En 2010 Qatar obtuvo la sede para el Mundial de Fútbol que vería la luz 12 años después. Desde ese momento el Gobierno qatarí puso en acción el plan sobre la más espectacular de todas las fiestas futbolísticas hasta el momento, con la creación de hoteles de lujo y estadios de última generación.
Sin embargo, el Estado del Golfo Pérsico, ni la organización encargada de la Copa Mundial de Fútbol la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA, por sus siglas en francés) no aseguraron la protección y el respeto a los derechos de los trabajadores y las trabajadoras encargados de la infraestructura del evento.
La gran festividad figura con un brillo de oropel, detrás de las grandes instalaciones como el estadio Jalifa o la “Azpire Zone” se esconde el trabajo forzado de miles y miles de personas, en su mayoría migrantes. Amnistía Internacional (AI), el movimiento mundial contra las injusticias, constituye una de las primeras organizaciones en denunciar la explotación laboral en el emirato al descubrir que los guardias de seguridad estuvieron obligados a trabajar más de 60 horas a la semana.
En las investigaciones alojadas en su sitio oficial, AI identificó ocho formas de explotación bajo las que laboraron las personas para la estructuración de Qatar 2022. Luego de la denuncia, el Gobierno qatarí aseguró una reforma laboral donde incluirían un establecimiento del salario mínimo y otras demandas, pero en la práctica solo funcionó como una modificación simbólica.
El periódico The Guardian en un reportaje titulado “La nueva legislación laboral que pone fin al sistema de Kalafa en Qatar” estimó que en esta década de preparativos perdieron la vida más de 6500 obreros migrantes para cumplir con las expectativas del megaevento.
Una década de explotación en Qatar
Condiciones de trabajo apegadas a la esclavitud, jornadas interminables, calor abrasador y salarios mínimos conforman el escenario laboral de los obreros y las obreras en Qatar. Las personas emigraban y emigran a esta nación en búsqueda de una rentabilidad económica ya que, en su mayoría, viven en países con tasas elevadísimas de pobreza como Nepal, Bangladesh e India. Según el reportaje “Mundial de futbol Qatar 2022: tarjeta roja a los abusos laborales” de AI, los trabajadores migrantes en el emirato representan el 95%.
Para poder acceder a un trabajo en el Estado del Golfo Pérsico deben pagar tasas entre los 500 y 4300 dólares estadounidenses a contratistas en sus países de origen. Muchas personas piden préstamos y quedan endeudadas, por tanto, esclavizadas a un trabajo que no pueden renunciar.
Luego de pagar las insultantes tasas de los contratistas, los trabajadores y las trabajadoras descubrirían el timo. Los contratistas les prometían un monto de 300 dólares al mes y al llegar a Qatar encuentran un salario de 190 dólares. Ante esto reclaman, sin suerte, a las empresas y empleadores directos, pero estos se limitan a ignorar tales quejas.
La selección den Noruega ha sido uno de los tantos equipos que ha demandado garantías laborales y el respeto de los derechos humanos para los trabajadores implicados en la construcción de los estadios para la próxima Copa del Mundo (Foto: Reuters).
Además de la negativa de pago y la ignorancia a los reclamos, los empleadores demoran meses en pagar el salario a las personas contratadas quedando estos sin suministros, sin la posibilidad de ayudar a sus familias o pagar las deudas producto a su contratación.
Las condiciones de los empleos se consideran tanto inhumanas como anticonstitucionales porque irrespetan las Normas de Protección de los Trabajadores y sus Derechos contemplados por el emirato. Los empleados conviven hacinados, sin higiene ni seguridad en sus alojamientos.
Por otro lado, las empleadas, la mayoría del tiempo dedicadas a las labores domésticas debido al estricto régimen patriarcal y discriminatorio del Estado pérsico, deben vivir y trabajar en casa de sus empleadores con jornadas laborales de hasta 18 horas. AI registró casos de mujeres víctimas de abusos físicos y robos en el entorno laboral qatarí.
