Los XVII Juegos Olímpicos de la Nueva Era se efectuaron en Roma, Italia, entre el 25 de agosto y el 11 de septiembre de 1960, con la participación de 5 396 atletas procedentes de 84 países. Estos Juegos tuvieron la novedad de ser bendecidos por el Papa Juan XXIII y en ellos los deportistas de la extinta Unión Soviética volvieron a imponerse al acumular 43 medallas de oro, 29 de plata y 31 de bronce para hacer trizas los sueños del Tío Sam, cuyos representantes solo pudieron hacerse de 34 preseas de oro, 21 de plata y 16 de bronce.
Cuba presentó un reducido número de atletas compuesto por nueve hombres y tres mujeres, los cuales batallaron sin éxito alguno en 12 de los deportes programados. En atletismo lo hicieron Bertha Díaz en 80 metros con vallas, el triplista Ramón López Fleitas y el velocista Enrique Figuerola Camué, el de más destacada actuación al arribar cuarto en la final de los 100 metros lisos, ganados por el alemán Army Hary. Para el pase a la final, Figuerola tuvo que superar al estadounidense Ray Norton, su vencedor un año atrás en los Panamericanos de Chicago 1959.
López Fleitas resultó eliminado tempranamente, al igual que lo fueron el boxeador peso ligero Esteban Aguilera, el espadista Abelardo Menéndez, las gimnastas Julia Uría y Yolanda Williams, los pesistas Juan M. Torres y José Yañez y el nadador Rubén Roca, 100m y 40 metros libres, quien tampoco pudo avanzar a semifinales. En yatismo Clase Star, los hermanos Carlos y Jorge de Cárdenas, tripulantes del Vesania fueron relegados esta vez al lugar13.
NO ERA EL MOMENTO.
A escasamente un año y ocho meses del triunfo de la Revolución Cubana no se podían esperar grandes resultados en el elevado nivel olímpico. Entre las múltiples transformaciones socio políticas que se originaban en el país, el deporte, hasta entonces discriminatorio para las grandes mayorías, aguardaba por el cambio que lo convirtiera en legítimo derecho del pueblo, cambios que llegarían a partir del 23de febrero de 1961, con la creación del Instituto Nacional de Deporte Educación Física y Recreación, (INDER).
WILMA RUDOLPH, ABEBE BIKILA
Entre tantas celebridades del deporte mundial que se dieron cita en la capital romana hay dos que sobresalen con brillo propio: la velocista estadounidense Wilma Rudolph y el fondista etíope Abebe Bikila.
A los 11 años de edad, la Rudolph era virtualmente una inválida, afectada por la poliomelitis que desde muy niña inutilizó sus piernas. Lejos de “tirar la toalla”, la muchacha luchó contra la cruel dolencia, se entregó a los ejercicios y en 1956 la ex lisiada llegó a competir en los Juegos Olímpicos de Melbourne donde no arriba a finales. Lejos de desalentarse, vuelve a la pista, intensifica los entrenamientos, y cuatro años después la vemos de nuevo en los Juegos.
En Roma la historia sería otra. La muchacha arrolla en los 100 y 200 metros planos y completa la tríada de medallas doradas con otro oro en la posta 4 por 100 que cierra con una sprintada de espanto al cruzar la meta en punta luego de haber recibido el batón con retraso. Las tres medallas acompañadas de dos récords olímpicos y uno del mundo.
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