El trabajo en el medio de prensa le ha permitido incursionar con similares cuotas de satisfacción en diversos géneros fotográficos como la foto informativa, el retrato o la entrevista, la fotografía documental, la instantánea deportiva y el fotorreportaje.
Su fotografía se caracteriza por la aplicación creativa de las diferentes técnicas fotográficas en función del mensaje periodístico. Si se es lo suficientemente perspicaz se puede apreciar en su trabajo un alto sentido de la estética y una esmerada composición que en ocasiones alcanza cierto vuelo artístico y conceptual, sin entrar en contradicción con los cánones tradicionales de la fotografía de prensa o documental propia de los medios de información.
Destaca en su trabajo la cobertura de desastres naturales, las visitas al país de destacadas personalidades, así como de eventos culturales. Sus fotos ilustran con asiduidad la portada del periódico Trabajadores.
A lo largo de su carrera en el fotoperiodismo ha recibido diversos premios entre los que destaca el Premio Nacional de Periodismo Gráfico Juan Gualberto Gómez por su labor anual en 2008. Sus fotos forman parte de importantes exposiciones colectivas y han sido recogidas en publicaciones y libros como Cuba, más allá de los sueños, de la Editorial José Martí en el 2003.
Al ser interrogado brevemente para la revista La Jiribilla sobre su trabajo, estas fueron sus respuestas.
¿Las reglas del fotoperiodismo han cambiado en estos tiempos en que todos podemos ser “fotógrafos” de una manera u otra?
Sin duda, los avances tecnológicos de nuestro tiempo han revolucionado más de una disciplina y la fotografía no ha sido ajena a ello. Pero han cambiado más las formas que las reglas del fotoperiodismo. La no manipulación y la objetividad siguen siendo las reglas de oro. Muchas personas hoy llevan consigo un dispositivo que les permite tomar fotografías con más o menos decencia técnica. Esto les convierte en testigos potenciales y aumenta exponencialmente la posibilidad de contar con una cámara en el lugar más insospechado y en el momento propicio. Esto ha reforzado el valor de la fotografía como documento y ha refundado la premisa de que una foto es una ventana al mundo. Todos quieren fotos de los acontecimientos. El fotoperiodismo en mi opinión es también una actitud. Tener una cámara disponible no te convierte necesariamente en fotógrafo.
¿Cuál es la premisa a la hora de hacer una fotografía? ¿Qué elemento privilegia?
Si estoy haciendo fotoperiodismo privilegio los elementos informativos de la escena por encima de los estéticos. Aunque esto no significa un divorcio entre ambos, el documento es lo que debe prevalecer. Si la situación lo permite me detengo en detalles y ángulos. Una foto periodística no es mera fotografía, es obra también.
¿Cómo logra convertirse el fotorreportero en algo más que el auxiliar del periodista con el que trabaja? ¿Cómo establecer esa comunicación que hace de la fotografía un espacio también autónomo y creativo?
Es sabido que en la universidad no se imparte la disciplina de fotoperiodismo que debería ser una especialización de la carrera de periodismo. El fotógrafo de prensa deja de ser un “auxiliar o fotógrafo de piquera” en cuanto empieza a involucrarse en el trabajo que cubre y a generar ideas propias. Se convierte entonces en fotorreportero. Por lo general los periodistas solo poseen conocimientos rudimentarios sobre fotografía, muy propios de la laguna académica en este aspecto. Es el fotógrafo quien domina los códigos, la semiótica propia de la imagen. Por lo tanto, está en la superación personal y en el aprendizaje que se deriva de la práctica, lo fundamental para desligarse de la posición reduccionista que suele asignársele en la dupla periodística.
De este modo el profesional de la fotografía madura estilos y visiones que a la postre se traducen en producciones creativas, novedosas y se distancia de la simplicidad y de la rutina que suele acompañarle cuando se conforma con ser el mero acompañante del periodista.
¿Puede hacer una valoración sobre el trabajo de los fotorreporteros en estos momentos en Cuba?
En estos momentos los fotorreporteros cubanos experimentan un boom a partir de los numerosos jóvenes que están renovando los staff de los diarios y también gracias a las nuevas tecnologías que permiten publicar trabajos, ensayos o fotorreportajes que muchas veces los medios tradicionales impresos no son capaces de asimilar, ya por espacio, ya por prejuicios. Esto ha permitido la incursión en temas e historias cuya documentación es, sin duda, de gran valor para el futuro y se ha convertido en instrumento de superación profesional.
Es importante decir que la labor del maestro Félix Arencibia en la formación de los fotógrafos y el espíritu de superación que infundió desde el Instituto Internacional de Periodismo José Martí es parte importante del momento que vive el fotoperiodismo en nuestro país.
Por otro lado es interesante el número de fotógrafas, algo impensable hace tan solo diez años atrás, cuyo trabajo destaca por la calidad y profundidad. Muchas de ellas lideran colectivos de fotorreporteros de medios de gran alcance. El círculo que nos representa en la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y el cual presido se encuentra entre los más activos de la organización.
¿Podemos encontrar puntos de contacto entre su obra y el trabajo de los maestros de la llamada fotografía épica de inicios de la Revolución?
La obra de los maestros de la épica revolucionaria es una inspiración constante en las generaciones que los suceden. Testigos de una época excepcional de la historia, supieron plasmarla con gran profesionalidad. Su estilo devino en una estética particular. Muchas de esas imágenes devinieron iconos universales. En mi caso pienso siempre en hacer una foto que trascienda, que posea valores estéticos e informativos. Es cierto que la época que me tocó vivir y fotografiar no es la misma, pero la épica de lo cotidiano es, sin duda, un tema constante en estos tiempos.
¿Qué elementos indispensables recuerda de la obra de Osvaldo Salas, de quien celebramos su centenario?
Tuve la suerte de conocer a Salas, al viejo Salas como le llamaban, aunque yo no pensaba ni por asomo ser fotógrafo aún. De su obra recuerdo los encuadres rotundos y ese olfato para sus fotografías. Las composiciones limpias, la luz perfecta. Sin duda, un maestro.
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