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lunes, 25 de noviembre de 2024

¿Qué le espera a EE.UU. con Trump de nuevo como presidente? Él mismo da las respuestas

Aunque aún no da pistas sobre sus planes de cara a un posible segundo mandato, el ex mandatario intenta afianzarse en territorios críticos de cara a las elecciones de noviembre...

Haroldo Miguel Luis Castro en Exclusivo 04/05/2024
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Quien ocupara la Casa Blanca desde 2017 y hasta 2021 no descarta la posibilidad de emplear la violencia política de resultar perdedor en los venideros comicios federales (Foto: Flirck).

El ex presidente y principal candidato por el Partido Republicano para las venideras elecciones federales de Estados Unidos (EE.UU.), Donald J. Trump, volvió este miércoles a sus actividades de campaña electoral.

Por primera vez desde que comenzara su juicio penal en Nueva York, el magnate inmobiliario aprovechó su único día fuera de la sala de tribunal para organizar mítines en Wisconsin y Michigan, dos estados de suma importancia de cara a noviembre; y en los que ganó en 2016, pero perdió en 2020.

Así, mientras se perfila su camino para una posible revancha con el actual mandatario Joseph R. Biden, Trump, imposibilitado de realizar una campaña tradicional con normalidad a raíz de los distintos procesos judiciales con los que lidia, intenta acortar distancias en territorios críticos.

Los primeros sondeos sugieren que ambos estados suponen a día de hoy un reto para la actual administración y una oportunidad para el candidato del Grand Old Party, quien pudiera hacerse con los votos electorales de la parte alta del Medio Oeste.

Ello, motivado fundamentalmente por la virtual pérdida por parte de Biden de votantes de la clase trabajadora, descontenta con la inflación, y de votantes árabes estadounidenses, como consecuencia del apoyo de su gestión al genocidio llevado por Israel contra Palestina.

Si bien la más reciente encuesta publicada por CNN mantiene a Trump, a falta de siete meses para los comicios presidenciales, con ligera ventaja sobre el inquilino de la Casa Blanca, los sondeos realizados por CBS News hace apenas unos días muestran que, en el caso de Wisconsin, Michigan e, incluso, Pensilvania, hay muy poco margen de aceptación entre uno y otro.

Por eso, no debe sorprender la inesperada entrevista que concediera Trump a la revista Times, una publicación, quizá lejos del caché de antaño, pero con una influencia importante sobe un sector considerable del electorado estadounidense.

Realizada en dos sesiones a principios de abril desde su residencia en Mar-a- Lago, Florida, Trump, como suele suceder, supo arreglárselas para apenas dar detalles de sus planes en un hipotético segundo gobierno. Sin embargo, sí dejó algunas pistas que pueden comenzar a dibujar lo que le espera a EE.UU. de vencer.

Con una retórica, cuanto menos, temeraria, no descartó la posibilidad de apelar a la violencia política de sus partidarios, similar a la ocurrida el 6 de enero de 2021, de resultar perdedor. “No creo que vayamos a tener de eso. “Creo que vamos a ganar. Y si no ganamos, ya sabe, depende. Siempre depende de la imparcialidad de las elecciones”, dijo.

No obstante, esta no es la primera vez que hace declaraciones de este tipo, pues a lo largo de su carrera política se ha negado a reconocer su derrota en procesos similares. Lo hizo en Iowa en 2016 tras queda segundo en los caucus y acusar al senador por Texas, Ted Cruz, de fraude. Estrategia que repitió más tarde contra Hillary Clinton, cuando, sin fundamentos, manifestó en repetidas ocasiones que las elecciones— en la cual terminó ganando— estaban amañadas.

Por otra parte, sus declaraciones sobre el aborto mostraron las limitaciones y potenciales peligros políticos que traería consigo su deseo manifiesto de dejar en manos de los estados la decisión de enjuiciar a las mujeres por abortar. “No tengo por qué sentirme cómodo o incómodo. Los estados van a tomar esta decisión. Los estados van a tener que sentirse cómodos o incómodos, no yo”, declaró Trump ante el cuestionamiento de la posibilidad de vetar una prohibición federal sobre este tema.

Con relación a la desproporcionada agresión de Israel sobre el territorio palestino, se mostró impreciso. Asumió una postura con respecto a Benjamin Netanyahu mucho más crítica que evidenciada por el actual ejecutivo, pero fue incapaz de ofrecer una solución a corto y mediano plazo.

Lo que sí parece tener claro es su postura con respecto a la migración. Otra vez volvió a repetir las falsas afirmaciones que vinculan a los inmigrantes con la violencia y habló de su deseo de desarrollar un modelo similar a la “Operación Espalda Mojada”, la iniciativa llevada  a cabo a lo largo de la frontera con México durante el gobierno de Eisenhower.

Trump aseguró que su objetivo descansa en la deportación de entre 15 y 20 millones de indocumentados, cantidad de personas que ni si quiera se tienen contabilizadas en el país. Y se pronunció a favor de la militarización como una herramienta a emplear para ello ya que no los considera civiles.

De esta forma, y con una narrativa menos entusiasta hacia la idea de implosionar el estado profundo y de “drenar el pantano” que representa el sistema político estadounidense— temas sobre los cuales enfocó su atención durante la campaña de su primer mandato— lució el que ahora intenta venderse como el patriota que intenta terminar el trabajo. El show ya ha comenzado y no lo piensa desaprovechar 


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Haroldo Miguel Luis Castro

Periodista y podcaster


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