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domingo, 24 de noviembre de 2024

Siempre malditos

La posición gringa con respecto al referendo constitucional en Siria confirma que nada es bueno para Washington, salvo imponer sus intereses...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 28/02/2012
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Referendo Sirio
El referendum tuvo una asitencias a las urnas de casi el 60 por ciento de los votantes.

Era al seguro. ¿Quién en su sano juicio podía esperar del cabecilla de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de sus restantes acólitos en Europa, de las satrapías árabes, del sionismo israelí y de los extremistas musulmanes una sola palabra de aprobación al referendo organizado este febrero por Damasco para reformar la Constitución nacional?

Y no podía ser de otra forma porque los que hablan a montones de inmovilismo, rigidez y totalitarismo para referirse a otros son los primeros en cargar tales defectos.

¿Prueba? El reiterado y cargante hecho de pintar de blanco y negro el mundo y sus realidades, de desconocer la diversidad, y de negar el valor de otros proyectos y criterios. La absurda política de solo admitir lo que responda a sus intereses, y de anular y aplastar todos los derechos y prerrogativas de los ajenos.

Pésima visión, vale recordar, que no ha dejado de contagiar a no pocos proyectos políticos, y que si bien ha costado incontables muertes, penurias y daños morales y éticos a la gente, también ha hecho rodar más de una cabeza prepotente y más de un orden autodenominado perfecto, eterno e infalible.

Y es en esa cuerda que se mueven las críticas, desaires y descalificaciones de las fuerzas reaccionarias internacionales al intento de las autoridades de Damasco de encontrar una salida incruenta y participativa a una crisis interna que, si bien puede poseer incentivos locales, obedece en mucha mayor medida a la injerencia foránea y al plan imperial de ganar terreno global en su marcha de conquista hacia el Este, contra los blancos ruso y chino.

Lo llamativo es que se está atacando un proceso de consulta donde acudió a las urnas casi el 60 por ciento de los votantes -más de ocho millones, de los catorce millones de ciudadanos sirios-, y en el cual una cifra superior al 89 por ciento de los electores otorgó el SÍ a la reformas en la Carta Magna.

Cambios que, por ejemplo, desestiman el papel del actual partido gobernante como líder nacional único, que establecen el derecho a la existencia y participación de otras entidades políticas en la controversia por el gobierno, y que limitan el tiempo para ocupar la presidencia del país a un máximo de dos períodos, de siete años cada uno.

Sin embargo, ese panorama, cuya finalidad es lograr que la nación siria resuelva sus problemas por sí misma y en paz, disgusta a gobiernos como los de los Estados Unidos, donde no es raro que un presidente llegue a la Casa Blanca con apenas 30 por ciento de los votos emitidos, en comicios donde el abstencionismo las más de las veces ronda la mitad de los posibles electores, y en los cuales el dinero es el eje de toda campaña hacia la Oficina Oval o el Congreso.

O promueve malas caras entre dinastías árabes para las cuales el único derecho político se limita a obedecer ciegamente a las “autoridades divinas”, donde no existe la más mínima posibilidad de disensión u oposición, y donde incluso las prácticas represivas medievales hacen de “preceptos sagrados de la justicia”.

Y es que, al final, la gran concesión aceptable para Washington y sus socios es solo una: convertir a Siria en otro protectorado de USA en el Oriente Medio y Asia Central.

Esperemos, pues, luego del referendo constitucional, junto a las ya manifiestas “condenas” y “repulsas” imperiales, la continuidad de las acciones agresivas contra Damasco, en cuya concreción se están dando la mano desde hace mucho las raleas del occidente y el oriente en su calidad de  oportunistas fundamentalismos.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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