Demián Bichir es una de esas personas que te impresionan en la pantalla. Si lo tienes delante, pasados los primeros cinco minutos, ya es otra cosa. Si algo me cohibía cuando iba camino al Hotel Nacional para entrevistarlo, era tener una conversación con este hombre, al que le precede un enorme talento que hizo que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas norteamericana lo distinguiera con una nominación al Oscar en 2012, con lo que se convirtió en el segundo actor mexicano —después de Anthony Quinn— en ser considerado para este prestigioso lauro.
Natural y campechano, taza de café mediante, Demián se encargó de disipar las aprensiones. Habiendo crecido en una familia de gente del espectáculo —los Bichir son reconocidos como una de las dinastías más importantes del arte cinematográfico, televisivo y de las tablas de México—, se notaba lo acostumbrado que está a dar entrevistas. Y si tuvo que ofrecer muchas en el día inaugural del ciclo fílmico que vino a presentar con su hermano Odiseo y su padre Alejandro, no lo dejó entrever.
“Estoy encantado de regresar, no esperé que me tocara esperar siete años para volver”, fue lo primero que dijo, refiriéndose a su visita por primera vez a Cuba para preparar uno de los personajes que, según él, le ha costado más interpretar: el Fidel de las dos películas de Steven Soderbergh sobre el Che.
—¿Cómo es trabajar en familia?
—Es divertido y complicado. El cariño relaja la disciplina, y a veces a uno se le olvida que tu papá es el director. Yo hice una obra de teatro hace dos años en México, y fue la primera vez que me dirigió Bruno, el más chico de mis hermanos. Yo recuerdo que me decía todas las mañanas cuando íbamos al ensayo: “No se te olvide que es el director, no es tu hermano el menor”.
“Básicamente somos profesionales, sabemos cómo es el protocolo, y cómo llegan a acuerdos siempre el actor y el director para sacar adelante el trabajo. Así es como estoy acostumbrado yo. Desde mi hermano hasta Soderbergh”.
—Cuando me enteré de su visita, lo primero que me vino a la cabeza fue el Marco Ruiz de El Puente, porque es lo que estoy viendo en este momento, pero luego recordé —¿cómo no hacerlo?— el Fidel de las películas de Soderbergh. Dijo en una entrevista que “desayunó, almorzó y cenó Fidel por cinco meses”.
—Ha sido la mayor cantidad de tiempo que he tenido para preparar una película. La mayoría de las veces te enteras a veces muy cercana la fecha de comienzo del rodaje, y poco puedes hacer con algún cambio físico, pero Fidel fue uno de los retos más importantes que he tenido, porque es uno de los personajes que el mundo entero conoce muy bien.
“Cuidé mucho el lenguaje, la gestualidad. Me basé en relatos de gente que lo conoció. Hasta me cuidaba la barba como si fuera de oro. Para mi fortuna, me tocó interpretarlo cuando más flaco era, porque si hubiera tenido que hacerlo cuando triunfa la revolución, hubiera sido difícil… Es una montaña.
”Una de las cosas maravillosas de la película, y es la magia del cine, es que Benicio del Toro tiene la estatura de Fidel y yo la del Che, estábamos al revés, y para poder reproducir lo más cercano a la realidad, todas las escenas que tuvimos juntos siempre estuvimos, o yo sentado y él parado, o al revés, porque todo lo demás fue en la selva. Cuando filmamos la escena donde nos conocimos en Ciudad de México, pusimos tarimas para yo estar más alto que él”.
—También interpretó aHidalgo. ¿Cómo es meterse en la piel de estos personajes tan conocidos?
—La ventaja de interpretar Hidalgo fue que nadie sabía cómo hablaba, como se movía. No se sabe qué hacía con los brazos ni con las manos, y cuando entras a la red existen 15 diferentes versiones de cómo era él, entonces era un poco complicado. En ese sentido sabían que era un hombre calvo y pelo cano a los últimos días de su vida. La voz que yo le regalara era la voz que iba a tener, la esencia del personaje radicaba en otras cosas: en este amor por la vida, por las artes, el teatro.
“Entonces, claro, nunca pienso en la responsabilidad. Si lo hago me quedo sentado en mi cuarto muerto de miedo, y no salgo. Y si hubiera pensado en la responsabilidad de haber hecho a Fidel Castro, con (Steve) Soderbergh, con Benicio del Toro: en dos películas que costaron millones y millones de dólares, no lo hubiera podido hacer. Trato de no pensar, a veces la inconciencia me mantiene a salvo”.
