Una piedra muy difícil tuvo en su camino la judoca cubana Yaritza Abel (división de los 63 kilogramos) en su primer combate en los Juegos Olímpicos de Londres. Y no pudo con ella. Hay entretelones interesantes…
A la santiaguera, de casi 29 años de edad, le tocó abrir nada más y nada menos que con la monarca del último Campeonato Mundial, el de París 2011, donde ambas coincidieron en el podio, pues nuestra compatriota alcanzó ahí la medalla de bronce. Es decir: son dos figuras de la elite.
El combate fue muy reñido. No lo digo yo. Lo muestra así lo ocurrido. Vamos a repasar algunos detalles de lo ocurrido en la Excel North Arena 2.
Abel quedó sin tener que combatir en la primera ronda, en tanto la francesa Gevrise Emane, nacida en Camerún, dos veces campeona de Europa, venció a la británica Gemma Howell.
Con esos antecedentes comenzó la porfía entre ellas.
Los primeros compases mostraron que se trataba de un compromiso engorroso para ambas.
A mitad le marcaron un shido por pasividad a la gala.
Lo mismo ocurrió a la inversa faltando unos 40 segundos. Ronaldo Veitía, jefe de entrenadores, movió la cabeza en señal de rechazo. Abel, menos contrariada, hizo casi lo mismo, pero escapándosele ligeramente una bella sonrisa.
Fueron a Punto de Oro (tres minutos adicionales, en los cuales gana quien marque primero).
“Ataca, coño”, gritó Veitía, sabiendo que un shido finalizaría las acciones.
Y siguieron combatiendo.
“Está cansada”, dijo, pero en realidad desde mucho antes las dos estaban visiblemente agotadas, sin fuerzas para más.
Faltaba medio minuto.
La cubana, pese al agotamiento, lo intenta sin éxito una vez más.
Se acabaron otros tres minutos (ocho en total) sin que se pudieran marcar.
La decisión en manos de los jueces: los tres, de forma unánime, levantaron sus banderas blancas (las del color del judogui de la francesa).
Así es el deporte, el sacrificio de cuatro años en los entrenamientos y en la vida: para Yaritza Abel, en su primer combate, se terminaron los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
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