De repente todo resulta harto confuso. La gente se asemeja demasiado a las estatuillas y las estatuillas demasiado a la gente. Hay personas llevando figuras de cerámica y figuras de cerámica que, de reojo, parecen tener vida. ¿Quién será el modelo de quién? ¿Qué será el modelo de qué?
Una fotógrafa detiene su trabajo. Recupera el torso, deja colgada la cámara al cuello y nos pregunta por qué. “De verdad no entiendo. ¿Qué sentido tiene? ¿Por qué?”.
Frente a nosotros, un hombre que tal vez no rebase el umbral de los treinta se desplaza de rodillas con su hija de meses en los brazos. Un maremágnum de miradas lo rodea. Los voluntarios de la Cruz Roja lo acompañan: una le cubre el sol con un pañuelo abierto, otro le revisa las vendas que “protegen” las protuberancias superiores de las tibias. Su esposa, más joven, lleva el coche donde descansará la pequeña una vez papá termine su calvario.
No son la excepción. Pocos metros hacia adelante, en cuatro puntos, se desplaza una mujer de cuarenta. Tiene la cara desdibujada y encharcada de sudor. Parece estar a punto de llorar cuando se queja. El socorrista de turno la peina con los dedos y le coloca tras la oreja un fleco suelto, mientras le dice, en el rango de la ternura, “dale, que te falta poco…”.
Cien metros atrás, un tipo enclenque aún arrastra, con la espalda pegada al pavimento, una roca atada por alambres, cadenas y tres cuerdas que le tiran de los tobillos y de la cintura.
Por más de cuatro kilómetros, resulta norma ver gente caminar descalza. Desde Santiago de las Vegas hasta esta iglesia de El Rincón, hay un rosario de sacrificios este 17 de diciembre de 2022. Sacrificios con distintos grados de complejidad, de entrega: hay quien conduce a su niña de rodillas, hay quien gatea en solitario, hay Sísifos que llevan piedras hay quien va descalzo y hay quien va.
No hay características exteriores que permitan aseverar que es cosa de “este tipo de gente”. No parece haber un “tipo de gente” como tal. Hay personas con prendas caras y personas casi sin prendas, hay hombres y mujeres, ancianos, niños, adultos, negros, blancos, mestizos, ramos de flores raras, ramos comunes, gente sin flor, gente con velas raras, con velas comunes, con velas que llevan diez años guardando para un día que resultó ser hoy, velas compradas allá afuera, gente sin vela.
Muchos repiten la oración que el padre del santuario va dictando y que se lee en una pantalla idéntica a la de cualquier discoteca. Muchos no abren la boca y solo miran. Muchos ejecutan la lección del cura, que les enseña cómo persignarse y por qué. Muchos no mueven un dedo y solo miran. Aquella señora trajo su rosario entre las manos y esta de aquí vino con Eleguá y con Yemayá en el cuello.
En los costados yacen los altares de quienes están desde temprano. Familias enteras no se moverán de aquí hasta después de las once o doce de la noche. En otras tantas casas del resto de Cuba, sobre cajas y latones maquillados por telas blancas y moradas, familias enteras estarán todo el día con las velas consumiéndose ante la estatuilla del santo, familias en el sillón con las puertas clausuradas, atentas por si una vela se cae y prende todo, que ya está bueno de desgracias.
¿Quién se arriesgará a establecer un porqué? ¿Quién tendrá el parejero valor de hablar por tanta gente?
¿Por qué? ¿Para qué? ¿Por quién?
¿Porque en mi casa siempre se hizo? ¿Por qué me trajo mi madre? ¿Porque él quería, antes de morir, venir y hacerlo y nunca pudo? ¿Porque un ultrasonido me dio malas noticias? ¿Para que a ningún ultrasonido se le ocurra decir lo que no puede decir? ¿Porque mis chamas tienen que aprender desde ahora a respetar y querer a mi viejito? ¿Porque dicen en el barrio que las visas se demoran menos cuando le pides al que tienes que pedirle? ¿Para que me sanen las jodidas úlceras? ¿Para que las piernas no fallen? ¿Por que ya no sé qué más hacer y ya hice todo lo que me dijeron y estoy desesperado, contra, que me muero, me muero yo, no puede ser, me muero? ¿Porque sí y a nadie le importa?
¿Certezas? Solo tres:
El sacrificio no es un invento arbitrario y retórico que un grupo de políticos impuso. El sacrificio es un método incrustado en nuestro espinazo cultural y en no pocas ocasiones, desde determinadas estructuras de la razón, parece tener móviles irracionales.
Cuba irá con su fe mestiza —acompañándola, respetándola o sintiéndola— o no irá.
Hay que sentir mucho miedo y mucho amor para vagar de rodillas con un niño entre las manos.
EL SANTO QUIERE QUE SE REPITA
CON LOS PERROS
LA SAGA DE LA FAMILIA
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