La Fenice de Venecia, el Teatro Real de la Monnaie en Bélgica, el Joyce Theater de Nueva York y el Opera House de Londres, son algunos de los escenarios en los que ha triunfado Danza Contemporánea de Cuba, una compañía que nació pocos meses después del Triunfo de la Revolución Cubana y, como este proceso histórico, se ha caracterizado por buscar su identidad a partir de un discurso auténtico y muy cubano.
Miguel Iglesias está al frente de la agrupación desde hace casi tres décadas, durante las que ha tratado de mantener el espíritu renovador de los años fundacionales e incorporar al discurso creativo del grupo tendencias contemporáneas e inquietudes de las nuevas generaciones.
Apasionado en sus palabras, una conversación con el bailarín y coreógrafo no deja muchos momentos para el silencio. El encuentro fue en su oficina en el Teatro Nacional. La habitación se fue llenando de palabras y gestos mientras develaba los puntos cardinales de la agrupación que dirige.
“Nos apropiamos de lo cubano y lo universal –dice-- por eso somos de la idea de que es válido todo lo que sirva a un bailarín para expresarse. Del ballet aprovechamos elementos técnicos, la oposición de fuerzas de la danza moderna y su tensión dramatúrgica, además de la naturaleza del folclor”.
—Ante tanta variedad de influencias ¿Qué características debe tener el bailarín ideal de la compañía?
—No tengo un cuerpo de baile despersonalizado, sino que los rasgos y las emociones de cada bailarín aportan al conjunto. El aspecto físico es algo sobre lo que se puede trabajar. Me interesan bailarines que tengan las emociones a flor de piel. Que lean lo mismo a Stanislavski que a Isadora Duncan y sepan como expresarse.
“Por esa razón puedes encontrar en nuestro repertorio obras vanguardistas, neoclásicas y otras más experimentales. Constantemente apostamos por esa mezcla de contrastes en el escenario, es un riesgo que hay que correr para mantener la magia”.
—Con un prestigio internacional ya consolidado ¿por qué correr riesgos?
—He tratado de inculcar la idea de que el peligro es quedarnos estáticos. La compañía ha cambiado sucesivamente de nombres desde que se fundó y ello significó, también, transformaciones en su personalidad. Desde que Ramiro Guerra la creó se ha caracterizado por el rompimiento con lo anterior. Aquí convivimos “viejitos” que cuentan con una gran experiencia y vivencias que enseñamos y al mismo tiempo aprendemos de los nuevos que llegan.
“Los jóvenes hoy día viven en circunstancias muy distintas a las nuestras. Hay más violencia, son otras las condiciones económicas del país. Hay que buscar motivaciones para mantener un elenco estable”.
—¿Qué se proponen para celebrar estos 55 años?
—Hemos festejado nuestro aniversario trabajando. Estamos en la primera fase del montaje de la obra Ibsen en La Habana que pretende dar una reinterpretación de la obra del famoso escritor noruego desde la mirada de nuestra cultura latina. Hay proyectos de giras por el extranjero e incluso una participación en una película del género musical.
—¿Cuáles son los principales desafíos de la compañía?
—No sé que falta a largo plazo o en el futuro, pero si sé qué es lo que hace falta todos los días. Tenemos la filosofía de que, más allá de la constancia, el éxito está en que cada miembro de la compañía interprete lo que tiene que hacer y lo haga lo mejor que pueda sin importar el lugar en que se presente. Veo el horizonte, desde Cuba, con mucho optimismo”.
Vicky Larraín
21/7/17 19:07
Maravillosa experiencia con la Compañía Danza Contemporánea de Cuba, y su gran director Miguel Iglesias. hombre de gran solidaridad, de rigor y amor por el arte y esta Compa{ia que durante 30 años ha levantado. Feliz de haber trabajado con ellos. Que gran acogida recibi.
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