFESIONALIDAD.
Alejandro Ulloa
5/8/13 13:41
Gracias Leti, por esas letras que siempre logran desbordar el alma!!!
Magel
5/8/13 10:32
Muy emotivo tu artículo Leticia y el equipo de CUBAHORA con la inmediatez que requieren los tiempos. De eso se trata, de sacar a la luz todo aquello que nos hace fuerte e inconmensurables. Pienso que con el aporte de todos aquellos que puedan enviar sus fotos al espacio que brinda este órgano digital, comenzaremos a reconocer de una vez quiénes son los protagonistas de estos tiempos en nuestra querida patria. !!FELICIDADES!!
Alejandro
4/8/13 11:21
Si, son tan invisibles como reales. Sus historias faltan en la prensa. Hay una parte de la sociedad que se ha vuelto invisible y que el manto de la "boyante" economia del CUC los ha relegado. No solo son invisibles los trabajadores anonimos de los servicios.Lo son tambien esos medicos que cuentas con sus batas en los semaforos y otros profesionales del CUP- Gracias Lety
Arístides Lima Castillo
3/8/13 13:52
Conmovedor su escrito, Leticia, que nos despierta para que de ahora en lo adelante, apreciemos el abnegado y callado trabajo de tantos, pero tantos, que nos hacen la vida mucho más llevadera, o contribuyen, con su esfuerzo, como granito de arena, a la economía de nuestro país. Y bello es el comentario de la compañera Livia, y me uno solidariamente, a su clamor de que: “ojalá ellos, y todos nosotros valoremos enormemente lo que hacen”.
Equipo Cubahora
3/8/13 12:23
Estimado Griffin..acogemos tu iniciativa y te invitamos desde ya a proveer las fotos e invitar a tus amigos para publicarlas en Cubahora. Gracias por participar con nosotros haciendo la revista.
emigrado
3/8/13 11:16
Desgraciadamente no puedo decir lo mismo de mi ciudad natal, que hasta hace 8 años me enorgullecía por su limpieza. Recientemente visitada por mi, he visto como la mierda florece, literalmente, y no me extraña que hasta el cólera la habite, posiblemente, dentro de poco tiempo de forma endémica. Invisibles son los camiones, nuevos, que recogen la basura, conté, cada cuatro días. Un poco mas de critica de la prensa nada mal vendría, que todo no está siquiera medio bien.
angelo chiancone
3/8/13 9:24
emocionante y real
Griffin
2/8/13 17:32
Le propongo al equipo de Cubahora que abra su espacio Zoom para que los amantes de la fotografía envien sus fotos de "invisibles"...
leticia
2/8/13 16:10
gracias ustedes por llegarse a Cubahora
pjmelian
2/8/13 15:39
¡ BRAVA ! ¡ BRAVA ! Leticia. Muy sensible y de exquisita sensibilidad tus líneas. Te has honrado y has honrado a los humildes, a los olvidados de la tierra ... sin cuya contribución amnegada no pudieran sobrevivir los ´´ privilegiados ´´.
Darío
2/8/13 15:35
Cómo se puede poner imágenes de invisibles, me gustaría mejor ver una imágen de la cronista que tanto me conmovió
Irai
2/8/13 15:00
Holas, me he emocionado mucho, yo los veo tambien x donde quiera dejando la ciudad limpia y q muchos no sabemos ni cuidar ni agradecer, sdos
kinath
2/8/13 14:13
...sin palabras..
Lina María
2/8/13 12:56
De invisibles y anónimos está colmado nuestro pueblo que mucho le debe a esos seres imprescidibles, por ayudarnos a vivir o endulzarnos el alma, sin exigir protagonismo. Gracias Leticia por recordárnoslo
amelia francisca
2/8/13 12:04
Precioso comentario, mis felicitaciones a la periodista, un saludo desde Eritrea, de parte de muchos invisibles.
Alien
2/8/13 11:26
(¿Alguien sabe como se aplaude conletras...?, bueno, espero que esto sirva.) Pla, Pla, Pla, Pla, Pla...
leticia
2/8/13 11:09
Tienes razón Dianita, faltan las imágenes, ni en mi crónica se salvan de "invisibilidad". Gracias a Cubahora por siempre darme el espacio
Griffin
2/8/13 10:44
Todos somos invisibles...
Dianita
2/8/13 10:09
Me encantó... en mi opinión solo faltan imágenes que le den rosotros a esos invisibles indispensables.
Livia
2/8/13 9:21
Esta cronista siempre nos conmueve. Gracias, Leticia. Todas las mañanas paso muy temprano por el Malecón habanero...veo varios barrenderos dando brío a ese gran sofá de La Habana, cuyo amanecer es indescriptible, por la imagen de ese mar que sobrecoge y por la suciedad terrible que dejan todas las noches quienes los que lo han convertido en una piloto. La diferencia entre el tramo barrido y el que queda por barrer es tan abismal que siempre doy las gracias en silencio a que estos barrenderos estén ahí, que no falten, que no hagan huelga ... ojalá ellos, y todos nosotros valoremos enormemente lo que hacen.
nureya
2/8/13 8:37
Precioso reportaje. ! Felicidades ! Realmente estoy de acuerdo que hacen falta muchisimos invisibles.
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