Las montanas son el horizonte… caña a ambos lados del camino… nombres que remontan al tiempo extraviado: Tacámara-Níspero-Cueto-Barajagua… hasta que entramos en las tierras del viejo Castro, el fundador…
El camino real ubica la geografía del lugar, su sentido de todas partes, y montones de jóvenes se riegan por el batey, cada uno buscando su propia leyenda…
Bajo el algarrobo Antonio da la bienvenida, promete magia y lo logra con su pasión, su propia historia… tanto sol nos reta… y miramos embelesados las casas, las casitas, los arboles, los misterios… Antonio toma de la mano…
Antonio nos describe la familia, los cuartos, la cuna donde nacieron los 7 hermanos, las anécdotas de la infancia… cuenta que Fidel cargaba de niño a Raúl y lo llevaba consigo… que Ramón era otro padre, que la madre, Lina, era amorosa pero no malcriaba a los hijos…
El mirador, el cuarto de los padres… ventanas y luz a raudales… Antonio habla de la imagen de Fidel junto a la ventana, con la mirada fija en la loma de la Yaya, que tanto le gustaba escalar… tal vez ahí empezaron muchas cosas que luego nos cambiaron la vida…
Antonio nos hala entonces hacia la casa que el padre Castro hizo construir para su hijo abogado pero que después del incendio de la casa grande, ocupó la familia… entramos en otra parte de los recuerdos… Lina, creyente, Lina que armo a sus hijos para el frio y las tempestades de la vida, que tenía sus propios rituales como aquel cuadro de símbolos que ella misma hizo con sus manos… con las imágenes de Raúl, Fidel, Camilo y Che…
Antonio narra, vive el tiempo pasado y lo hace presente en la emoción. De 26 instalaciones iniciales que tuvo el batey quedan 11, el algarrobo tiene 130 años, Lina fue quien nombro a Fidel ” el caballo”, su animal preferido, grande, fuerte y leal… la casa grande tuvo 76 pilotes de caguairán… ese que esta junto a la casa tiene 400 años y “no le entra una puntilla de frente”…
El camino real sigue orientando todas las rutas y la montana el horizonte… Si el algarrobo pudiera contar!!!!! pero esta la yerba del camino, el rio, la gente de generación en generación, el sonido de los grillos y pájaros del monte, la memoria que deber ganar al olvido, la ruta que conduce a Birán para encontrar el sentido de muchas cosas… sobre todo del horizonte nuestro…
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