—Personajes que lo hayan marcado…
—Sin dudas, estos dos que mencionaba. He tenido muchos puntos importantes, de quiebre, a través de mi carrera, y es de alguna manera lo que me ha hecho evolucionar como actor, lo que sucede con la vida en general, y es que cuando te enfrentas a un hecho duro en tu vida: la pérdida de un ser querido, irte de casa por primera vez a vivir solo, el primer amor, tu primer trabajo; ese tipo de circunstancias te marcan para toda la vida, cada una de ellas te hace un ser humano distinto y eso ocurre con los personajes. Hay algunos que te marcan y que definen tu carrera como actor, Fidel es uno de ellos, Hidalgo es uno de ellos, el que me tocó hacer en la película A better life, con la que me nominaron al Oscar, la que hicimos sobre el jardinero, un padre soltero que tiene que sacar a su hijo adelante para evitar que caiga en drogas, pandillas; ese es un trabajo fundamental en mi vida, y me ha pasado también en teatro.
—Ha trabajado mucho en Hollywood…
—Mi paseo por esos lares corresponde a que no me estoy tranquilo en ningún lado. Mi madre me llamaba Pata de Perro, me decía que era un callejero. Me fui a Nueva York porque quería aprender inglés, trabajar en el teatro. Pero he filmado en muchos lugares: Bolivia, Colombia, acabo de regresar de Argentina, donde por primera vez filmo con una directora mujer.
“He filmado en España, Irlanda; yo voy a donde quiera. Y, curiosamente, contrario a lo que mucha gente puede pensar, no tengo diez ofertas esperándome en México. Por eso sigo buscando mi propio camino. Desafortunadamente no siempre son buenos proyectos lo que le ofrecen a uno, alguien puede pensar que si te ofrecen hacer una película extraordinaria, enseguida te ofrecerán otra fantástica, pero no.
”La cantidad de veces que uno dice que no es muy amplia, muchas son historias que a mí no me interesa contar. En EE. UU., después que hice A better life, que es una película muy importante porque habla de la verdadera esencia del problema migratorio, que es el humano y no el político, como se han empeñado el Congreso en convertirlo; después de eso me han ofrecido incontables papeles de jardinero y también tienes que decir que no. Hay muchos guiones que rechazo donde los mexicanos son basura, unos corruptos; las mujeres son prostitutas, y de lo único que se habla es de narcotráfico.
”Si A better life me la hubieran ofrecido en México, la hubiera hecho. He estado buscado mi propio camino. Me voy a China si me ofrecen un guion bueno. Con el trabajo en Argentina me pasó algo muy chistoso. La directora me envía el guion por correo y comienza el mensaje: Yo sé que este es un caso perdido pero de todas maneras tengo que intentarlo y no… Muchos piensan que porque tengo una nominación al Oscar voy a pedir un salario igual a lo que cuesta toda la película.
”En Estados Unidos me preguntan qué se siente pertenecer al cine independiente. Y yo me pregunto, ¿esto es cine independiente? Una película que cuesta diez millones de dólares? Lo que hacemos nosotros en Latinoamérica sí es independiente, que con menos de un millón se hace una película”.
—Se dice que en Hollywood hay crisis de historias, ¿cuánto hay de cierto en eso?
—Son precisamente las historias frescas, poco comunes, las que revientan al mundo. Todo el mundo copia y copia. Las fórmulas que funcionan se repiten. Dicen que no hay nada nuevo que inventar. En ese sentido, Hollywood tiene problemas desde hace tiempo. El ejemplo más claro es que constantemente están rehaciendo historias que funcionaron en el pasado, y cuando una película funciona en Francia, pum, compran los derechos para hacerla en inglés.
“Uno de los ejemplos más claros es este: Una vez, en la nominación a mejor guion original estaban Carlos Cuarón y Pedro Almodóvar, una industria que no puede juntar cinco grandes historias es muy sintomático, eso y el hecho de que los dos son geniales, y son verdaderamente grandes contadores de historias originales. Tu pensarías que un país que hace tantas películas al año tendría que tener mejores posibilidades, creo que se debe a que no es lo mismo ponerle atención a un puro hecho a mano, que a una máquina que haga miles y miles al minuto”.
—Ha dicho que quiere venir al Festival de La Habana con su película…
—Tengo una película que escribí y que dirijo, es la primera vez que lo hago. Espero que esté lista para venir a La Habana. Se llama Refugio, y es una exploración de la búsqueda del amor y cómo un niño se transforma en hombre en este proceso. Es una historia de redención, donde el azar juega un papel importante, sucede en México y en Estados Unidos, y Jorge Perugorría hace de mexicano y es mi padre, además.
“Tengo un reparto muy rico, de México está Arcelia Ramírez, Juan Carlos Colombo, Julio Bracho, Ana Claudia Talancón, Ludwika Paleta, Eva Longoria, Jason Patric, Juan Manuel Bernal; hay muchos buenos amigos que hacen cameos. Tuve la posibilidad de juntar todos esos elementos para lograr hacer esta película, es un cuento sobre la búsqueda del amor.
”De verdad quisiera traer esta película a La Habana, porque aunque ha venido mi trabajo, yo nunca he podido estar físicamente. Me haría mucha ilusión. Espero que esta oportunidad, este ciclo homenaje a mi familia, abra una puerta para mejorar las relaciones culturales entre Cuba y México. A fin de cuentas, compartimos una historia que no la puede negar nadie”.
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