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sábado, 23 de noviembre de 2024

Cordura contra amenazas en guerra por las islas Malvinas

Mientras Argentina confirmó que continuará la lucha por la devolución de las islas Malvinas por la vía diplomática, el Reino Unido envió un destructor a esos territorios...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 03/04/2012
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El buque destructor HMS Dauntless
El sofisticado destructor británico HMS Dauntless

Argentina recordó a los 650 soldados caídos en la guerra relámpago con el Reino Unido por la posesión de las islas Malvinas, con la advertencia de que continuará la lucha por su devolución mediante la vía diplomática, mientras en el Reino Unido, el primer ministro conservador, David Camerón, también honró a los difuntos pero lanzó un mensaje claro: “este miércoles parte hacia aquellos territorios el destructor HMS Dauntless”, uno de los buques de guerra más modernos de la Marina británica.

El contencioso entre las dos naciones posee larga data, pues desde hace 180 años el país europeo se apoderó de las islas por la fuerza quitándoselas a España y otorgando a sus habitantes la ciudadanía británica. Ahora, Londres asegura que los malvineses no desean ser argentinos, lo cual ha sido negado por los pobladores en diversas encuestas de opinión.

El interés actual del gobierno británico por las ínsulas situadas a miles de kilómetros radica en que en sus aguas adyacentes existen grandes reservas de petróleo, que Londres considera de su propiedad. La nación suramericana, en cambio, ha hecho una histórica reclamación, retomada con fuerza por el equipo de la presidenta Cristina Fernández, en aras de recuperar la soberanía sobre esos territorios a sus legítimos dueños.

En su discurso, Fernández, que viajó a la ciudad de Ushuaia, en Tierra del Fuego, para presidir la ceremonia conmemorativa por el Día del Veterano y los caídos en la guerra de las Malvinas, volvió a demandar ante la opinión pública mundial la posesión de los territorios insulares.

La presidenta reiteró que el inicio de aquella guerra entre el 2 de abril y el 14 de junio no fue una decisión del pueblo sino de la dictadura militar de la época, cuya pretensión no era recuperar los territorios, sino perpetuarse en el poder. Nosotros, reiteró, no queremos ni permitiremos una nueva confrontación, pero seguiremos insistiendo ante Naciones Unidas y otros foros internacionales, hasta recuperar esa parte de nuestro territorio.

En lo que puede considerarse un fuerte discurso hacia las aspiraciones británicas, la Mandataria exigió justicia “para que no sigan depredando nuestros recursos naturales y el medio ambiente; para que se respete la integridad territorial de Argentina y para poder reconocer a quienes cayeron en las acciones bélicas y todavía no han podido ser identificados”.

Señaló el interés de su gobierno de que la región siga siendo una zona desmilitarizada y abogó porque el Reino Unido acate las disposiciones internacionales, en alusión al apoyo recibido en 46 favorables resoluciones de la ONU desde 1965, que reconoce la legitimidad Argentina sobre las Malvinas, a las que considera un enclave colonial.

“Va a ser muy difícil lograr la paz en el mundo mientras persista el absurdo de que sólo pueden violar los derechos los que son poderoso y están sentados en el Consejo de Seguridad” de la ONU.

TENSIÓN MÁXIMA

La tensión entre los dos países alcanzó su punto máximo en diciembre pasado, cuando las naciones miembros del Mercado Común del Sur, al cual pertenecen Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil decidieron que ningún barco británico podría atracar en sus costas, con el consiguiente perjuicio económico para el antiguo imperio europeo.

Situadas en el océano Atlántico sur, a 400 millas marinas de Buenos Aires y unas 16 de Tierra del Fuego, las Malvinas están separadas geográficamente del Reino Unido por más de 14 mil kilómetros, lo que las convierte en un enclave colonial, uno de los 16 que aún quedan en el Planeta.

En otra agresión verbal contra los argentinos, el Premier, que ha mantenido una posición arrogante desde que resurgió con fuerza la reclamación de los suramericanos, apoyados por la solidaridad internacional, sostuvo que las Falklands sufrieron hace tres décadas un ataque “que buscaba robarle su libertad y su estilo de vida”.

E insistió en que su país “sigue comprometido incondicionalmente con defender” el derecho de los habitantes de las islas a elegir su futuro, cuando de lo que se trata, según fuentes de su país, es de convertir los lejanos territorios en un paraíso petrolero para las trasnacionales.

En respuesta a las últimas demandas suramericanas, el Premier, que como sus antecesores mantiene una actitud indiferente ante las Resoluciones de la ONU tomó decisiones militares de envergadura, y por demás innecesarias. No hay que olvidar que su país ha sido uno de los aliados fieles de Estados Unidos, su antigua colonia en América del Norte, en las guerras en el Medio Oriente.

Para que no haya dudas sobre su prepotente actitud, Cameron confirmó que “ese fue el principio fundamental que estaba en juego hace 30 años y ese es el principio que hoy reafirmamos”.

Tampoco ocultó el interés de su conservador gobierno por mantener e incrementar su presencia en el Atlántico Sur — lo cual supone una amenaza para la región suramericana- con lo cual ya había indignado a los gobiernos de la región.

El buque de guerra, que se espera permanezca seis meses en las zonas aledañas a las Malvinas, tiene su puerto base en la ciudad de Portsmouth, sur de Inglaterra. Su salida, prevista para mañana por un período inicial de seis meses, navegará por África Oriental y Meridional hasta llegar a su destino.

Es muy significativo, opinan observadores, que haya hecho el anuncio sobre el “HMS Dauntless”, un destructor de clase 45 equipado con misiles antiaéreos que entró en servicio en 2010, en una fecha luctuosa para centenares de familias de los dos países. Aún permanecen en las islas una dotación de mil 700 soldados, casi la misma cifra de habitantes del territorio, además de un fuerte equipamiento militar.

Para la opinión pública internacional, la postura del derechista Premier marca un nuevo distanciamiento de las posiciones conciliadoras argentinas, por lo que, al menos por el momento, se hará difícil en extremo iniciar un diálogo desde posiciones respetuosas y conciliatorias.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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