Día de la enfermería. Diario de un médico cubano en Perú XVII

Santa Rosa de Lima, patrona del Perú, América y Filipinas, tiene su fiesta universal el 23 de agosto. En esta tierra, donde nació, se celebra el día 30. La fecha, desde 1955, también rinde tributo a la enfermería peruana, coincidiendo con las festividades.

Isabel flores de Oliva (1586-1617) primera santa de América, dedicó su vida al servicio de enfermos y niños y fue canonizada 50 años después de su muerte por  el papa Clemente X. No se trata de la primera vez que hablo sobre quienes practican tan noble profesión, pero su entrega consagrada los hace –ante mí– merecedores de constantes halagos y reconocimientos.

En cualquier lugar del hospital La Caleta donde haya una enfermera o un enfermero, estará presente la profesionalidad, la responsabilidad y el amor. Los que en las madrugadas frías y en los días lluviosos recorren la carpa de punta a punta cumpliendo indicaciones médicas y tomando signos vitales, los que se alegran con brillo en los ojos del alta de cualquier paciente, en particular de aquellos a quienes les iba peor y, sin embargo, gracias a un esfuerzo colectivo, se despiden victoriosos.

La licenciada Chavela se me acercó hace poco y, en medio de los festejos, me confesó su alegría ante el hecho de que el paciente de la cama 8 caminara hacia la puerta de salida, tras haber llegado, diez días atrás, en estado de coma, deshidratación y hiperglicemia.

Foto: Cortesía de la Brigada

También me viene a la mente el licenciado Antonio, un enfermero de emergencias que jamás pensó que en ese hospital de Chimbote, el suyo, se le pudiese realizar una trombólisis a un anciano de 80 años con un infarto agudo del miocardio. Él, italo–peruano, y el doctor Alain –internista cubano– fueron los artífices. Por primera vez en la historia de la institución se realizaba el proceder, por demás exitoso.

Efectuar una trombólisis puede parecer algo común, pero en estas condiciones resulta difícil y arriesgado. Manuel Lázaro Gamboa fue el paciente pionero. Demostró que sí se puede y que la vida, como un juego de pelota, no se acaba hasta que se acaba. Evolucionó favorablemente y, una semana después, dejó atrás la institución que lo había salvado.

Hoy lo vimos en consulta. Su alegría contagiaba a todos y, bajito, al oído, pedía permiso para alguna que otra “travesura”. Sus hijos lo requirieron con respeto, mientras él se reía con picardía y ganas. Ya está tejiendo sus nasas y redes de mar, “porque un hombre de trabajo no puede estar sentado”, afirma.

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Los integrantes de la brigada cubana que se encuentran en la Red de Salud Pacífico Sur han continuado con sus recorridos por otros puntos de la geografía ancashina. El doctor Ulises Gómez Soler, especialista en Medicina General Integral, nos comenta que durante la semana que finaliza todos los integrantes de su grupo visitaron varias localidades; se han desplazado hacia la comunidad de Buena Vista, en Casma, y a otros puntos en Nepeña y Huarmey.

Las acciones sanitarias tuvieron una particularidad, pues alternaron con el trabajo de pesquisas a la población, que ya se venía realizando con la Operación Territorial de Ayuda para el Tratamiento y Aislamiento frente a la Covid-19, también conocida como Operación Tayta.

Huarmey fue el sitio escogido para esta tarea patrocinada por las Fuerzas Armadas del Perú. Consiste en realizar una evaluación integral a los adultos mayores de 60 años y otros grupos vulnerables visitando las casas –previamente empadronadas– donde residen.

Hasta dichas viviendas, llega un grupo integrado por seis personas: un médico, un enfermero, un laboratorista, un trabajador social y dos militares. Se interroga a los moradores sobre síntomas relacionados con la pandemia, se les efectúa el test rápido y, de ser positivos, se les entrega tratamiento gratuito, además de un suplemento alimentario para que permanezcan en aislamiento durante 14 días. De esta manera se garantiza el seguimiento clínico de la enfermedad hasta el alta médica.

Lo más significativo resulta la protección a los grupos vulnerables. También se eleva la percepción de riesgo en toda la ciudadanía, al tiempo que se transmiten, en cada intervención, herramientas para el manejo adecuado de la enfermedad.