En Argentina hay unos locos que hacen botar la pelota, en un país donde la esférica por mandamiento siempre va cortita y al pie, mientras que, en San Antonio, como en todo Texas, el fútbol americano es religión, pero en ambas locaciones, separadas por la geografía, es venerada la figura de un hombre por igual.
La historia de Emmanuel "Manu" David Ginóbili llegará al cine en alguna ocasión, no tengo dudas, pues tiene el material épico y humano que conecta al séptimo arte con los mortales que lo disfrutamos.
Una mirada a su historial nos dice que el nacido en Bahía Blanca, Argentina, cuenta en su haber con cuatro anillos de campeón en la NBA junto a los Spurs de sus amores, además del título olímpico que lo elevó a la categoría de ídolo, derrotando a las estrellas estadounidenses y con una canasta ante Serbia y Montenegro, cuando el partido concluía, que ya forma parte de lo mejor que se ha visto en los Juegos.
El, para muchos (todos), mejor latinoamericano que ha jugado en la NBA, poseía el don de la jugada correcta, sangre fría a prueba de relojes agonizantes y un euro-step capaz de romper la más férrea defensa, unas características que solo pudo intuir Gregg Popovich, cuando lo seleccionó en la posición 57 del Draft de 1999.
Con la calidad suficiente para ser titular con los Spurs y en casi cualquier otro conjunto de la Asociación, Manu entendió el roll que necesitaba el equipo, como un líder de la segunda unidad, manteniendo el nivel de juego intacto, cuando Tim Duncan y Tony Parker iban a descansar.
Un premio al Mejor Sexto Hombre del año en 2008 y dos All-Star, en 2005 y 2011, casi siempre saliendo desde la banca, muestran la calidad que atesoraba Ginóbili.
El legado de Manu en el baloncesto mundial se construyó a base de esfuerzo, magia en la cancha y trofeos en la vitrina, sin embargo, el respeto de sus rivales y el aprecio de sus compañeros es el mejor testigo de la grandeza del sudamericano.
Pero, como en Argentina la redonda recorre más césped que tabloncillo, hay una frase de un coterráneo de Manu que describe a la perfección la leyenda del eterno número 20."Me causa gran orgullo escuchar a algún periodista decir que Manu es el Messi del básquet. En realidad, deberían decir que yo soy el Manu del fútbol" Lionel Messi.
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