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martes, 19 de noviembre de 2024

Hoy es siempre todavía

Las colisiones entre los que partieron y quienes permanecen en la Isla han generado ya no pocos textos en la literatura, el cine y otras artes del patio… y el traspatio...

Frank Padrón en Cenesexualidad 04/09/2021
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Luis Alberto García - Isabel Santos
Filme “Ya no es antes”, del cineasta Lester Hamlet, protagonizado por Luis Alberto García e Isabel Santos.

El cineasta Lester Hamlet (Fábula) se acerca al tema basándose en la pieza de Alberto Pedro Weekend en Bahía en torno a una pareja que se reencuentra tras varias décadas sin verse: ella, establecida en Nueva York, le visita a él en su pequeño apartamento de un barrio alejado del centro, en La Habana.

Ya el realizador, también partiendo de una obra teatral (en este caso de Abelardo Estorino), había focalizado ese mundo de choques afectivos, pero en el seno de una familia escindida tras el exilio en España de un hijo (gay, por más señas) que regresa tras no pocos años ausente: Casa vieja (2010).

Con su filme Ya no es antes (2016),que pasara el espacio veraniego Cine cubano (miércoles, 10:30 p.m., Cubavisión HD), Hamlet presenta a un hombre y una mujer en la cincuentena que durante una madrugada reviven experiencias (la mayoría fallidas, abortadas antes de ser), recuerdos, etapas pasadas y presentes que han marcado a ambos, separados no solo por un océano y sistemas sociales diferentes.

Reto difícil, como han asumido colegas suyos en el cine norteamericano y aquel procedente de la extinta Unión Soviética, el de encerrar a par de seres en una habitación, del que sale ileso el cineasta cubano en tanto atrapa el ambiente, sostiene la temperatura dramática mediante acertados clímax y desanda las peculiaridades de ambos, en lo cual es cómplice el coguionista, Mijaíl Rodríguez.

Sin embargo, a medida que avanza el relato, se resiente un tanto cuando se percibe que no pocos de los conflictos anunciados quedan truncos, sin el desarrollo suficiente; de modo que el oportuno intertexto con aquel célebre filme de fines de los setenta (Retrato de Teresa, de Pastor Vega), que puede leerse como un indudable referente, invita a desear un buceo más a fondo en ese y otros conflictos de la pareja.

Esto se aprecia ante todo en el personaje de Mayra, cuya verdadera esencia, la almendra de sus frustraciones y problemáticas, nunca se revela del todo, al punto de que sus estallidos y actitudes contradictorias no resultan calzados por una auténtica justificación dramatúrgica.

Ello incide, incluso, en el desempeño de una actriz, se sabe, tan competente como Isabel Santos, quien pese a sus esfuerzos no logra encauzar del todo al personaje, pues lógicamente no aparece diseñado como Dios manda. En tal sentido, mejor suerte corre el de su partner, Luis Alberto García, pues además de las virtudes histriónicas del actor su Esteban se siente mucho mejor armado.

De cualquier modo, la química de la pareja actoral que decenios antes nos encantó en Clandestinos, de Fernando Pérez, se percibe.

Al margen de lo señalado, Ya no es antes detenta otros méritos incuestionables, entre ellos, la dirección de arte (Vivian del Valle), que en decorados y espacio escénico, accesorios y detalles revela épocas y posturas; la banda sonora, que, amén de la partitura original creada por Harold López Nussa, incluye segmentos de definitorias canciones cubanas de varios momentos; o la siempre magistral fotografía del siempre presente Raúl Pérez Ureta, que convierte el detalle y las gamas en agentes de lo dramático.

Conceptualmente, el filme dice más por lo que silencia que por lo que expone: el hecho de que cada realidad y cada espacio geográfico encierre sus zonas oscuras y sus peculiaridades; que “el tiempo, el implacable… siempre una huella triste nos dejó”, como reza la canción de Pablo Milanés que acompaña los créditos finales; que somos hijos de nuestras decisiones y nuestras circunstancias; que la memoria (personal, histórica) resulta lo mismo un tesoro invaluable que una piedra de Sísifo es algo que el texto de Alberto Pedro (estrenado a fines de los años ochenta del siglo pasado) sigue predicando, entre la amarga ironía y el drama casi trágico,ahora en la perspectiva fílmica de Rodríguez y Hamlet.

Noventa minutos que no se sienten en lo absoluto perdidos cuando se abandona la sala de proyección, convencidos de que hemos asistido a un notable momento del cine cubano. 


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Frank Padrón

Crítico de cine


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