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martes, 5 de noviembre de 2024

El poeta detrás del hombre a una nariz pegado

Francisco de Quevedo un escritor de existencia turbulenta, de vida intrigante, polémico y ofensivo...

Diany Castaños González en Exclusivo 17/09/2014
2 comentarios

Fue Francisco de Quevedo un escritor de existencia turbulenta, de vida intrigante, polémico y ofensivo. Usó la lengua –el idioma y el órgano– con precisión de cirujano, haciendo uso del lenguaje más florido... pera también el más burdo, mefítico y hediondo.

Poesías Picarescas, un libro al azar de su poesía burlesca, muestra estrofas que no pueden, de ninguna manera, ser menos delicadas. El poemario parece un catálogo de insultos.

“Mostraba aquel personaje
por melena de alemán,
de zurriagazos de pijas,
desportillado el mear.”  

No solo insultaba, sino que lo hacía contra todos. Hay quien dice que era misógino. La realidad es que era misántropo. Para todo el mundo tenía Quevedo una crítica burlona. A Luis de Góngora, su enemigo íntimo, el otro gran representante del barroco español de la época, lo inmortalizó con un poema que parece dictado por lengua de víbora. 

“Yo te untaré mis obras con tocino,

porque no me las muerdas, Gongorilla,

perro de los ingenios de Castilla,

docto en pullas, cual mozo de camino.

Apenas hombre, sacerdote indino,

que aprendiste sin christus la cartilla;

chocarrero de Córdoba y Sevilla,

y, en la Corte, bufón a lo divino.

¿Por qué censuras tú la lengua griega

siendo sólo rabí de la judía,

cosa que tu nariz aun no lo niega?

No escribas versos más, por vida mía;

aunque aquesto de escribas se te pega,

por tener de sayón la rebeldía.”

A pesar de su mordacidad y sus sátiras, hay biógrafos que dicen que Quevedo era un tímido irremediable. Dicen que su sarcasmo y vileza eran solo una máscara para esconderse del mundo. Que toda su mordacidad era un montaje, que eran poco más que vestimentas de bufón para disimular un pudor excesivo. Aseguran que se mostraba áspero con las personas porque tenía una sensibilidad extrema, y que era, por ende, muy fácil hacerle daño.

De la autenticidad de su naturaleza retraída, es poco probable que obtengamos a estas alturas más que criterios de biógrafos. En cambio, hay algo que sí quedó de este gran escritor del Siglo de Oro español: su obra, sumamente amplia (casi un millar de poemas) y versátil.

Gran parte de la literatura de Quevedo era virulenta y mordaz. Tímido o no, tenía una daga en la lengua. Jamás poeta alguno insultó con tanta exquisitez, ni describió tan magníficamente su aversión. El siguiente soneto Quevedo se lo escribió a Góngora.

“Érase un hombre a una nariz pegado,

Érase una nariz superlativa,

Érase una alquitara medio viva,

Érase un peje espada mal barbado;

Era un reloj de sol mal encarado.

Érase un elefante boca arriba,

Érase una nariz sayón y escriba,

Un Ovidio Nasón mal narigado.

Érase el espolón de una galera,

Érase una pirámide de Egito,

Los doce tribus de narices era;

Érase un naricísimo infinito,

Frisón archinariz, caratulera,

Sabañón garrafal morado y frito.”

Da igual como haya sido. Es poco probable que los biógrafos se pongan de acuerdo después de cuatro siglos y medio. El caso es que muy pocas veces en la historia, el nacimiento de un hombre es el nacimiento de una literatura: Quevedo manejó como pocos el idioma castellano, y escribió cuanto género existía en su época; desde sonetos a sátiras, pasando por la letrilla y el romance.

No en balde, decía Borges, Quevedo era más literatura que hombre.


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Diany Castaños González

A aquella muchacha le gustaba acostarse soñando imposibles, hasta que despertó una mañana segura que, durante la noche, había dormido apoyando su cabeza sobre el ombligo de Adán.

Se han publicado 2 comentarios


emiliocf
 18/9/14 16:24

Hombre muy de su tiempo, participó en cuanta intriga se le presentó. Presumo que las diferencias con Góngora eran mucho más que literarias o de estilo. De su obra me quedo con el Buscón. Saludos.

ss
 18/9/14 16:11

Uno de lo grandes del barroco español y de la literatura de todos los tiempos sin duda. Gracias por su mención

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