Los individuos no pueden abandonar el campamento o la casa donde laboran porque sus empleadores se niegan a expedirles o renovarles sus permisos de residencia. Sin esa documentación los contratados pueden ser encarceladas o multadas. Tampoco pueden quejarse o sindicalizarse, laboran bajo amenazas e intimidaciones.
Otro elemento que denotaba los grados de esclavitud lo constituía el ya eliminado sistema Kalafa, una forma de explotación donde a los trabajadores y a las trabajadoras se les impedía cambiar de empleo sin el permiso de su empleador. Para hacer la medida más efectiva se les decomisaba el pasaporte y si querían salir del país la empresa o persona contratante debía brindarles un permiso de salida.
La reforma laboral de 2020
A pesar del reconocimiento a las fallas en la gestión de los empleos por parte de los organizadores del evento, la explotación se mantiene. En 2020 el Gobierno de Qatar aseguró implantar un grupo de medidas regulatorias de la vida laboral de las personas empleadas, entre ellas estaba la eliminación del sistema Kalafa el cual impedía a los trabajadores y a las trabajadoras abandonar el puesto laboral o el país sin el permiso de su empleador.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) de las Naciones Unidas en Qatar catalogó este paso como un gran avance en materia de derechos humanos, pero AI mantiene que la reforma presenta vacíos en su implementación.
El proyecto de reforma incluía un aumento del salario mínimo a 1,25 dólares estadounidense la hora, pero dejaba vacíos en cuanto al pago de los salarios atrasados, la eliminación de la tarifa de contratación ilegal y las indemnizaciones a los familiares de los allí fallecidos.
Así lucían en 2012 las casas de los trabajadores (Foto: Amnistía Internacional / EFE).
Sin embargo, recientemente un portavoz del emirato dijo que “las empresas de Qatar están legalmente obligadas a indemnizar a las familias de todos los trabajadores y las trabajadoras que pierden la vida en un incidente relacionado con el trabajo”.
Además, Hassan Al- Thawadi, Secretario General de Qatar 2022, aseguró que desde el Gobierno se trataba el tema de las indemnizaciones a familiares, pero este solo reconoció 37 fallecimientos entre 2014 y 2020. Según la OIT se debe a que no contabilizaron las muertes súbitas causadas por insolación, infartos o insuficiencias respiratorias. Dado esto poco se puede esperar de las indemnizaciones prometidas.
¿Qué ha pasado en la FIFA durante estos 12 años?
En paralelo a la gestión propia de la infraestructura para la Copa Mundialista en Qatar, la FIFA ha atendido asuntos de carácter grave, con interés central sobre casos de corrupción interna.
Joseph Blatter, el expresidente de la organización, y Jérome Valcke, su exsecretario general, recibieron un grupo de sanciones en 2021, dictadas por la cámara de resolución de la Comisión de Ética, por apropiarse de bonificaciones ilícitas a partir del año 2010.
Además, el antecedente directo de estas medidas contra el exdirectivo se originó en 2016. La Fiscalía General de Suiza acusó a Blatter y al expresidente de la federación europea, Michel Platini por fraude en el pago de 2.2 millones de dólares. El comunicado aclaró que se realizó un pago de forma ilegal, ocho años después de que el exfutbolista francés se retirara como consultor de la FIFA.
La organización rectora del fútbol global prohibió a ambos la vinculación en cualquier evento relacionado con el balompié durante seis años. La sanción más reciente impuesta a Blatter, junto a su exsecretario, entró en vigor desde octubre de 2021, meses después de la fecha dictaminada originalmente por la comisión; aún restaban lapsos de la anteriormente estipulada.
Por su parte, los dos exdirectivos negaron el delito. Argumentaron que el pago perteneció a un contrato verbal entre ambos, como gratificación por los servicios brindados por el francés a la FIFA entre 1998 y 2002.
El propio Blatter señaló en varias conferencias de prensa que sobre la sede de 2022 transitaron numerosas interrogantes. El proyecto carente de ecología y a la vez poco sustentable necesitó un gran rango de inversiones. Todo este contexto trascendió como “FIFA Gate”, realzado como uno de los mayores escándalos en la historia moderna del más universal de los deportes.
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