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sábado, 23 de noviembre de 2024

¿Más con menos?

Washington estructura su aparato militar, pero no sus intenciones agresivas...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 25/01/2012
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Barack Obama
EEUU anuncia nueva estrategia de defensa con austeridad fiscal.

No tiene nada de novedoso. La potencia más endeudada del planeta, sumida en una crisis casi crónica desde el 2008, y embaucada en guerras de ocupación a escala planetaria, tenía más tarde o más temprano que repensar sus abultados gastos militares.

Sobre todo cercanas las elecciones de fines de este año, donde Barack Obama, el “apresurado” premio Nobel de la Paz, intentará mantenerse en la Oficina Oval y para ello debe propagar alguna buena nueva entre sus posibles votantes.

Y una de ellas sería, precisamente, el “reacomodo” de las fuerzas armadas locales y un “reajuste” de los gastos del Pentágono.

El presidente ha dicho que, como Comandante en Jefe de los ejércitos norteamericanos, las decisiones en juego han sido adoptadas con toda responsabilidad, de manera que para nada se comprometerán, ni la manida “seguridad nacional”, ni los objetivos de conquista en el exterior, ni la posibilidad de mantener varios conflictos al unísono.

Pero con todo, la bolsa no está dando lo esperado, y en consecuencia, se impone la “racio-nalización”. Habrá por tanto vacantes en los actuales volúmenes de tropas para ser llenadas con artificios tecnológicos de todo tipo, aseguran el presidente y su Secretario de Defensa León Panetta. 

Solo que el propio presidente cometió el desliz de aseverar textualmente que “lo que se ahorre en materia de efectivos, servirá para pagar la ultramoderna tecnología bélica.” ¿Y donde se economiza entonces, pregunta mucha gente?

Eso, sin desdorar otra cifra que no acaba de cuadrar por ninguna parte. Y es que el Pentágono recibirá este año 662 mil millones de dólares, un monto igual al presupuesto de guerra con el que concluyó George W. Bush su mandato, y que sigue siendo superior a la suma destinada para esos fines por los diez países que siguen a los Estados Unidos en la lista de los mayores dispensadores de dinero para la titulada “defensa”.

De todas formas, la Casa Blanca insiste, y pinta de novedosos axiomas ya gastados como la “responsabilidad compartida”, en alusión a que los aliados de Washington no podrán seguir escondiendo la cabeza en la tierra cuando de atacar a presuntos oponentes gringos se trate, como ocurrió recientemente en Libia con la artera presencia de la OTAN.

Por otro lado, las esencias persisten. Asia Central y Oriente Medio seguirán siendo prioridades castrenses de las “renovadas” fuerzas armadas Made in USA, como parte de la estra-tegia de cercar a Rusia y a China en sus propias fronteras.

Y como era de esperar, el movimiento de Obama, aunque más paja que otra cosa, ya encendió los ánimos entre los tradicionales guerreristas, que a las puertas de los comicios ge-nerales de este 2012 acusan al mandatario de “debilitar el poderío norteamericano a escala global”, en el afán de llevarse el pato al agua en las urnas.

Sin embargo, lo peor sigue estando detrás de las discusiones, acusaciones, jugarretas, mani-pulaciones y oportunismos, y es la realidad de una economía que eroga muchísimo más de lo que ingresa desde hace decenios, y que ha privilegiado a los más poderosos por sobre los mayoritarios, incluido en ese selecto primer grupo a un complejo militar industrial que se siempre se pondrá las botas, ya sea vendiendo uniformes, fusiles, proyectiles y vehículos, que robots aéreos o armas “inteligentes”. 


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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