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domingo, 6 de octubre de 2024

África-Europa: peligrosa fantasía migratoria

A una decena de países: cinco africanos e igual número de europeos, convocó Italia para abordar el tema de la migración africana hacia el Viejo Continente, dinámica en la que se pasa sin transición del sueño a la pesadilla...

Julio Marcelo Morejón Tartabull en Exclusivo 18/07/2020
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África-Europa-migración
Dos tercios de los migrantes muertos en 2018 en el mundo se ahogaron en el Mediterráneo. (Tomada de diariocordoba.com)

Italia convocó a una videoconferencia para coordinar la lucha contra la inmigración ilegal, mientras que paralelamente se registra un significativo aumento de las llegadas de migrantes, algunos contagiados con la COVID-19, lo que dispara los temores a la persistencia y renovación de los brotes de la pandemia.

Conscientes del peligro que entrañan los flujos migratorios descontrolados, así como los fracasos políticos suscitados al respecto, los ministros del Interior de Italia, Francia, Alemania, Malta, España, Argelia, Marruecos, Túnez, Libia y Mauritania consideraron que tratar de dar una salida al problema es un imperativo moral conjunto.

En el primer trimestre del año se confirmaron 14 854 arribos y 219 muertes de personas que intentaron vencer al mar Mediterráneo y no lo lograron, esas cifras representan estimados que señalan un aumento de poco más de 4 000 llegadas más a Europa que en igual período de 2019, aunque en aquella etapa hubo 299 decesos.

Sin embargo, las crisis económicas y “factores de miedo” como el terrorismo y la persecución política pueden empeorar, y hacer más complejo el evento migratorio, como es ahora el caso con la propagación del coronavirus, por cuya expansión la Unión Europea (UE) tiende a blindar sus fronteras.   

“La reducción del sufrimiento humano, la lucha contra la explotación de las personas vulnerables y contra la pérdida de vidas en el mar y en tierra siguen siendo imperativos morales comunes”, indica una declaración conjunta de los participantes en el cónclave sobre el tema migratorio.

No obstante ese pronunciamiento, existe un innegable aspecto policial en el tratamiento del problema, porque la migración ilegal también puede enmascarar la trata de personas, el narcotráfico, la prostitución y la transnacionalización del terrorismo, entre otros delitos.

“Utilizaremos todos los medios disponibles (...) para identificar y castigar a las redes criminales que explotan a los más vulnerables”, declaró la titular del Interior italiana, Luciana Lamorgese, para responder con eficacia al incremento de la migración ilegal, de la cual a su país llegaron 8 988 migrantes del 1 de enero al 13 de julio.

En África subsahariana las tendencias migratorias predominantes se dan entre países de la región, lo cual no ocurre con los Estados norteños, cuyos movimientos son hacia Europa cruzando la barrera del Mediterráneo, en ocasiones un riesgo menor comparado con los que les puede ocurrir en tierra firme.

Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el 93 por ciento de los migrantes africanos experimentaron riesgos en su camino hacia los países de la UE.

En 2019, un total de 110 669 inmigrantes y refugiados llegaron a Europa a través del Mediterráneo, la ruta más peligrosa: 1 283 murieron y desde 2014 esas víctimas mortales sumaron 19 164.

El Mediterráneo siguió siendo la aventura más riesgosa y de mayor letalidad para los migrantes, con relación a los 3 368 que murieron en todo el mundo, indicaron los informes de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM); se estima que el año pasado una de cada 33 personas falleció en la travesía al intentar cruzarlo.

La OIM destacó que en la gran mayoría de casos registrados de decesos —1 283— fueron debido a naufragios, estos en muchas ocasiones por la fragilidad de las embarcaciones utilizadas para la travesía, el desconocimiento de las maniobras propias de la navegación y por actos criminales perpetrados contra los pasajeros.

No obstante, también los decesos ocurren en campos de refugiados, centros de detención o durante la deportación; así como en el curso de retornos forzados, es decir, una buena parte de la vida de quienes emigran o aspiran a ello está marcada por la violencia.

Para ofrecer algunas opciones de cambio de esa dinámica, la Comisión Europea (CE) reafirmó la necesidad de promover la cooperación con África para impedir el desempeño de redes de tráfico humano que lucran con las personas que intentan ingresar en el Viejo Continente, en gran medida en forma ilícita.

LA COVID-19

Durante el mes de junio las restricciones de viajes transfronterizos por la pandemia, impuestas en África occidental y central, observaron una drástica disminución de los flujos migratorios. Se calcula que hasta junio la caída resultó de cerca de un 50 por ciento en comparación con igual período de 2019.

Un informe de la OIM, confeccionado con datos de 35 puntos de tránsito, estima que al menos 33 000 migrantes quedaron atrapados en alguna frontera de la región, donde sufren la falta de medios de vida, así como escasea la asistencia humanitaria en general y en particular la atención epidemiológica.

Las necesidades de esas personas se unen a las de otros (desplazados y refugiados) que sin emigrar constituyen sectores sensibles de la sociedad, los que también requieren apoyo. Unos y otros comparten vagones en el tren de la desdicha, del cual algunos pretenden desmontarse y para ello se juegan el todo por el todo.

Así los brotes de la enfermedad crean barreras epidemiológicas que hacen más complejos los diversos “tramos” a los que se enfrenta la migración africana en dirección a Europa, espacios saturados de férreas restricciones policiales por una parte y, por la otra, plagado de amenazas del crimen organizado.

La propagación de la COVID-19 es tan peligrosa como cruzar el Sahara, otra etapa de la desventura.

Pese a la falta de cifras oficiales, la Organización Internacional para las Migraciones presume que en el Sáhara debió perecer el doble de personas que sucumbieron en el Mediterráneo desde el 2014, según anota el sitio digital guillemtrius.com, que cita como fuentes de sus estadísticas a organizaciones humanitarias.

Conforme con el sitio, desde aquel año se registraron más de 7 400 decesos de migrantes en todo el continente africano, muchos de ellos murieron en rutas de tránsito a través del desierto y así miles de cadáveres quedaron sepultados en túmulos de arena que se pierden en ese inmenso paisaje de soledad.

Si bien dos tercios de quienes en diversas condiciones trataron de llegar hasta las costas europeas del Mediterráneo en 2018 se ahogaron, —precisó el Proyecto de Migrantes Desaparecidos, de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM)— lo ocurrido los dos últimos años en el Sahara pudo ser mucho más trágico.

Para estudiosos, una solución viable al tema migratorio africano es la implementación de una política de desarrollo compartido que revise con coherencia las causas del descontrol de los flujos e incentive el retorno de inmigrantes ilegales y establezca sistemas de trayectorias transnacionales seguras… algo muy difícil.


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Julio Marcelo Morejón Tartabull

Periodista que apuesta por otra imagen africana


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