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domingo, 24 de noviembre de 2024

Niños náufragos

Tras una investigación del Departamento de Justicia de los Estados Unidos en hogares de ancianos de Miami, Fort Lauderdale, Orlando, Tampa y St. Petersburg se supo que en ellos había más de doscientos niños discapacitados...

Iroel Eri Sánchez Espinosa en Exclusivo 13/09/2012
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El sistema de servicios de EE.UU. ha conducido al aislamiento de niños en hogares.

“El señor Curbelo viene a las diez. Va directamente a la cocina, donde lo están esperando Caridad, Josefina, y otra empleada llamada la Tía, que ocasionalmente se encarga de bañar a los anormales Pepe y René. Conferencian. Desde el portal, veo a Curbelo hablar con energía a sus empleados. Luego da una palmada y todos se disgregan. De pronto todo es un gran corre-corre. Arsenio va por los cuartos colocando grandes rollos de papel higiénico al pie de las camas. La mulata caridad manda a Pino, el loco mandadero, a que traiga, urgentemente, de la bodega un jamón para el potaje. Josefina, provista de un escobillón, corre por los cuartos quitando las telas de araña del techo y los rincones. La Tía, cargada de sábanas y toallas limpias, va con urgencia por los pasillos cambiando la ropa de cama sucia y orinada. El mismo Curbelo, moviéndose con habilidad por la sala, pone sobre el piso sucio y descascarado, alfombras nuevas, traídas con premura desde su casa.

“-¡Inspección -dice la Tía al pasar junto a mí- ¡Hoy viene una inspección del gobierno!”

Escenas similares a estas, descritas en la novela Boarding home (El hogar de los náufragos) por el escritor cubano Guillermo Rosales, deben haberse vivido en hogares de ancianos de Miami, Fort Lauderdale, Orlando, Tampa y St. Petersburg, en el sur de la Florida, donde una investigación del Departamento de Justicia de los Estados Unidos encontró “más de doscientos niños discapacitados”. Leyó usted bien: ¡niños discapacitados en hogares para ancianos!, incluyendo bebés.

Rosales narra en su libro el descenso a un infierno del que no le es posible escapar a los protagonistas de su libro y la connivencia del propietario con las autoridades para mantener una atmósfera de suciedad, abuso y enajenación donde la humillación es la constante. Alimentado por su experiencia en el paso por varios lugares similares en Miami, Rosales escribió un libro breve y extraordinario, premiado por Octavio Paz, que la pobreza cultural de Miami no supo apreciar -y que lo condujo al suicidio-, pero no pudo imaginar que en ese ambiente se albergaran niños con discapacidad.

“Ciertamente, el estado ha planeado, estructurado y administrado un sistema de servicios que ha conducido a la segregación y al aislamiento innecesario de niños en hogares durante muchos años”, dice el informe citado por el diario El Nuevo Herald, que califica esas instituciones de “a menudo sórdidas”.

El subsecretario de Justicia, Thomas E. Pérez, ha enviado una carta a la procuradora general, Palm Bondi, en la cual señala que el estado de la Florida recortó “millones a programas que apoyan a los padres de niños discapacitados, rehusó $40 millones en fondos federales que hubieran permitido a algunos niños quedarse en sus casas o regresar a ellas, y animaron a los asilos para que albergaran a niños, incluso con la derogación de regulaciones estatales que limitaban el número de niños que podían permanecer en hogares junto a personas adultas”.

El Departamento de Justicia dijo que estas medidas “no sólo son contrarias a las leyes federales, sino que además causan daño a los infantes que se hallan en hogares mal equipados para cuidarlos, donde los pequeños se ven a menudo privados de educación y sin poder ver a sus propios padres y hermanos porque los separan cientos de millas” y “están imposibilitados de socializar con otros niños de su propio nivel y a menudo se ven forzados a sentarse durante horas frente a un televisor por la falta de recreación u otras actividades”.

“Es una historia de intentos sistémicos por parte del estado de la Florida para privar a familias y a niños discapacitados de los cuidados que necesitan”, dijo el abogado de derechos civiles Matthew Dietz.

“La casa decía por fuera boarding home, pero yo sabía que sería mi tumba”, dice en la primera línea de su libro Guillermo Rosales. Esperemos que estos niños discapacitados del Sur de la Florida corran mejor suerte.


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Iroel Eri Sánchez Espinosa


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