Al Cuerno Africano le inquieta la situación yemenita tras ocho años de guerra que causaron más de 377 000 muertes, incluidos los decesos por causas indirectas como la hambruna y la falta de servicios de salud.
El conflicto afianzó la importancia de esa subregión en la costa del Mar Rojo como zona viable de tránsito hacia Europa, y ahora la ruta que vuelve a ganar importancia tras concluir el 2 de agosto la tregua pactada hace tres meses en el Estado árabe de donde se prevé que partan desplazados.
Es esa una clara evidencia de cómo incide en el entorno geopolítico la considerada “hoguera yemenita”. Recuérdese la existencia del estrecho de Bab el Mandeb (la puerta de las lamentaciones) una vía marítima de sólo unos 30 kilómetros que separa a África del país envuelto en la contienda bélica.
Aunque hoy el mundo fija su mirada en la guerra en Ucrania, la comunidad internacional no puede desmarcarse del caso yemenita identificado por Naciones Unidad como la peor situación humanitaria del orbe y donde la cifras de necesitados aumenta constantemente.
Ahora el 80 por ciento de la población del país requiere ayuda humanitaria para sobrevivir, mientras que el hambre hace que más de 7,4 millones de personas necesiten asistencia nutricional y 2,3 millones de niños menores de cinco años sufran desnutrición aguda, según informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
- Consulte además: Yemen: el otro dislate hegemonista
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), calcula que el número de personas probablemente imposibilitadas de satisfacer sus necesidades mínimas de víveres en Yemen podría llegar a ser 19 millones en diciembre próximo.
Ese conflicto enfrenta al Gobierno, ahora representado por el Consejo Presidencial de Liderazgo y apoyado por una coalición liderada por Arabia Saudita, a la insurgencia s huti, que controla Saná –la capital- y zonas del norte y el oeste de Yemen, estuvo sometido a un régimen de baja hostilidad que por meses ofreció un respiro.
Pero la conclusión de la tregua –para la que más de 30 organizaciones no gubernamentales solicitaron una prolongación- genera incertidumbre internacional, porque incluso en el transcurso de esa la pausa se registraron centenares de violaciones: pasado domingo el ejército informó cuatro soldados muertos y seis heridos en ataques.
Asimismo, el centro de medios de comunicación de las fuerzas armadas yemenitas notificó que milicias huti cometieron 271 rupturas de la tregua de la ONU en apenas dos días en las provincias de Hodeida, Taiz, Al-Dhalea, Abyan, Hajjah, Saada, Al-Jawf y Marib, así como en otras zonas.
Entre esas presuntas transgresiones hubo bombardeos e intentos de infiltraciones en zonas ocupadas por el ejército, operaciones que la fuente calificó de intentos frustrados en la fase conclusiva del cese de las hostilidades acordado bajo el auspicio de Naciones Unidas y nada más cumplido en parte.
El mes pasado perecieron 30 militares y 114 sufrieron heridas en ataques ejecutados por las milicias hutí, difundió Arabi 21, pero ese mismo día el canal Al Masirah, afirmó que los militares y las fuerzas sauditas violaron la tregua en los frentes occidental y septentrional.
No obstante las tensiones y por el bien de todos se realizan gestiones regionales e internacionales para suspender por otros seis meses los enfrentamientos entre los rivales, esfuerzos cuyos resultados se conocerán posiblemente la segunda semana de agosto.
Pero las inconsistencias ocurridas en el terreno bélico imponen un pronóstico reservado, pues todo puede variar y favorecer a una solución de paz o precipitarse hacia una tragedia peor que la sufrida en estos ocho últimos años en Yemen con sus secuelas para el preocupado y cercano continente africano.
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