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viernes, 15 de noviembre de 2024

Un podcast nunca nos abandona

Los podcasts no nos abandonan, están a nuestro lado y viajan en el bolsillo, dentro de los archivos del celular, lo recordamos y lo escuchamos…

Mauricio Escuela Orozco en Exclusivo 01/10/2024
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Podcast en Cubahora
Los podcasts no nos abandonan, están a nuestro lado y viajan en el bolsillo, dentro de los archivos del celular, lo recordamos y lo escuchamos. (Cubaperiodista)

Los podcasts han llegado para replantear la relación entre la radio y los medios de internet. Hace unos años, las producciones estaban situadas solo en lo recursos sonoros o en las emisiones de mensajes, pero con la web colaborativa se ha llegado a un punto en el cual se requiere de nuevas competencias profesionales.

 

Los podcasts han cambiado las dinámicas de los públicos y hacen de las maneras de relacionarse con los recursos hipermedia un estilo de vida. Por ello, se trata de una forma en la cual pesan más los detalles emocionales y los temas atemporales, en la cual las plataformas van a servir a las personas una vía expedita de comunicación exprés.

 

La gente decide cómo informarse y a través de qué medios, y queda rota la relación unidireccional de la visión tradicional. O sea, no hay que pensar que con la web se acabó la radio, sino que se pasó a un estadio otro, en el cual quedan elididas tendencias y quedan potenciadas otras a la manera de las grandes transformaciones.

 

Hoy las personas prefieren las cápsulas o sea esos productos que se consumen de forma rápida como si fuesen una píldora. La rapidez de la vida moderna no permite que nos detengamos a oír un programa de radio, sino que todo está determinado por la necesidad de ir a trabajar, ser productivos, darlo todo y sobrevivir.

 

La realidad ha impuesto una existencia precaria en la cual las personas no pueden detenerse o perecen. Por ello los podcasts sustituyen a los programas de radio, porque son la respuesta de las plantas a la caída de las audiencias tradicionales y a la urgencia de conquistar otros horizontes en los cuales se padece de ese estilo de vida que en ocasiones peca de banal, de insulso o de precario.

 

Los podcasts tienen, no obstante, el deber de nunca ser superficiales, sino de hallar en medio del fárrago de la producción radial, esos puntos de interés que les permiten competir y moverse en las líneas de mensajes. He allí la fortaleza de una manera de entender la comunicación en la cual a la gente les va el interés y la conciencia, en la cual se forman poderosos estados de opinión.

 

Hoy los podcasts se mezclan con el fenómeno de los influencers y los comunicadores de nuevo tipo que no se detienen en el dato exacto, sino que buscan el impacto. Por ello, los productos que se sacan como parte de la parrilla de una emisora, deben seguir un canon, aunque estén en internet, ya que ello garantiza que posean la seriedad y el peso necesarios.

 

Y es que a la hora de hacer un podcast pesa mucho adaptarse al medio, no contradecirlo, pero a la vez de alguna forma hackearlo, darle otra dimensión más intelectual y por ende cercana a los objetivos del periodismo serio.

 

Internet no vino a matar a los periodistas, sino que llegó para otorgarnos la oportunidad de ser competitivos y de crear productos que sean verdaderamente de interés y de utilidad. Ello con el imperativo de que si lo que hacemos no le importa a nadie, simplemente muere.

 

Así son las redes de implacables y a eso hemos de estar abocados cuando analizamos el contexto en el cual hablamos sobre el papel de los podcasts. Por ejemplo, las personas prefieren informarse sobre la marcha de las elecciones en los Estados Unidos en los canales de YouTube y a través de personas que no son especialistas ni poseen recursos académicos; es parte del lenguaje y de la naturaleza de doble filo de esta cuestión.

 

También se da el caso de que las redes jerarquizan a partir de otras esencias comerciales lo que nos llega y el algoritmo entonces establece una relación engañosa con nosotros. Cuando producimos un podcast estamos en ese universo y nadamos a manera de luchadores en contra de la corriente como profesionales con algún viso de seriedad.

 

Los podcasts no nos abandonan, están a nuestro lado y viajan en el bolsillo, dentro de los archivos del celular, lo recordamos y lo escuchamos una y otra vez; poseen una esencia nómada que huye de la radio, pero que le debe su vida. Y por ello es que los consumimos, tiene ese sabor vintage, pero a la vez se inscriben con fuerza en lo que soñamos para nuestros medios digitales.

Esa trasnmedialidad, esa esencia híbrida, ese ir más allá de los limites y construir algo que nos apasiona y que nos pone a pensar, a trabajar, a cambiar el mundo.

Si en el siglo pasado la radio era el medio de los grandes sucesos políticos en los cuales se estaba decidiendo lo que somos -como la segunda guerra mundial-, en los podcasts de los días que corren sabemos de los análisis y de las tendencias a través de las mesas redondas, las tertulias y las entrevistas, de los conversatorios y de los encuentros digitales.

Y ese es el entorno del nuevo siglo que nos impone una radio diferente, una que no olvide de dónde viene, pero que vaya hacia otro punto o dicho de otra manera, que construya una relación con los públicos que no vaya de la mano de la alienación y de esconder las esencias.


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Mauricio Escuela Orozco

Periodista de profesión, escritor por instinto, defensor de la cultura por vocación


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