martes, 24 de septiembre de 2024

A mis hijos les regalaré el mar

Durante dos años seguidos, mis hijos recibieron, por el Día de los Niños, el regalo de estar a salvo, protegidos del virus...

Rouslyn Navia Jordán en Exclusivo 17/07/2022
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Verano Niño
Cuando el curso escolar comenzó, mi hijo mayor no tenía ninguna nueva experiencia que contar a sus amigos. Un año “de vacaciones” sin ir a la escuela, pero unas vacaciones de mentiritas, sin diversiones, sin hacer absolutamente nada que implicase asomarse a la puerta de la calle (Foto: Pixabay).

Hace tres años que no vamos a la playa. Eso, para alguien que toda su vida vivió frente al mar y lo necesita casi tanto como al aire que respira, es decir mucho. La culpa es del COVID-19, por supuesto.

El primer verano sin playa fue el 2020. Es cierto que hubo una pequeña apertura, y que muchos se pudieron dar un chapuzón. Pero yo estaba embarazada y mi esposo, protector y cauteloso, se negó rotundamente a llevarme a las muy “aglomeradas” (según las fotos que se compartían en las redes sociales) playas habaneras. Yo, toda hormonal, lloré, por supuesto. Pero él se mantuvo en sus trece: "no hay playa, es demasiado peligroso". Y claro, tenía toda la razón.

Para finales de agosto de 2020, mientras yo daba a luz a mi segundo hijo, el país vivía las restricciones de movimiento más crudas, la curva pandémica se elevaba a ritmo de vértigo y mi esposo había cumplido su deseo de mantenernos a salvo del odioso virus.

Llegó 2021, y aunque ya estábamos vacunados los adultos de casa, aún los niños no habían recibido sus dosis. Nuestro verano no fue distinto al del año anterior: guardaditos y a salvo. Sin playas, sin parques, sin paseos.

Cuando el curso escolar comenzó, mi hijo mayor no tenía ninguna nueva experiencia que contar a sus amigos. Un año “de vacaciones” sin ir a la escuela, pero unas vacaciones de mentiritas, sin diversiones, sin hacer absolutamente nada que implicase asomarse a la puerta de la calle.

Quizás fuimos exagerados, pensarán algunos. Sé que otros niños fueron a parques y playas en aquellos años. Pero teníamos un bebé, y toda precaución es poca cuando la vida es tan frágil ante un virus asesino que no reparó en arrancar de este mundo incluso a gente joven y fuerte.

En 2021 no hubo lágrimas cuando comprendí que tampoco ese año íbamos a ir. Fue una resignación-convicción de que vendrían tiempos mejores, y que el reencuentro con el mar llegaría, y sería épico. Optimista, a finales de 2021 compré la trusa para el bebé. Y el salvavidas.

Y el 2022 finalmente ha traído buenas noticias. La curva empezó a descender, la cifra de fallecidos del mes se pegó a cero, la vacunación cubrió al 90% de la población cubana y nos deshicimos de la mascarilla obligatoria.

Con más optimismo aún, saqué de la gaveta el protector solar, localicé mi bikini, analicé las opciones, elegí una playa, estudié las rutas de guagua. Todo está listo.

Durante dos años seguidos, mis hijos recibieron, por el Día de los Niños, el regalo de estar a salvo, protegidos del virus. Hoy, por primera vez desde 2020, puedo llevarlos a celebrar su día feliz en la playa.

Hay muchas opciones: parques, museos, espectáculos infantiles…pero yo tengo mis preferencias, ya saben. Para todo lo demás aún tendremos tiempo. El mar nos espera con su cálido abrazo de sal.


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Rouslyn Navia Jordán

Cubana, madre y periodista...tres retos que asumo a diario


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