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jueves, 21 de noviembre de 2024

Hombres y mujeres de azul, orgullo histórico de la nación

A cincuenta y tres años de fundada la Policía Nacional Revolucionaria, los retos siguen creciendo en el nuevo contexto socioeconómico, ante los que la preparación de sus miembros debe mantenerse en pie

Ana María Domínguez Cruz en Exclusivo 05/01/2012
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Policia Nacional Revolucionaria.

—¡Papá, papá, yo quiero ser policía! —desea en voz alta mi vecinito, de ocho años, luego de haber visto “a hurtadillas” uno de los capítulos del serial Tras las Huella. En ese momento no se le cuestionó sus horas de sueño burladas ni la corta edad que tenía para saber a qué aspirar en el futuro.

—Pues adelante —le dijo su papá—, tienes que estudiar mucho para que seas un policía valiente, justo y preparado.

Y quienes escuchamos la anécdota, después de sonreír, nos llenamos de orgullo por el incipiente “defensor de la ley” que ya se quiere formar como miembro de las filas de la Policía Nacional Revolucionaria pero sobre todo, nos miramos muy serios porque la responsabilidad es tan grande que desde ya la familia debe contribuir a ella.

Son miles de hombres y mujeres —le expliqué al pequeño— que velan por nuestros sueños y nuestra tranquilidad, que se preparan constantemente para ser cada día mejores y que se merecen todo nuestro respeto, como lo tuvieron los fundadores de esa institución hace muchos años.

Cincuenta y tres, para ser exactos, justo los mismos años que celebra la Revolución Cubana. Por ella se instituyó, aliada de la ciudadanía, la hoy conocida Policía Nacional Revolucionaria, la que tiene su antecedente en la Policía Rebelde, la representación ante el pueblo del Ejército Rebelde.

La semilla, en realidad, se sembró en la Sierra Maestra cuando en octubre de 1958 el entonces Comandante Raúl Castro —hoy presidente del Consejo de Estado y de Ministros— emitió la Orden Militar 49 o Ley Orgánica, en la que su artículo 14 promovía la creación de la sección de la Policía Rebelde que debía velar por un sólido orden interno en las zonas montañosas del Oriente cubano.

Desde allí, a pie o a caballo, salían los jóvenes policías rebeldes a cumplir con su deber, con el apoyo de los campesinos de la región, hasta que se creó en San Luis la primera unidad policial en zona urbana, en 1959.

Tras el triunfo revolucionario fueron muchas las hazañas que protagonizaron los “ascendientes” de este ejército azul como la creación del histórico Batallón de Combate que en febrero de 1961 se alistó para la lucha contra los bandidos que se ocultaban en Matanzas y en las lomas del Escambray, su participación en los combates por la victoria de Playa Girón, los momentos del sabotaje al vapor La Coubre y los sucesos de la Embajada del Perú y de agosto de 1994, más recientemente. Ellos mismos hoy ven en sus continuadores espíritu y temple suficiente para serlo, sin que esto le haga confiarse y abandonar toda preparación.

Precisamente porque son los jóvenes los más comprometidos con su tiempo y quienes, generalmente, han cumplido con preservar el orden público, la tranquilidad ciudadana y la seguridad vial, son ellos los que más preparados deben estar para asumir y enfrentar los desafíos del día a día, entre los que también está el enfrentamiento al delito, la corrupción y las ilegalidades.

Como es una exigencia de los nuevos tiempos contar con una policía más profesional, además de la adquisición de las técnicas modernas y del perfeccionamiento de los mecanismos del Sistema de Vigilancia y Patrullaje, se necesita una preparación sistemática, tanto para quienes laboran en barrios y comunidades como de quienes integran las fuerzas especializadas como la ferroviaria y la de carretera.
Según expresa el teniente coronel Juan Alberto Regueria Macías, subdirector docente de la Academia de Policías Mártires de Tarará —institución que está en un proceso de construcción, remodelación y ampliación—, los estudiantes están agrupados en tres cursos fundamentales: Formación Básica Policial, que incluye los Agentes de Orden Público, de la Motorizada y de Patrulla; el curso integral de Oficiales de Policía; y los especializados, para preparar oficiales al cargo y reservas para puestos de dirección.
“Como parte del plan de estudios de cada uno de esos cursos reciben un conjunto de asignaturas que además les garantizan un adecuado nivel cultural, en correspondencia con la ciudadanía.

“En el centro se preparan alumnos de todo el país, aunque el objetivo principal es que la incorporación de los capitalinos sea mayor, lo que redundaría en un ahorro de recursos en cuanto al traslado de agentes de otras provincias y se cumpliría el llamado a que la capital tenga sus propios policías, sobre todo para desterrar viejos prejuicios en torno a esta especialidad”.

“No obstante, la preparación física y la académica no basta para ser la policía más organizada, preparada, motivada, consciente y, a la vez, la más humana del mundo, como nos exhortó Fidel en una ocasión. Es necesario además crecer en valores, ética y responsabilidad, llevemos o no el uniforme, para ganarnos el respeto del pueblo, para quien trabajamos y a quien le debemos ser consecuentes con lo que, desde hace 53 años, esta Revolución ideó para su bienestar. Debemos seguir siendo los hombres y mujeres de azul que han sido el orgullo histórico del país”, añadió Macías.

De eso puede encargarse la familia, la escuela y todo el que rodee a niños como mi vecinito, al que se le deslumbran los ojos ante un agente policial y todavía le pregunta, como siempre hacen los niños:

¿Policía, policía, tú eres mi amigo?


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Ana María Domínguez Cruz

"Una periodista cubana en mi tercera década de vida, dispuesta a deslizar mis dedos por el teclado".


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