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lunes, 25 de noviembre de 2024

Comunicación política y transporte en Cuba, ¿solución o crisis?

Comunicar la crisis es reconocerla, darle el espacio que merece en tanto proceso complejo…

Mauricio Escuela Orozco en Exclusivo 22/04/2024
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Comunicación Social
Comunicación Social

Estamos en tiempos de comunicación política. Eso quiere decir que todo lo que sea improvisado se pagará caro en materia de credibilidad.

 

En Cuba desde hace un tiempo los ministerios han trazado una estrategia para mitigar las incorrecciones en materia de construcción de sentido en las redes sociales. Pero la comunicación va más allá de eso, sobre todo porque ningún mensaje puede sustituir la urgencia de una política pública que coloque los problemas en la vía de la solución concreta. No solo resulta vital entender los mecanismos formales de cómo funcionan los constructos comunicacionales, sino que la política tiene que seguir jugando un rol.

 

Por dura y descarnada que sea la realidad, hay que vivir de frente a la misma y no darle la espalda a partir de sofismas que no pueden traer la credibilidad con un abracadabra. En este sentido, el Ministerio del Transporte es de los sectores que poseen un reto mayor en cuanto a la construcción de sentido.

 

Desde hace una época a esta parte, dicho ministerio ha creado una estrategia que apuesta por la humanización de las cuestiones más duras de nuestra realidad. No se trata de vender humo, sino de darle el frente a los problemas con la verdad en la mano y apostar por una solución paulatina y viable.

 

El país ha reducido a la mitad el número de pasajeros que se mueven, las recientes medidas de reajuste de los precios de los hidrocarburos hizo que se disparasen los precios de los servicios y además hay toda una actividad subterránea que no se subsana y que amenaza con volverse estructural hacia el interior de los organismos estatales que manejan recursos. Hay que hablar de que los combustibles, si bien escasos, se intentan repartir en tareas que poseen un impacto en la gestión de los intereses administrativos de los bienes del pueblo.

 

Pero sucede que en la práctica nos falla el control y por ello las instituciones pierden credibilidad de cara a sus funciones resolutivas de la crisis. ¿Cómo comunicar con credibilidad algo que resulta de una sensibilidad profunda para todos? Lo interesante de esta problemática es que, no puede quedarse solo en el acto formal de la publicación en redes o en la denuncia, aunque sea oportuna.

 

Las cuestiones que son de ahora mismo y de vida o muerte no aguantan un pero más y requieren de la total y factual atención de los decisores. La población ha estado dispuesta a dificultades, pero necesita tener un cronograma resolutivo de los problemas y saber hacia dónde se camina.

 

Las crisis de se enfrentan con planes reales en los cuales la comunicación es como el espejo que los acompaña. No se va a hacer nada si todo se basa en la acción espiritual de materiales que aborden la realidad, sino en aquellos que apuesten por una transformación.

 

En ese mismo tenor, hay que decir que el Ministerio del Transporte tiene que comedir y mezclar lo que propone con lo que hace y llevar adelante una cuidadosa imagen de su gestión sin que se caiga en la irrealidad y el triunfalismo. Una vía excelente, además de dar a conocer las historias de vida del sector, es habilitar mecanismos de participación ciudadana para el control de precios, del uso de medios del estado de manera ilegítima, de recursos que se pierden.

 

En todo esto, la transparencia dependerá de la relación del ministerio con las autoridades que se encargan de las acciones investigativas y penales en cada caso. Si se quiere que la sociedad salga de la crisis material hay que integrar a las instituciones en un mismo esfuerzo que haga tábula rasa de las trabas absurdas. Y entonces podremos pensar en la comunicación como un factor determinante y no como el complemento de lo que hacemos.

 

Comunicar la crisis es reconocerla, darle el espacio que merece en tanto proceso complejo y difícil que no se maneja con pocas acciones. En ese ínterin reside lo político de la cuestión, ya que allí se definen categorías relacionadas con la gobernabilidad, el acceso a la información y la propia transparencia de los mecanismos de control.

 

La comunicación eficiente no es solo propaganda positiva o negativa, sino una amalgama de mensajes que tienen a generar un conocimiento empoderador que no se detiene en las redes sociales, sino que establece canales de accionar en tanto cosa real y concreta. He estado en intercambios en los cuales se habla de este problema, pero se percibe una noción teórica del asunto y si bien es vital que la crisis se mire desde lo macro, hay que tener lo micro bien cerca del corazón. Se gobierna con sensibilidad y con tesón de trabajo para tener resultados. Pero en ello la comunicación es efectiva cuando no es un sustituto de las políticas públicas, sino cuando las acompaña y las complementa con una visibilidad dialéctica en la cual queda contenido el empuje transformador.

 

En otras palabas, muy bien por la comunicación política del Ministerio de Transporte, que es de los más golpeados por la crisis, pero tenemos que poner en función de las categorías de trabajo otros elementos de la realidad cubana que también merecen un aporte conceptual y práctico.

 

No se va a sacar algo resolutivo de lo meramente retórico, sino que aquel estilo verdaderamente poderoso de discurso es el que se basa en el empoderamiento mediante lo público. Servir y comunicar tienen que ser las máximas, pero sin abandonar jamás el primer verbo. Las razones por las cuales la crisis en el transporte va a continuar las conocemos, pero es perentorio que en la comunicación se incluyan cuestiones activas que tengan en su núcleo la transformación.


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Mauricio Escuela Orozco

Periodista de profesión, escritor por instinto, defensor de la cultura por vocación


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