Por: Leonardo Depestre Catony
Mucho oficio como chef, además de las condiciones de comunicadora y también algo del sentido de la actuación y serenidad ante las cámaras, hicieron de Nitza Villapol una acompañante en el hogar, con entrada habitual a través de su esperado programa Cocina al Minuto, que su conductora tuvo la sapiencia de adecuar a las circunstancias y dar la receta justa para el momento, fuera este de bonanza o de escasez económica, pero además instruyó sobre los valores dietéticos, orientó cómo sustituir un ingrediente por otro, fue consejera y guía acerca del comportamiento en la mesa, de los hábitos y modales. Nitza Villapol devino maestra en el sentido más completo, maestra del arte culinario en cualquiera de sus derivaciones.
Léase bien esto, porque si no es un récord, está muy cerca de serlo: el programa Cocina al Minuto se trasmitió durante más de 40 años, entre 1951 y 1997, ya fuera por Unión Radio TV, Televisión Nacional, Canal 4 o CMBF TV. Siempre llegó desde un mismo local, los estudios de Mazón y San Miguel, en La Habana. ¡Bien merece este empeño de tan largo aliento una tarja que lo recuerde! Y junto a Nitza, en dúo de incomparable profesionalidad, su asistente Margot Bacallao. Miles de programas y centenares de recetas se divulgaron a través de Cocina al Minuto, que el ama de casa escuchaba con lápiz y papel en mano para anotar ingredientes, cantidades, modos y minutos de cocción.
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Sin proponérselo, Nitza Villapol alcanzó la popularidad y la teleaudiencia que ya muchos artistas desearían. También renombre y prestigio la acompañaron, porque el programa era una expresión de la cultura culinaria, rescataba un oficio y lo enaltecía, al tiempo que su conductora revelaba cuánto de interés, de historia y de buen gusto son capaces de aunarse en la elaboración de un plato, de un alimento, de un manjar. Y aunque los tiempos han cambiado y la mujer no es ya, necesariamente, la “dueña” de la cocina sino que la comparte, no deja de tener eficacia, valor y una cierta dosis de humor la sentencia de que “el amor entra por la cocina”.
Nitza recopiló sus útiles recetas en libros que devinieron best seller y se conservan en los hogares cubanos como “materiales de consulta”. (Tomada de La Jiribilla)
Nitza también recopiló sus útiles recetas en libros que devinieron best seller y se conservan en los hogares cubanos como “materiales de consulta”. Editados, vueltos a editar y vueltos a agotar, están ahí, de su autoría. Cocina al minuto, de 1958, el título más leído y reeditado, aunque además están Cocina criolla, Desde su cocina y alguno que otro más. Estudio y sabiduría, aun cuando todo pareciera tan natural y fácil, quedaba recogido en cada entrega.
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Nacida el 20 de noviembre de 1923 —hace justamente un siglo— en Nueva York e hija de cubanos emigrados por razones políticas, en su infancia conoció a varios revolucionarios amigos de la familia, que regresó a Cuba después de la caída del régimen de Gerardo Machado. En la Universidad de La Habana se doctoró en Pedagogía. En reconocimiento a su maestría la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) le encomendó la redacción del capítulo relativo a la cocina en el libro África en América, publicado en varios idiomas y con numerosas ediciones.
En Cuba se le condecoró con la Distinción por la Cultura Nacional. En Cuba, igualmente, basta decir Cocina al Minuto para saber que evocamos a Nitza.
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