De "bailes satánicos sobre los huesos de nuestros antepasados” califica los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi, el jefe de la guerrilla caucasiana, Doku Umárov, quien desde meses atrás lanzara sus amenazas sobre actos destinados a malograr el evento deportivo internacional que debe inaugurarse el 7 de febrero del 2014.
Tras la emisión del video donde se proclama autorizado por Alá para usar cualquier medio con el fin de impedir el acontecimiento deportivo, ocurrieron varios sangrientos atentados en Rusia. Uno en octubre recién pasado, y otros dos en menos de 24 horas en la antigua Stalingrado.
Las primeras investigaciones apuntan hacia las llamadas viudas negras, mujeres de insubordinados, chechenos sobre todo, que perecieron en combate durante algunas de las dos contiendas libradas en la zona, una vez desaparece la URSS. Todos los ataques emprendidos fueron contra civiles.
Alrededor de mil víctimas es el saldo provocado solo por esas fanáticas, reclutadas por personajes como Umárov, quien se autoproclamó soberano del Emirato del Cáucaso, hace unos 10 años. El propósito de este checheno es imponer la ley coránica en casi toda la abrupta y rica región.
La lucha se suponía basada en el propósito de obtener la independencia de Chechenia, y casi seguro fue así en su origen por parte de algunos de sus promotores, pero Umárov fue transformando sus objetivos para emprender aventuras como la invasión a Daguestán, otra provincia autónoma de la Federación rusa, con costa en el Caspio.
Los pronunciamientos de este personaje recuerdan los emitidos por Osama Bin Laden o sus afiliados y sucesores en Al Qaeda, quienes justifican sus acciones terroristas con argumentos confesionales: todo musulmán tiene el deber de participar en la guerra santa, o lucha contra los infieles.
Pero lo que en su origen fue, en Chechenia o quizás en Kabardino-Balkaria, una batalla de tipo étnico-soberanista, para gente como Umárov parece que encubría el interés por controlar un territorio rico en petróleo y cruzada por numerosos oleoductos. Es uno de los factores que dieron pie al supuesto de que eran -o son- alentados por países ajenos al sitio.
Fuere o no, hay evidencias de que dirigentes de algunas naciones árabes usan la intoxicación religiosa en comunidades proclives a ser aprovechadas con fines político-económicos dudosos.
En casos como el que nos ocupa, se hacen prevalecer vertientes radicales del Islam que facilitan actividades violentas rodeadas de un hálito de martirio. El salafismo, es una de las variantes. Antes que buscando la pureza de la fe, la emplean con quienes la acatan ciegamente, en cuestionables prácticas y planes.
Ante el doble atentado en Volgogrado (el domingo 29 en la estación de trenes y el lunes 30 dentro de un trolebús en circulación), con una treintena de muertos y varias decenas de heridos, el Kremlin, a través del ministerio de relaciones exteriores, emitió un comunicado asegurando: "No vamos a bajar los brazos y continuaremos una política firme y coherente con un astuto enemigo que no sabe de fronteras y que únicamente puede ser frenado de manera conjunta".
Para el gobierno de Vladimir Putin existe un hilo conductor entre lo ocurrido en la ciudad del Volga y otros hechos similares registrados en Irak, también en Siria y Egipto o hasta en Estados Unidos (maratón de Boston) pues tienen “… un mismo molde y tienen los mismos inspiradores".
Los atentados de Volgogrado, sostiene el texto oficial, "son un nuevo intento de abrir un frente interno, provocar el pánico y el caos e instigar la enemistad entre distintas confesiones y el conflicto en el seno de la sociedad rusa". Partiendo de esa certeza, la cancillería rusa llama a “una auténtica solidaridad internacional para hacerle frente" al siempre repudiable terrorismo.
La certeza expuesta por el organismo diplomático se fundamenta, entre diversos factores recientes, en las declaraciones hechas por el propio Umárov, quien, al ungirse como califa del Cáucaso, expuso que su guerra santa estaba dirigida ante todo hacia Rusia, pero también contra Gran Bretaña y EE. UU.
El uso de mujeres que por venganza, creencias, o dolor genuino, emprenden estos graves delitos, se remonta a la etapa en que Shamir Basáyev, controlaba Chechenia y le dio inicio a acciones brutales como la ocupación de una escuela en Beslán, Osetia del Norte, suceso que concluye en una masacre con la muerte de 200 rehenes, en su mayoría menores de edad. Basayev aseguró en una entrevista ante de morir en el 2006, que él mismo había entrenado al menos a 50 viudas negras.
Entre las agresiones de mayor notoriedad emprendidas por estos extremistas está, en el 2002, el allanamiento del teatro Dubrovka que provocó 117 muertes. El estallido en vuelo de dos aviones que salieron de Moscú hacia diferentes puntos de la Federación. En el 2009, igual fue dinamitado el tren Névski Express y en el 2010 dos suicidas detonaron sus cinturones explosivos en sendas estaciones del metro de la capital rusa.
Estos, que no son todos los antecedentes, y el declarado propósito de boicotear el evento deportivo invernal, provocaron que el mandatario ruso ordenara un especial reforzamiento de la seguridad en todo el país.
Desde Washington, Londres y Paris o la ONU, se enviaron condolencias y apoyo a Rusia. Bien vendría que también tomaran -y en serio- la oferta de unir fuerzas para combatir, no como subterfugio, sino muy sincera y atinadamente, lo que –ya ha sucedido- puede estallarle a cualquiera, en las narices.
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