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miércoles, 27 de noviembre de 2024

Malabares de guerra

Washington acelera el escenario intervencionista en Siria por encima de cualquier consideración...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 06/09/2013
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Damasco
Keane estima que “el objetivo de la operación bélica iría más allá de las armas químicas”.

Al parecer, el gobierno norteamericano, bajo la dirección de Barack Obama, bien poco se va diferenciando de deleznables administraciones como la de Harry Truman, ejecutor de los bombardeos atómicos unilaterales contra Japón en 1945 y de la guerra de Corea en la década de los cincuenta; o de las de Lyndon Johnson y Richard Nixon, promotores de la agresión a Viet Nam; y mucho menos difiere de la de George W. Bush, con sus pretendidas intervenciones “antiterroristas” en Afganistán e Iraq.

Y es que en todas ellas, amén de primar el designio y los criterios de los sectores más reaccionarios de los círculos estadounidenses de poder, se ejerció en una altísima medida el más absoluto desprecio hacia el parecer y las exigencias de la comunidad internacional.

De hecho, Obama, para ejecutar su personalmente decidido “escarmiento militar contra Siria”, no se preocupa un ápice por las determinaciones de la ONU ni las advertencias y llamados a la cordura de gobiernos y entidades de otras latitudes.

Ni siquiera se ha tomado el trabajo de escuchar la opinión discordante de la mayoría de sus más íntimos aliados occidentales ni de la alta jerarquía de su vieja amiga de tropelías globales, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN.

Para foros definitorios, en todo caso está el “sacrosanto y omnipotente” legislativo norteamericano, donde ya la Comisión de Relaciones del Senado dio su visto bueno a las peticiones presidenciales. 

En pocas palabras, que para materializar la decisión de arrojar nuevas antorchas sobre el ya cruento escenario mesoriental y centroasiático, basta y sobra con  lo que se cocine dentro de los círculos políticos Made in USA… y todos los demás, a acatar en silencio y sin chistar.

De manera que al presidente ruso, Vladímir Putin, quien encabeza la reunión del llamado G-20 que recién abrió sus puertas en San Petesburgo, le asiste toda la razón cuando vísperas del encuentro calificó nuevamente de “violación absoluta de las normas internacionales” la posible intervención directa de los ejército gringos contra el legítimo gobierno sirio.

Pero hay más en este complicado asunto creado por la suerte de obsesión anti Damasco que parece haberse apoderado de la Oficina Oval.

Y se trata de que, junto a la extrema peligrosidad de las consecuencias que se deriven de la aventura anunciada y reiterada por Barack Obama, ya se habla de que su pretendido “golpe relámpago” contra Siria no se corresponde verdaderamente con lo que en realidad se ha estructurado en los cuarteles y las entidades norteamericanas de “seguridad nacional”.

Así, según el general Jack Keane, quien fuera subjefe del Estado Mayor del Ejército, “existen indicios en Washington de que el presidente está planificando una acción militar más amplia que la que ha propuesto públicamente”.

Según declaraciones a la prensa, Keane estima que “el objetivo de la operación bélica iría más allá de las armas químicas”.

En ese sentido, el alto cargo castrense subrayó como fundamental a la hora de determinar la magnitud del ataque, el anuncio oficial de que la Casa Blanca aspira a “disuadir y degradar significativamente la capacidad militar del régimen de Assad”, empeño que, por supuesto, no podrá materializase con una simple “operación quirúrgica”, teniendo en cuenta el poder de resistencia y ofensiva demostrado por el ejército nacional en los últimos tiempos, y que ha puesto en jaque a los pretendidos “grupos rebeldes”.

De manera que si finalmente el rompecabezas se inclina del lado de la tónica belicista del controvertido Nóbel por la Paz y se llega a producir el primer disparo Made in USA contra Siria, no será posible esperar calma, estabilidad, seguridad y paz en el Levante por un buen tiempo… y en ese candente escenario, lo debe saber Obama, todo puede suceder, y no precisamente al gusto de los agresores.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista

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Arístides
 6/9/13 9:40

Escuché esta misma mañana en el noticiero “Un nuevo día” de la cadena Telemundo, en voz de Ramón Zayas, su presentador, que dos influyentes diarios estadounidenses, El Washington Post y el New York Time han comentado que si las votaciones en las dos cámaras del Congreso fueran hoy, NO SE AUTORIZARIA AL GOBIERNO DE OBAMA A AGREDIR A SIRIA. ¡Qué su boca sea santa! No obstante, la Casa Blanca está tan decidida a intervenir de mala manera en el conflicto sirio, que estimo que pudiera ser, aunque fuera anticonstitucional, que no desistirían de caerle a cohetazos a esa nación aunque no tuvieran el visto bueno del Congreso. Solo tuvieran, como en otras ocasiones, que inventar una provocación o una agresión por parte del ejército sirio. ¡Recuerden el Maine, el incidente del Golfo de Tonkin, y las Torres Gemelas! ¿Quiénes se benefician con esa acción tan repudiable? Pues en primer lugar, la industria armamentista, que indudablemente tiene una gran influencia en cualquier administración que se encuentre en el poder. Pensemos que cada cohete de esos que están listos para ser lanzados, le cuesta a los contribuyentes “un güevo y también el otro”. ¿A quiénes les puede importar? Pues no a muchos de los “padres gobernantes” pero sí a la gran mayoría del pueblo norteamericano, que no solo pone el dinero en las guerra imperialistas que emprende el país, sino que también pone los muertos y los mutilados, de los que la guerra de agresión a Vietnam dejó miles, aunque en este “especial” caso, la agresión no incluirá una invasión, sino que será desde lejito, para evitar que prosperen las fábricas de ataúdes, y no vaya a aumentar la población de “los sin casas”, entre los que los veteranos de guerra son una gran parte.

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