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domingo, 24 de noviembre de 2024

La batalla por la verdad (+Video)

El presidente venezolano Hugo Chávez camina con paso firme hacia la reelección el próximo 7 de octubre, pero la oposición mantiene su plan de deslegitimizar el proceso electoral...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 23/08/2012
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Campaña de Hugo Chavez
Hugo Chavez en campaña.

Las tendencias de opinión en Venezuela continúan brindando un favorable margen de victoria al presidente Hugo Chávez en su reelección el próximo 7 de octubre, pero aunque la oposición expresó que aceptara su ya considerada inevitable derrota, lo cierto es que, de manera abierta, o muy solapadamente, mantiene su plan de deslegitimizar el proceso electoral y accionar sus seguidores, que tampoco son pocos, para buscar los enfrentamientos con el pueblo chavista.

La situación en la nación suramericana, aun cuando las encuestas dan una segura victoria a Chávez, candidato del Polo Patriótico —más de tres mil organizaciones encabezadas por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) es de suma tensión, no porque el gobierno y el pueblo duden del triunfo de su líder, sino por lo que pueda ocurrir luego de que se conozcan los resultados oficiales, ya que se conocen los preparativos de la contrarrevolución.

Un reciente estudio del Centro de Medición e Interpretación de Datos Estadísticos (Cmide 50.1) sitúa al líder bolivariano en 58,9 por ciento de votos favorables, y al opositor Henrique Capriles Randosky en 31,3 por ciento. O sea, el postulado del Polo Patriótico aparece con un 27,3 por ciento de ventaja sobre su rival, lo que no deja, a estas alturas, duda alguna de quien será el vencedor en unos comiicios en las que se juega no solo el futuro de Venezuela, sino de América Latina, dada la política integracionista económica de la Revolución Bolivariana contra los grandes organismos del poder financiero mundial.

La oligarquía venezolana es sumamente poderosa. No se resigna a que el Presidente Chávez, una figura nacida del pueblo, al cual ha inmerso en decenas de proyectos y programas que en apenas 12 años han sacado de la pobreza a un 22 por ciento de la ciudadanía, se ha convertido, con su valentía política, carisma y personalidad, en el líder por excelencia de los cambios políticos en América Latina.

El líder de la Revolución Boliviariana — ha dado un singular ejemplo de su voluntad personal y política- cuando convaleciente de una enfermedad maligna decidió candidatearse, ganar y seguir adelante —aun cuando su salud estuvo muy quebrantada-. La población más vulnerable, por la que tanto ha luchado, lo considera una figura imprescindible en la política nacional, aún cuando él ha repetido que “todos y todas somos Chávez”, quitándose el protagonismo que le pertenece y dando la visión de futuro de que aun cuando el faltara, en el pueblo están sus ideas y su valentía. 

Pero los oligarcas, que ya lo daban por muerto —cuando volvió a la arena política más vivo que antes, si eso es posible- y habían minimizado los planes ante el sueño del triunfo de Capriles, el candidato de los Estados Unidos y uno de los dirigentes del golpe de Estado contra el Mandatario en el 2002, volvieron a arremeter contra la maquinaria chavista, usando viejos y nuevos métodos golpistas.

Los opositores venezolanos cuentan para tratar de desprestigiar al proceso electoral con una maquinaria mediática —de la cual el candidato de la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD) forma parte al estar emparentado con la cadena periodística de los Capriles- .

A los viejos lacayos del imperialismo estadounidense pertenecen la mayoría de los medios de comunicación venezolanos. Veamos. El 80 por ciento de las televisiones y emisoras, y una mayoría de las 118 compañías de prensa son privadas y en su gran mayoría apoyan al postulado del MUD y lo que este representa, es decir, la vuelta al pasado.

Esa estructura mediática, que día a día irrespeta al Presidente —al que incluso un locutor llamó “mono” por ser mestizo- cuenta con los mecanismos y el personal para llevar adelante una campaña cuyo propósito inicial —y he ahí el iceberg del plan antigubernamental- es sembrar la duda sobre la transparencia del proceso electoral y sus ya eventuales resultados.

En fecha reciente, un analista denunció que el National Endowment for Democracy (Fondo Nacional para la Democracia estadounidense), una de las tantas pantallas de la Agencia Central de Inteligencia, afirmó que “Tenemos un arma mortífera, los medios de comunicación”, según repitió después un Almirante retirado, participante en el fallido golpe de Estado del 2002.

Los planes de la contrarrevolución en Venezuela caminan junto a la par del proceso político bolivariano. Ya intentó difamar las elecciones parlamentarias del 2005, cuando en arrogante gesto decidieron abstenerse de participar para enviar al mundo el mensaje de que no le interesaba involucrarse en un proceso electoral supuestamente viciado. El número montado entonces no dio resultado: solo ganaron permanecer fuera de la Asamblea Nacional (Parlamento) durante un quinquenio. Ahora, la confrontación es más fuerte por parte de los “pitiyanquis”, como suele llamarlos el Mandatario.

En ese sentido, el exvicepresidente venezolano, el periodista José Vicente Rangel afirmó que (cito textualmente):” Hay un trasfondo logístico que garantiza el montaje: ayuda exterior como nunca se vio en el país y empleo a fondo de los medios. Y existe otro aspecto oculto: articulación de una política militar destinada a desestabilizar a la institución y la preparación de grupos de acción para operar en la calle al conocerse resultados adversos. En fin, una trama subversiva global, tradicionalmente concebida y aplicada en la región, que se reactiva en el caso venezolano. Advertirlo es obligante para quienes estamos en la acera de enfrente, dispuestos a actuar ante la amenaza que se cierne sobre la democracia venezolana y el Estado de derecho”.

La oposición venezolana conoce que, como nunca antes en la historia nacional, posee el respeto de las instituciones nacionales, al extremo de que quizás, ya conociendo estos planes que pueden llevar una confrontación directa en la nación, con pérdidas de vidas humanas de ambos lados, se le permite actuar, aunque poniendo al descubierto sus macabros planes.

Aun cuando las encuestas favorecen a Chávez, y el pueblo le sigue de manera mayoritaria, no puede olvidarse que hay un porcentaje alto que favorece a Capriles, y con él a los grandes medios, las intervenciones foráneas, y sobretodo, están dispuestos a seguirlo en su aventura de tratar de desestabilizar la nación y con ello favorecer —lo cual no es improbable- la intervención extranjera, más aun luego de la denuncia hecha por Rangel respeto a las filas militares, aunque sean minoritarias.

Es por eso que el líder bolivariano ha advertido en varias ocasiones que la batalla comienza después del 7 de octubre, cuando la oposición saque nuevamente de manera abierta sus garras. Para ello, está preparado el pueblo venezolano, el poderoso PSUV y sus militantes, y la más alta dirección política, que conoce los entretelones de los planes contrarrevolucionarios.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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