El béisbol es tan rico, tan impredecible, que por mucho que uno vea partidos, nunca uno es igual a otro. Las dos veces que el equipo cubano sub-15 ha empezado debajo en el marcador logró voltearlo, y cuando estuvo encima, incluso dando juego perfecto, perdió.
Este lunes los muchachos de la Isla vivieron uno de esos finales que no olvidarán jamás. Para muchos de ellos era su primera vez jugando de noche, con alumbrado artificial, y en el quinto inning, ya con dos outs, batearon con oportunidad a un pícher que lanzó rectas sostenidas de 89 millas por hora.
Después de una derrota que dolió mucho el domingo ante Puerto Rico, cuando el abridor Robier Hernández caminó cinco entradas a ritmo de uno-dos-tres, los dirigidos por Luis Góngora supieron venir de abajo ante el anfitrión Venezuela para dejar en silencio a un graderío que aupó a los suyos todo el tiempo.
Ambos conjuntos llegaron al duelo de lunes con idéntico saldo de un triunfo y un revés, en un campeonato en el que hay dos equipos invictos: Panamá (3-0) y Puerto Rico (2-0), y se disputan cuatro cupos para el Mundial de la categoría, en México, entre agosto y septiembre próximo.
Los morochos atacaron rápido con dos carreras en el segundo inning y se despegaron peligrosamente con otras dos vueltas en el quinto tramo.
Sin embargo, su euforia llegó hasta ahí. Justo en la conclusión de ese episodio sucedió la rebelión de los cubanos, con un paquete de seis anotaciones en el que influyó, además del bateo oportuno del cuarto bate Alejandro Cruz, colíder en average con .600, y del inicialista Roberto Peña que pegó su primer imparable en la justa para empujar la ventaja.
El propio Peña había mostrado buenas credencias a la defensa y disciplina en home al tomar cuatro boletos el primer día, pero estaba deseoso de firmar un jit y lo dio a la hora buena. «Síguelo, que le tocó decidir y lo va a hacer», me dijo en el banco Osmani Urrutia, quien integra la delegación como gloria deportiva.
Los consejos y el aliento de Urrutia han sido clave en los resultados del equipo, y así como enseña, disfruta cada acción positiva.
Hay que reconocer que la defensa de los anfitriones no estuvo fina en ese inning y tampoco su supersónico lanzador contuvo a los bisoños de la Isla, quienes se crecieron en una situación muy estresante, pues una derrota hubiese comprometido su ubicación entre los cuatro punteros.
Si el ataque oportuno fabricó las carreras, también el picheo del último relevo Mailon Batista aguantó a los venezolanos sacándoles los ocho outs finales con dos ponches incluidos, entre ellos el que sirvió para decretar oficialmente la segunda victoria de Cuba en la justa.
León sabía que en sus manos estaba el empate. Haber pegado cinco jits en los dos juegos anteriores, lo ubicaban entre los mejores bateadores del torneo, pero ante los locales no había sacudido ninguno, hasta ese sensacional quinto inning.
Peña salió a pegarle hacia la banda derecha y hacia allá dirigió su batazo, como le pidieron sus entrenadores y le dedicó el éxito del equipo a los vecinos de su edificio en Bayamo, a su familia y a los Alazanes de Granma, que jugarán la semifinal de la Serie Nacional cubana ante Ciego de Ávila.
Se vio un equipo más suelto, poco a poco los atletas se van adaptando a un campeonato así, pese a que el arbitraje casi siempre está en contra de ellos.
Cuando se consumó el último out, una llovizna fuerte también quiso felicitar a la escuadra de la Mayor de las Antillas, y no fueron pocos los que desde las gradas aplaudieron y felicitaron a los cubanos por esa peleada victoria.
En el banco se abrazaron jugadores y entrenadores, que son los protagonistas de estos éxitos, tras largas jornadas de preparación en condiciones no siempre a la altura de lo que ellos demandan.
En la jornada de este martes, Cuba va contra República Dominicana, que no ha podido ganar en dos salidas al campo. Un triunfo asegura el boleto mundialista.
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