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miércoles, 9 de octubre de 2024

Balotaje en Uruguay definirá camino para la nación oriental

Está en juego una reorientación del rumbo económico y social para los próximos cinco años...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 24/11/2019
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Candidatos Uruguay balotaje
Con posiciones políticas antagónicas se enfrentarán ambos candidatos en la segunda vuelta (Foto: EPA)

Los resultados del balotaje de este domingo en Uruguay podrían traer consecuencias nefastas no solo para ese país, si gana la derecha, sino para el equilibrio geopolítico de la región, ahora inmersa en una rebeldía popular tras desacertadas selecciones de sus presidentes de derecha.

Hoy medirán fuerzas los dos candidatos más votados en la primera vuelta del pasado 27 de octubre. Según últimas encuestas, no siempre creíbles, los comicios decidirán la continuidad de la seguridad ciudadana en sus necesidades primarias o un viraje hacia el neoliberalismo que, quizás dentro de cinco años, retorne al gobierno a un candidato izquierdista, como ocurrió en México y Argentina.

Dos figuras políticas de posiciones antagónicas medirán sus fuerzas: el postulado por el Frente Amplio (FA), con tres mandatos consecutivos en el poder, se trata del ex intendente de Montevideo Daniel Martínez, ingeniero de extracción socialista; y por otro lado esá el senador y abogado Luis Lacalle Pou, del centroderechista Partido Nacional, e hijo del último dirigente de ese partido que ocupó el cargo de 1900 a 1995, Luis Alberto Lacalle.

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Lacalle Pou lo sustituyó en el cargo cuando el dignatario saliera huyendo hacia Estados Unidos dejando atrás una masacre de más de 70 fallecidos y centenarios de heridos.

La primera ronda electoral impuso la necesidad al FA de un mayor esfuerzo para tratar de captar a 200 000 votantes considerados por las encuestadoras esquivos o desencantados y que podrían definir el futuro uruguayo.

“Desencanto” (hacia la gestión del FA) es una de las palabras más utilizadas por Lacalle Pou contra el centro-izquierdista partido para, mediante una poderosa campaña mediática convencer a quienes no han decidido su voto. Ni siquiera toman en cuenta la escalada de rebeldía de naciones vecinas ante el fracaso de un modelo similar al que la derecha desea reimplantar en Uruguay, si gana.

Para el postulado por el Partido Nacional, en Uruguay debe imponerse en las urnas una “alternancia” gubernamental, pues en su opinión, el FA gobierna desde hace muchos años, pero olvida que —al contrario de lo que ocurre en su vecindad— en 15 años no hubo un solo fallecido ni prisionero político ni una reducción en el nivel de vida de la población.

Sin embargo, con tan débil conjetura dirigida a los indispensables ingenuos, Lacalle no menciona que en la culta Europa, donde le gusta mirarse, nadie dice a sus presidentes que “llevan demasiado tiempo gobernando y es hora de cambiar”, un criterio que repite como papagayo.

Ni él, ni otros que protestan porque algunos gobiernos de izquierda son elegidos una y otra vez —como el boliviano Morales que ganó un cuarto mandato consecutivo— hostigan a la canciller federal de Alemania, Ángela Merkel, quien ostenta su cargo desde el 2005; o los 14 años de Felipe González en la presidencia de España; los 11 años de la primera ministra del Reino Unido Margaret Thatcher. Tampoco fustiga la derecha uruguaya al sanguinario primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, quien elimina por la fuerza al Estado de Palestina.

LAS SORPRESAS DE LAS URNAS

Aunque al cierre de este comentario era imposible determinar el ganador de las elecciones, ya que las sorpresas están a la orden del día en América Latina y los números varían según los encuestadores, varias firmas de opinión vaticinan una ventaja de entre cuatro y ocho puntos porcentuales a favor del derechista. Habría que confiar en el buen juicio de los votantes uruguayos.

La situación política latinoamericana puede hacer repensar a muchos electores que, a estas alturas, y luego de 15 años de ser gobernados por una alianza de centro-izquierda, consideren que no contribuirán a realizar los planes de EE. UU. de situar en el poder a sus políticos lacayos, mediante a veces oscuras vías, para apoderarse de las naciones del sur y sus recursos naturales.

La violenta represión en Chile, Ecuador, Bolivia, y por último Colombia, contra los pueblos que desean cambios hacia gobiernos garantes de la independencia económica y la libertad individual, quizás haga reconsiderar a muchos votantes que eso puede suceder en Uruguay si dan su visto bueno a Lacalle Pou.

Martínez parte este domingo en condiciones desfavorables, pues aunque ganó la primera vuelta con un 40 % del escrutinio y Lacalle solo obtuvo 28,5 %, este candidato conformó una amplia coalición que, según previsiones, le aseguraría un 50 % de los votos y con ellos la primera magistratura.

Ante las circunstancias, el FA nombró un nuevo jefe de campaña, el intendente de Canelones, Yamandú Orsi, cercano al expresidente José Pepe Mujica, por quien los uruguayos sienten un profundo respeto.

Mujica incluso acompañó a Martínez en su campaña y visitaron casa por casa y entablaron conversaciones con quienes incluso eran simpatizantes de otros partidos.

Hace pocos días, el FA reconoció que debía captar el 8 % del total del padrón que fue a las toldas de otros partidos en la primera ronda, o sea, unos 195 000 votos, si desea hacerse de la victoria.

La aparición en la escena comicial de Cabildo Abierto, presidido por el exgeneral Guido Manini Ríos, con más de 260 000 votos podría ser el elemento que dé la victoria a Lacalle Pou, pues también se pronunció por el llamado cambio.

Luego del resultado de estos comicios, que prometen ser tranquilos, seguirá su rumbo Uruguay por los caminos de la política latinoamericana, la que atraviesa momentos definitorios, con una poderosa resistencia popular a pesar de una represión digna de las dictaduras militares que azotaron la región en las décadas de los 70 y los 80 del pasado siglo.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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