En días recientes, un cubano residente en Estados Unidos, procedente del sur de la Florida, arribó de forma ilegal a la costa norte de Matanzas, con el objetivo de llevar a cabo acciones violentas en nuestro país. Gracias a la denuncia oportuna y a la intervención de los órganos del Ministerio del Interior, se desarrolla en este momento una exhaustiva investigación que impidió la concreción de los planes desestabilizadores durante este fin de año.
Los resultados preliminares de la pesquisa arrojan que el terrorista llegó a territorio antillano en una moto acuática, con prestaciones que permiten su navegabilidad. Se ocupó armamento luego de su detención.
Durante el transcurso de la investigación saldrán a la luz los detalles de esta tentativa de ataque contra Cuba. Sin embargo, hay elementos que ya se pueden afirmar: los cubanos residentes en Estados Unidos, tienen vínculos con terroristas que radican en ese país y que promueven públicamente acciones violentas contra Cuba. Además, han recibido entrenamiento militar con armas, preparación física y recursos para ejecutar estos planes en territorio nacional.
Entre estas personas se encuentran los implicados, y entre ellos también, terroristas que han sido incluidos en la lista de personas sometidas a investigaciones penales, buscadas por las autoridades cubanas a partir de su implicación en la promoción, planificación, organización, financiamiento de actos de terrorismo contra Cuba.
Los actos de terrorismo que propagan el odio, hieren y matan a miles de personas inocentes cada año. Cuba, como víctima también de este flagelo, bien lo sabe.
Pareciera que el terrorismo contra el país fuera del pasado, cómo olvidar el atentado de Barbados y otros tantos hechos dolorosos, pero no es el caso. En la historia reciente vemos cómo se manipula, se fomenta el odio y la violencia desde las redes sociales para ir supuestamente a acabar con Cuba. También está presente en actos de terrorismo contra embajadas cubanas en el exterior como lo sucedido el 26 de julio de 2021 en la cubana en París, a donde fueron lanzados tres cócteles molotov que provocaron un incendio. Mientras que el 30 de abril de 2020, un estadounidense disparó 32 veces con un rifle semiautomático a la embajada cubana en Washington.
En medio de esta situación, el gobierno de Estados Unidos mantiene a Cuba en su arbitraria lista de países patrocinadores del terrorismo desde 1982. Solo en 2015 estuvo excluido, cuando Obama en su política de acercamiento con Cuba retiró al país de esta. Sin embargo, su sucesor Donald Trump, junto a unas 243 medidas hostiles, volvió a incorporarlo, decisión que mantiene el actual presidente, Joe Biden.
La permanencia de Cuba en dicha lista solo cumple intereses políticos que arrecian las restricciones del bloqueo al país caribeño, con afectaciones en su economía y a su gente para instar un cambio de gobierno.
Mientras millones de cubanos nos preparamos para el fin de año que se acerca, algunos en el exterior siguen apostando por la violencia y el terror, y unos pocos en Cuba, les siguen el juego. La denuncia popular, el descubrimiento temprano, la investigación profunda y la justa sentencia para los responsables será siempre el camino. La impunidad, jamás.
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