Exportador de violencia

Según indican las estadísticas, hasta el presente la industria militar norteamericana parece ajena a los avatares de la crisis económica generada en el país al término, cuatro años atrás, de la díscola y agresiva administración del republicano George W. Bush. Eso, en lo que a ventas de artilugios de muerte al exterior se refiere.

Porque de acuerdo con recientes informes internacionales, los Estados Unidos se siguen manteniendo como el principal exportador de armamentos, en un mercado que entre 2007 y 2011 creció en 24 por ciento a pesar de tener como cliente a un planeta cada vez más asediado por desgracias sociales, naturales y climáticas, que reclaman ingentes recursos y crecientes esfuerzos nacionales y globales.

Las fuentes afirman que “los cinco mayores suministradores mundiales: EE. UU., Rusia, Alemania, Francia y Reino Unido, acapararon el 75 por ciento de los suministros” en el citado período, y que además la primera potencia capitalista se situó como el octavo comprador de armas del mundo. En pocas palabras, un verdadero santuario, donde adquirir y vender artefactos de muerte y destrucción suele ser tan común como mercadear frutas o prendas de vestir.

En ese contexto, prosiguen las estadísticas, las exportaciones de armamento de los Estados Unidos, que constituyen un tercio del total mundial, se elevaron en casi 25 por ciento en relación con el lustro precedente.

Por regiones, Asia y Oceanía recibieron cerca de la mitad de las ventas norteamericanas, seguidas del Oriente Medio, con casi treinta por ciento, y Europa con 18 por ciento.

Pero si jugosos fueron los resultados de ese comercio hasta el pasado año, todo indica que 2012 sobrepasará todos los cálculos.

Para el cierre de estos doce meses, las ventas militares estadounidenses podrían totalizar unos 52 mil millones de dólares, esencialmente gracias a un contrato de 30 mil millones para el suministro de ochenta y cuatro aviones de combate F-15SA a Arabia Saudita, y la modernización de otros setenta aparatos ya en activo en los ejércitos de esa monarquía árabe.

Se trata de un enorme incremento si se conoce que en 2011 todos los suministros bélicos gringos al exterior rozaron los 33 mil millones de dólares.

Por demás, también para este año, Japón adquirió del complejo militar industrial gringo 42 cazas multifuncionales de quinta generación F-35, por valor de diez mil millones de dólares.

En pocas palabras, que en materia de extender el fuego, caldear al planeta, suministrar artilugios de muerte y destrucción, atizar conflictos y llenarse los bolsillos a toda costa y a todo costo, el Imperio sigue imponiendo las más despreciables marcas mundiales.