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domingo, 24 de noviembre de 2024

Elecciones mexicanas ¿Habrá algún cambio en México?

En las elecciones generales en México ganó el neoliberalismo salvaje vigente en el país, cuyo rostro es Enrique Peña Nieto. Días de conflicto postelectoral se esperan en la antigua nación de los aztecas...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 02/07/2012
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Enrique Peña Nieto
Enrique Peña Nieto, presidente de México.

Aunque en las elecciones generales de una nación nada parece definitivo hasta la última boleta de votación, en México las predicciones se cumplieron, este domingo fueron a las urnas al menos la mitad de los 79 millones 454 mil 813 ciudadanos convocados. En México, y es lo que deseaba Estados Unidos, la oligarquía, el Clero, el Ejército y la delincuencia organizada, entre otros, ganó el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) con su candidato Enrique Peña Nieto.

Junto a Peña Nieto que sustituye a Felipe Calderón —quien deja más de 50 mil muertos atrás por la violencia, en especial del narcotráfico —, se seleccionarán 500 Diputados Federales, 128 senadores, seis gobernadores y un jefe de gobierno, 579 diputados locales, 876 ayuntamientos, 16 jefes delegacionales y 20 juntas municipales.

El principal contendiente de Peña Nieto, ex gobernador de México, y un instrumento de la oligarquía fabricado por la cadena Televisa —joven, atractivo, seductor, inteligente- fue el candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, de la coalición Movimiento Progresista, un político que promete cambios (inaceptables en el ámbito político mexicano) y que perdió estas y también las anteriores presidenciales por solo un punto porcentual frente a Calderón, luego de incontables denuncias de fraude.

La victoria de Peña Nieto —quien ha sido repudiado por el naciente movimiento estudiantil “Yo soy 132” significa que se mantendrá incólume las viejas prácticas de un retrógado Partido, que aún con un rostro fresco del cual necesitaba- no retrocederá un ápice en sus presupuestos políticos.

Cuando el PRI, luego de 70 años de gobierno perdió en el 2006, la población le estaba dando un voto de castigo por la gestión del ex mandatario Vicente Fox, quien fue vendido por la propaganda como un hombre de acción y cambios, y terminó hundiendo más al país en la miseria, abanderado del neoliberalismo, como buen representante en México de la empresa estadounidense Coca-Cola. Era el mismo perro con diferente collar.

PLANES DEL PRI

Peña Nieto, como es conocido, era la figura que precisaba el PRI para brindar un nuevo rostro, sin ceder un paso en conservadora política. Para ello escogió para ello a un joven político que fue proyectado de manera impecable por Televisa, la cadena de televisión mexicana más importante, la que supo ocultar sus debilidades y sacar a flote sus presuntos triunfos como gobernador del Estado de México. Sin embargo, la imagen vendida era la del Príncipe Azul, rico, rayano en el estereotipo de lo metrosexual, casado con la actriz Angélica Rivera, y siempre figurando en las revistas de los VIP (personas importantes). 

Millones de mexicanos pobres querrían ser como Peña Nieto, no tanto por lo que dice, sino por como lo ven. Las chicas mexicanas ven en él un galán-héroe: he ahí el mensaje. 

Sin embargo, en entrevistas cometió varias pifias que casi nadie notó: reconoció que no sabe cuánto vale una tortilla mexicana —seguramente ni las come, o al menos en la calle- , o cuál es el salario mínimo en el país.

No obstante, cuando comenzó su campaña, los números se dispararon con una simpatía electoral por encima del 50 por ciento. O sea, victoria segura, a pesar de las denuncias de partidos opositores de turbios manejos en su etapa de gobernador, sus relaciones con el presidente Carlos Salinas de Gortari, su desconocimiento cultural demostrado en la Feria de Guadalajara, los feminicidios en México durante su mandato, y las violaciones a los derechos humanos en el municipio de San Salvador Atenco. 

Pero esos fueron males menores. En su aparente expedito camino a la Presidencia, cuando todo parecía marchar a la perfección, Peña Nieto tuvo dos fuertes e inesperados tropezones.

La primera ocurrió el pasado 11 de mayo cuando el político fue abucheado por los estudiantes de la Universidad Iberoamericana, -día en que nació el movimiento “Yo soy 132” (pues en el grupo había 131 manifestantes)- quienes lo acusaron de sus relaciones con Televisa y de muchos de sus errores políticos en la gobernación del Estado de México. Ese día se encendió la chispa del descontento estudiantil, que ya abarca a otros medios de enseñanza, educadores y otros sectores sociales.

Luego, el 8 de junio último el periódico británico The Guardian publicó documentos del año 2005 en los que se comprometía una cobertura favorable a determinados políticos de derecha, entre ellos Peña Nieto, mientras denigraba la figura de otros, entre ellos López Obrador, el increíble perdedor del 2006. El 27 de ese mismo mes, el rotativo europeo indicaba que existía lo que catalogó de “unidad secreta de Televisa”, que ahora financió y llevó a cabo una campaña de alto nivel a favor del postulado del PRI.

POLÍTICA DE CONVENIENCIA

En México son normales, en épocas de elecciones, las alianzas políticas en aras de la posterior repartición de cargos, que van desde Ministros y senadores, hasta un cargo sindical. Todo vale en uno de los países considerados más corruptos en ese escenario político en América Latina.

Los votos, el día de las elecciones se compran como si fueran golosinas, por poco dinero, en un país de gente pobre, y muchos en miseria.

El PRI está aliado con el Partido Verde Ecologista de México y el Partido Nueva Alianza, los que conformaron la coalición Compromiso por México. Politólogos mexicanos han expuesto que incluso durante la campaña se evitó la presencia de sindicalistas corruptos —como el del Petroleo, Carlos Romero Deschamps- y otros servidos priistas reconocidos por la población por sus enriquecimientos inexplicables.

La impecable campaña electoral de Peña Nieto parecía no dejar margen a López Obrador y a la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, tercera en las intenciones de voto.

Sin embargo, la irrupción en la escena política del movimiento estudiantil, que se manifestó más de una vez con millares de seguidores en el Distrito Federal contra Peña Nieto, puso una nota extraña en la bien aceitada maquinaria del PRI.

Los jóvenes, quienes hasta ese momento no se habían pronunciado sobre las elecciones, empezaron a combatir, aún sin un programa conocido, desde sus trincheras callejeras, al postulado de la derecha y escucharon con detenimiento las propuestas de López Obrador, quien promete cambios estructurales en la sociedad mexicana.

En México, con algo más de 112 millones de ciudadanos, un 40 por ciento vive en la pobreza, acrecentada luego de la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá (CAFTA) que llevó a la ruina a millares de agricultores.

Aunque a nivel macroeconómico el país se mantiene a flote —la 14 economía a nivel mundial- en lo interno hay una marcada diferencia social debido a la negativa distribución de la riqueza nacional, en manos de unos pocos: el 28% del trabajo está en el mercado informal, y uno de los peores males corroe a la sociedad: la lucha de los narcotraficantes por el poder del traspaso de la droga hacia Estados Unidos que en los últimos años se ha acrecentado por la corrupción de la Policía. 

Es extraño el día en que los periódicos mexicanos no reporten el hallazgo de fosas comunes, atentados, y matanzas realizadas por los narcos, sin que las autoridades encuentren la fórmula para acabar con ese flagelo cuyo receptor es Estados Unidos, el mayor consumidor de drogas en el Planeta.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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