Desde el primero de enero de 1959, momento del icónico triunfo de la revolución cubana, la mayor de las Antillas fue víctima de innumerables ataques desde diferentes frentes, en la cultura, la economía, o el plano militar, por solo citar algunos. Los centros de poder hegemónicos de Norte América de ninguna manera renunciaban a sus aspiraciones expansionistas e injerencistas en Cuba, aunque para eso utilizaran los métodos más abyectos. Este era un peligro eminente para la Revolución que nacía, si no respaldaba su defensa en el pueblo, que debía ser consciente de esta necesidad.
Uno de los que no demoró en aplicar esta premisa, un 26 de octubre de 1959 en significativa concentración patriótica, frente al Palacio Presidencial, fue Camilo Cienfuegos. Aunque, lamentablemente, sería la última aparición pública del Héroe de Yaguajay.
En sus magistrales y patrióticas palabras, exhortó al pueblo cubano a unirse en pos de preservar la independencia alcanzada, y el sueño de una patria justa. Reconoce el necesario apoyo de los revolucionarios a la figura de Fidel, como líder indiscutible del nuevo proyecto social. Camilo reafirma que no importa todas las desavenencias que se sufran en el proceso, o los que traicionen la patria, porque el pueblo cubano nunca renunciará al sueño de un mundo mejor y jamás regresará a los tristes días de la República neocolonial.
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Asegura que para destruir la Revolución, debe morir un pueblo entero y en tal sentido recita apasionadamente un fragmento del poema Mi Bandera, de Bonifacio Byrne, como un testamento de su amor por Cuba, su pueblo y la independencia.
Si desecho en menudos pedazos
Se llega a ver mi bandera algún día,
Nuestros muertos, alzando los brazos,
La sabrán defender todavía…
En el propio acto patriótico, frente a un millón de cubanos, Fidel en emotivo discurso, sobre la misma línea de pensamiento revolucionario y la concepción de guerra de todo el pueblo, fundaba una organización cívico militar, que perseguía como objetivo lograr la unidad del pueblo en torno a la defensa de la patria. Llevaría por nombre Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR), y surgía como una necesidad histórica, condicionada por las constantes amenazas de agresión, además de la incursión de grupos terroristas y vandálicos que pretendían derrocar el gobierno revolucionario en Cuba.
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La creación de las MNR tiene como uno de sus antecedentes la visita del Comandante en Jefe a la zona de Pinar del Río para la fundación de la primera granja del pueblo cubano. Allí recibe información de la existencia de una banda armada contra revolucionaria que incursionaba en la región, liderada por un bandido, prófugo de la justicia, conocido como “cabo Lara”. En tal sentido Fidel organiza una docena de campesinos y designan como jefe de los mismos a Leandro Rodríguez Malagón. La guerrilla rápidamente fue conocida popularmente como los “Malagones”.
Estos recibieron preparación militar durante un mes en el Campamento Militar de Managua, y se comprometieron con el líder de la Revolución a capturar al cabo Lara, y desarticular el grupo vandálico en menos de tres meses. Fidel dio su palabra al despedirlos, que de cumplirse el objetivo las milicias de ese tipo se extenderían por toda Cuba para garantizar la defensa del país. Tan solo dos semanas necesitarían los revolucionarios para la captura del grupo reaccionario.
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Esta experiencia, unida a la de las Milicias populares Voluntarias y las Brigadas de Estudiantes Universitarias José Antonio Echeverría, fueron el paradigma que se extendió por toda la isla, como había asegurado el Comandante en su promesa. Primeramente con patrullas, posteriormente con compañías y finalmente con batallones cívicos militares que demostraron la unidad del pueblo cubano y la convicción de defender la independencia y los principios ideológicos de la Revolución cubana.
Las MNR no tardaron en ser objeto de difamación, los círculos de poder norteños afirmaban que la revolución no confiaba en su policía y ejército. Pero esto no pasó de las meras difamaciones, a las que el pueblo cubano hizo oídos sordos. Numerosos sectores sociales como campesinos, obreros y estudiantes, se sumaron masivamente a sus filas para recibir preparación militar y garantizar la defensa de la patria. Trabajando de conjunto con el Ministerio del Interior y las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
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