Nigeria enfrenta la agenda del terror

Con la reciente masacre de 43 agricultores en la comunidad de Zabarmari, en Borno, norte de Nigeria, la secta terrorista Jama’atu Ahlis Sunna Lidda’awati wal-Jihad (Boko Haram) mostró otra vez hasta dónde llega su saña.

En una grabación de vídeo, el jefe de la facción extremista, Abubakar Shekau, indicó el hecho y amenazó con atacar al presidente, Muhamadu Buhari, si volvía a visitar la ciudad de Maiduguri, capital del Estado septentrional, donde el mandatario se encontró con autoridades y expresó sus condolencias por las víctimas de las agresiones.

Fuentes oficiales informaron que en Zabarmari los integristas dieron muerte a 43 aldeanos que laboraban en los arrozales, aunque la ONU en un primer momento se refirió a 110 y en su mensaje Shekau cifró en 78 los campesinos muertos, de hecho las tres partes confirmaron el crimen.

Esa matanza ilustró que aún Boko Haram opera al amparo de una sospechosa impunidad, lo cual aporta veracidad a las hipótesis sobre conspiraciones para debilitar el papel de Nigeria como país soberano, primer productor africano de petróleo y con un importante peso geopolítico en la región occidental del continente.

También, el pasado mes, siete soldados que custodiaban una caravana gubernamental murieron en la localidad de Kukawa, en el mismo Estado, durante un ataque perpetrado por integrantes de la secta contra los militares que apoyaban al gobernador, Bagana Zulum, quien distribuye ayuda a desplazados internos.

Asimismo, el diario The Premium Times difundió que seis militares perecieron y 26 resultaron heridos en un asalto de la facción, la cual les tendió una emboscada entre las localidades de Jagiran y Monguno, en Borno, además hubo un número indeterminado de desaparecidos y el robo de vehículos.

El ejército nigeriano refuerza su enfrentamiento contra el terrorismo y la delincuencia asociada a este en el norte del país. (Tomada de qiraatafrican.com).

Esas acciones divulgadas por la prensa generaron una fuerte reacción de las fuerzas de seguridad nigerianas y el propio jefe del ejército, general Tukur Buratai, llamó la atención sobre una mayor insistencia en el enfrentamiento a la actividad terrorista de Boko Haram y su aliado, el Estado Islámico en África Occidental (ISWA).

“No estamos en operaciones de mantenimiento de la paz, operaciones de seguridad interna o acciones de disuasión. Esta es una verdadera guerra”, precisó el general Buratai.

Como respuesta a esa demanda se notificó oficialmente la destrucción de guaridas del ISWA en ataques contra sus posiciones en las localidades de Ngwuri Gana y Tumbuma Baba, en la periferia del lago Chad, como parte de la amplia operación Lafiya Dole.

También la Fuerza Aérea emprendió una batida contra secuestradores en la carretera que une a Abuja con el norteño Estado de Kaduna, con la cual aniquiló a muchos de ellos, según el Cuartel General de Defensa, que amplió sobre la operación Thunder Strike con componentes de varias armas que despejó esa vía terrestre.

La guerra contra el terror en el norte de Nigeria escaló en 2009, cuando miembros de Boko Haram atacaron dependencias oficiales en Maiduguri, disturbios que no cesaron pese a la muerte del fundador de la secta, Mohamed Yusuf, a quien sucedió en calidad de “emir” del grupo Abubakar Shekau.

Shekau extendió esa insurgencia al resto de los países de la cuenca del lago Chad. (Camerún, Níger y Chad) que operan con Nigeria en una fuerza conjunta contra la secta y su similar ISWA, de creación más reciente, comandada por Abdullah Ibn Umar al Barnaui, pero considerada tan criminal como su antecesora.

En ese ámbito de violencia sobresale la convergencia entre bandas de malhechores y terroristas, ambos procuran establecer su dominio a través del miedo, algunos observadores opinan que el cuadro general es parte de una conspiración para evitar que Nigeria cumpla su papel en la construcción de África occidental.

Otros van más lejos y relacionan el ambiente de tensión persistente con cuestiones de dimensión global, por ejemplo, se amplifica el terror para imponer conclusiones que pueden ser nocivas para la solidez de un Estado o una región y frenar o al menos limitar sus posibilidades de desarrollo.

Los más recientes acontecimientos sin dudas muestran que el terrorismo no es un fenómeno aislado, en el caso del norte de Nigeria puede vincularse directamente con el radicalismo confesional distorsionado, pero también con la pobreza y la falta de opciones de progreso que aprovechan los reclutadores.