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miércoles, 27 de noviembre de 2024

Yasuní: verdades y dobleces

La explotación de un pozo de petróleo en el Parque Yasuní ITT, en Ecuador, ha provocado polémicas...

Elsa Claro Madruga en Exclusivo 22/09/2013
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correa yasuní
"Necesitamos nuestros recursos naturales para superar la pobreza y la miseria”, dijo Correa.

¿Conoce usted el “fracking”? Es un método para extraer gas de las rocas del subsuelo, usando agua a presión, en grandes cantidades, y con diversas sustancias químicas. Aseguran los especialistas que es un proceso muy peligroso debido a que contamina tanto la tierra como los mantos freáticos. Pero está de moda.

En Estados Unidos, por ejemplo, se dice que pueden lograr autosuficiencia energética explotando los yacimientos rocosos donde se han localizado vetas de hidrocarburos en ese estado. Un extenso plan está en marcha, aunque, por ahora,  prefieren aplicar esa producción en otros países.

Hasta el momento y excepto reconocidos y sinceros ambientalistas, nadie ha dicho algo fuerte contra el sistema descrito ni se lanzaron al cuello de Barack Obama porque favorece ese proyecto, pero sí quieren cortarle la yugular al presidente ecuatoriano Rafael Correa porque decidió explotar un pozo de petróleo, de los muchos que se pudieran abrir, en el Parque Yasuní ITT.

Este sitio es una de las áreas protegidas existentes en ese país andino que cuenta con el 60% de todo su territorio sujeto a régimen de suelo en salvaguarda. Según explicó el carismático mandatario, solo se explotaría el uno por mil de ese Parque Nacional, o sea, 200 del millón de hectáreas que conforman un sitio privilegiado con la mayor biodiversidad por kilómetro cuadrado de toda la Amazonía.

Al explicar el propósito, Correa advirtió que se emplearían métodos poco agresivos para el medio y que se establecerá, desde el inicio, una severa vigilancia sobre el cuidado ambiental. El propósito es obtener ingresos públicos (alrededor de 18 000 millones de dólares) para dedicarlos al desarrollo de las propias comunidades que habitan esa misma área.

Indígenas de la zona realizaron una marcha reciente hasta Quito, en apoyo del proyecto que, a semejanza de otros que vienen implementándose en Ecuador, proporciona atenciones sanitarias, educativas e infraestructura a personas y regiones precisadas de esos cuidados.

Datos de la CEPAL certifican que bajo la administración de la Revolución Ciudadana, Ecuador se ubicó en el primer lugar dentro de Latinoamérica en lo que respecta a la disminución de las desigualdades y el tercero en reducción de pobreza.

¿DÓNDE ESTÁ EL PROBLEMA?

Sucede que en 2007 Correa planteó en la ONU una excepcional propuesta: dejar bajo tierra el petróleo citado, como aporte en el propósito de disminuir las emisiones de gases con efecto invernadero. Como es lógico, y tratándose de un país en vías de desarrollo, pidió crear un fondo especial de compensación bajo control del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, que acumulara 3 600 millones de dólares a lo largo de 12 años, cantidad equivalente a la mitad de los ingresos que pudiera obtener Ecuador si explotara el recurso.

Transcurrió un sexenio después de la oferta y apenas se obtuvo el 0,37% de la cifra, que el mandatario denominó, creo que adecuadamente,  corresponsabilidad con el cambio climático, pues beneficiaría a todos los habitantes de nuestro maltratado planeta. Los datos lo confirman: podría evitarse la emisión de 400 millones de toneladas de CO2, a la atmósfera, de no aprovechar el yacimiento. Aclaremos que esas propagaciones se generarían con la combustión del hidrocarburo, no con su extracción.

Por lo tanto, mientras Ecuador, país pequeño, con grandes necesidades acumuladas tras una sucesión de gobierno fallidos y en tenaz batalla por mantener un crecimiento sostenido, alcanzado bajo la administración progresista de Correa,  renunciaba a explotar uno de sus recursos naturales, las naciones ricas iban a continuar expulsando sus tóxicos con total irresponsabilidad y sin aportar un mínimo resarcimiento a quien se sacrificaba por el bien general.

“Necesitamos nuestros recursos naturales para superar la pobreza y la miseria”, dijo el jefe de estado de Ecuador cuando anunció “con profunda tristeza, pero también con absoluta responsabilidad con nuestro pueblo y nuestra historia, (que) he tenido que tomar una de las decisiones más difíciles de todo mi gobierno. He firmado hoy el decreto para la liquidación de los fideicomisos Yasuní ITT”.

Correa plantea que los seres humanos y la satisfacción de sus necesidades, son parte de la naturaleza. No se salva nada subestimando a sector tan decisivo de ella, sobre todo cuando uno de los platillos de la balanza se queda vacío.

A Correa y su gabinete le tachan de extractivista, sin tener en cuenta las leyes y actos emprendidos para que los consorcios extranjeros dedicados al petróleo no abrieran nuevos pozos y cuidaran mejor el ecosistema, poniéndole fronteras a la explotación dentro de marcos ecológicamente tolerables. Se sabe sobre las destructivas maniobras de Chevrón-Texaco en el mismo Ecuador o el desastre medioambiental en el delta del Níger, pero esas u otras transnacionales no son llevadas a la picota.

Tampoco se apreció con la altura debida la avanzadísima oferta de dejar bajo tierra lo que tantas guerras y despropósitos causan en este maltratada Tierra.

“El factor fundamental del fracaso (del proyecto) es que el mundo es una global hipocresía” (…) la iniciativa se adelantó a los tiempos, y no pudo o no quiso ser comprendida” dijo Correa cuando hizo el anuncio con realismo y valentía de buena raza.

Posiblemente se haga un referéndum, que si triunfa tiene por recorrer un camino largo, con más espinas que flores. Entre los opositores a obtener petróleo en ese trozo mínimo del Yasuní, hay bienintencionados, pero también una buena cantidad de farsantes ataviados con un ecologismo ocasional muy sórdido y tramposo.


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Elsa Claro Madruga

Analista de temas internacionales


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