NOAL: fidelidad y continuidad

En un mundo controvertido como el nuestro, resulta evidente que las eficaces creaciones políticas no ceden al tiempo, con más razón cuando, a pesar de los cambios que impone la vida, saben identificar aquellos nuevos contenidos y objetivos que hacen necesaria la prolongación de su desempeño.

    Y es lo que viene sucediendo con el Movimiento de Países No Alineados, NOAL, estructurado en 1961 en Belgrado, en la Yugoslavia ex socialista, y que ha llegado con responsabilidades y bríos renovados a su Décima Octava Cumbre realizada este octubre en Bakú, la capital de la república de Azerbaiyán.

   Casi seis décadas atrás los No Alineados vieron la luz en una humanidad dividida en dos bloques ideológicos y militares contrapuestos, y su principal tarea residió en defender los intereses de los países ajenos a ambos polos equidistantes, buena parte de ellos sometidos aún a esquemas colonialistas y neocolonialistas.

  Sin embargo, hoy el escenario donde todavía tienen mucho que hacer está marcado por el desboque reaccionario de la primera potencia capitalista, sobreviviente de su puja con la desaparecida Unión Soviética y creída de su “consagración por la Providencia” para regir, por cualquier medio, los destinos y voluntades de todas las naciones del orbe.

   Y si ayer pulularon a cuenta de los poderosos las agresiones, los bloqueos, la rigidez y le demonización contra los expoliados que intentaron desafiar el dominio de los grupos hegemonistas, en nuestros días bien poco ha cambiado en esa nociva conducta habida cuenta que el “vencedor” de la bipolaridad pensó que el cambio político universal de décadas atrás le otorgaba las llaves de la coronación como emperador global.

   De manera que, en las nuevas condiciones, los No Alineados no podía desmovilizarse. En todo caso, se iniciaba una nueva etapa de resistencia y lucha contra un enemigo que, paradojas de la historia, con su furia y altanería ha convertido en retroceso propio lo que creyó un nuevo tiempo de jolgorio y prepotencia.

   Y lo hablado, analizado y discutido en Bakú está en esa cuerda: la necesidad de unidad y convergencia reforzadas  de los No Alineados como una fuerza más en el universo de aquellos que en todo el planeta aspiran y luchan por un mundo multilateral, apegado a la justicia, al entendimiento mutuo, al fin de la violencia, a la desaparición del peligro de las  armas nucleares, a la extinción de las practicas terroristas, a la defensa del medio ambiente, al respeto a los derechos ajenos, y a la equilibrada y sensata colaboración entre todos los pueblos de la Tierra.

   Fue precisamente ese el sentir mayoritario de los Jefes de Estado y Gobierno llegados a Azerbaiyán desde todos los rincones del denominado Tercer Mundo, y que se recoge en los documentos derivados de tan significativa cita.

   En Bakú, por tanto, hubo recuento, hubo recorrido por la historia, y hubo también mirada al presente y al futuro. Valoración de toda la barbarie y hostilidad que el hegemonismo aún despacha contra aquellos que considera molestos por su oposición a dejarse manipular y matar a cuenta de los particulares intereses del imperio.

   Hubo además solidaridad con los agredidos de ayer que todavía enfrentan y sufren la furia del enemigo, y con las nuevas víctimas de sus incesantes locuras desestabilizadoras de nuestros días.

   En consecuencia, los NOAL, pésele a quien le pese, estuvieron, están, y estarán en la línea de combate mano a manos con todos aquellos que en estos tiempos dicen NO los egocentrismos, los caprichos y el burdo desempeño de los patrones del barco injerencista con puerto madre en la Oficina Oval.