Chávez: razones para amar en un 59 aniversario (+Fotos)(+Video)

En este día tan especial, en que el Comandante Hugo Chávez cumpliría 59 años, millones de personas, que ni siquiera cruzaron una palabra con él, le rendirán homenaje con un pensamiento, una flor, una sonrisa, un poema, una lágrima, como si en ese acercamiento le insufláramos vida a un hombre excepcional. Los descreídos de siempre, los poderosos, los derechistas, los canallas, se preguntarán entonces qué sentimiento tan fuerte desencadenó este hombre y se preguntarán por qué lo amamos tanto.

La verdad es que sobran las razones para entregarle hoy y siempre ese amor: por hacer tanto en los 14 años que le concedió la vida para cumplir, desde su gobierno de pueblo, los ideales del Libertador Simón Bolívar, quien soñó, como Chávez se propuso construir, una América Latina y un Caribe unidos y fuertes, en un siglo en que el enemigo cambió de ropaje, pero no de ideología; en un siglo en el que el enemigo aún pretende, con la prepotencia de los ignorantes, mantener a estas tierras como patio trasero.

A Chávez lo amamos en vida y ahora más, cuando ya desapareció su espontaneidad, sus chistes y su risa franca, que nos hacía sentirnos seguros, arropados y queridos. Con esa sabiduría innata, nunca dejó entrever públicamente sus preocupaciones, siempre eran los demás antes que él, aún en los momentos de peores tensiones políticas, incluso cuando sabía que su vida corría peligros de diverso tipo. Podía controlar las situaciones, las amenazas, las traiciones.   

Amamos a este hombre irrepetible por su alegría, porque hizo el bien a seres desconocidos, por su lealtad,  decencia, honestidad, valentía personal, por decir las verdades en los lugares más oscuros, por su fe quizás no compartida, su gallardía, su entrega a causas generosas. Porque vivía de manera modesta, sin prepotencia, sin frustraciones, solo pensando en lo que viene, y no en lo que se fue.

Por eso queremos a Hugo Chávez: mestizo, feo y con una verruga –como el mismo se describía- lleno de amor inmenso y verdadero por los pobres, los desamparados, los que padecían hambre y miseria, no solo en la región latinoamericana, sino en naciones lejanas a las que llevo sus mensajes de amigo.

Este líder indiscutible del siglo XXI extendió la mano hermana a Cuba, donde su recuerdo quedó sembrado para siempre, en momentos muy difíciles y cooperó con su desarrollo. No en vano Fidel Castro lo catalogó como “el mejor amigo que ha tenido Cuba. Y Cuba, también, le extendió su solidaridad para que él cumpliera con sus sagrados deberes para con su pueblo.

Con una claridad política que le permitió reconocer nuestras debilidades como naciones,  supo tender redes de colaboración entre pueblos casi desconocidos. Los unió y trazó con ellos proyectos económicos y sociales, para que fueran verdaderamente libres del neocolonialismo.

Amamos a este hombre porque, junto con Cuba, abrió el alma de los pobres a la escritura y a la lectura y los hizo más libres; dejó que la luz penetrara en los ojos de millones de latinoamericanos y caribeños mediante la misión Milagro; fundó universidades, escuelas, centros integrales de salud; entregó créditos a millones de venezolanos para que elevaran su nivel de vida; llevó adelante programas sociales y económicos que mejoraron la calidad existencial de sus coterráneos. Brindó su solidaridad a naciones que quizás no hubieran sobrevivido en medio de la crisis económica mundial.

Amamos a Chávez porque compartió con absoluto desprendimiento lo que le pertenecía a Venezuela: su petróleo, sus ganancias, y creó junto a su amigo y padre espiritual, Fidel Castro, importantes organismos regionales, para que no penetrara en estas tierras la codicia imperial. Gracias a ellos surgió la Alternativa Bolivariana para los pueblos de América, y él, personalmente, impulsó la creación de la Unión de Naciones Suramericanas, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, PetroCaribe y las empresas grannacionales con otras naciones.

Con su talento político y el de otros líderes regionales, destruyó los planes estadounidenses de apoderarse de las economías de la región con el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), y creo en su lugar organizaciones que dan respuesta a problemas propios.

Amamos a Chávez porque supo ser un aliado incondicional cuando los enemigos de siempre quisieron derrotar a sus compañeros de lucha, Evo Morales y Rafael Correa, y también a Manuel Zelaya, a quien dio su respaldo para que retornara a su país luego de ser derrocado por un golpe militar orquestado por la derecha de esa nación centroamericana.

Extrañamos la inquietud de Chávez, que nunca dudó en movilizar a continentes cuando hizo falta imponer la verdad que era suya, de su pueblo y de América Latina, ante las amenazas que se cernían sobre Venezuela por los complots desestabilizadores de la oligarquía interna y la Casa Blanca.

Amamos a Chávez por su falta de perjuicios políticos ante quienes, aun sin compartir sus ideales, querían unirse a la nueva América; por el alto nivel que alcanzaron las relaciones diplomáticas de la región, con naciones lejanas como China, Irán, Iraq, Bielorrusia, Rusia; por su capacidad para aceptar la diversidad como forma de unión entre gobiernos y pueblos.

Amamos la idolatría que sintió por los venezolanos de todas las edades, muy en especial las niñas y los niños, a quienes dejó el legado de una Revolución que hizo más por ellos, que todos los gobiernos anteriores de la etapa republicana.

Lo amamos porque fue un padre amoroso con sus cuatro hijos, porque lloró sin sonrojo la pérdida de su entrañable amigo Néstor Kischner y abrazó como un hermano a su viuda y amiga, Cristina Fernández.

Amamos a Chávez porque supo, con la dignidad y la valentía de los grandes, enfrentarse a una enfermedad que lo superó. Él creía en la esperanza de su recuperación, creyó en ella hasta el instante en que murió en su querida Caracas.

Hugo Rafael Chávez se marchó demasiado pronto y nos ha dejado el dolor de una pérdida que quizás dure para siempre. Es difícil comprender, y quisiéramos que así fuera, que sus abrazos ahora se expanden en el infinito, que su cuerpo, viril y vigoroso, ande vibrando por las sabanas de Venezuela, revoleteando su amor entre las calles.

Por eso hoy, cuando cumpliría 59 años, cada uno de nosotros lo apretará contra su pecho; donde quiera que esté, le abrazarán mujeres y hombres blancos, negros, mestizos, indígenas, árabes y africanos

Amamos a Chávez por su falta de perjuicios políticos ante quienes aun sin compartir sus ideales querían unirse a la nueva América que iba surgiendo.

Amamos a este hombre irrepetible por su alegría, porque hizo el bien a seres desconocidos.

Este líder indiscutible del siglo XXI extendió la mano hermana a Cuba, donde su recuerdo quedó sembrado para siempre.