Tuve el placer de disfrutar su música por primera vez una de las tardes mágicas en el Patio de Baldovina, espacio organizado por La Jiribilla en la Casa del ALBA Cultural de La Habana. En aquella ocasión, el cantautor Carlo Fidel Taboada Petersson ofreció un concierto ilustrado. Quise entrevistarlo en ese momento, pero no fue posible. Pensamos que existirían otras oportunidades; jamás imaginamos que la Covid-19 nos distanciaría de la vida social y laboral durante tanto tiempo.
Carlo Fidel nació en Los Mangos, provincia de Matanzas, en 1989. Es graduado de Ingeniería Civil; aprendió a tocar la guitarra de forma autodidacta. Ha logrado abrirse camino en el panorama musical cubano actual con la única garantía que le ofrecen su talento y perseverancia, pues no tiene una formación musical académica. Aun así, ganó los premios Una canción para Teresita y Abril para vivir, de España, este último en 2019.
Luego de meses de espera y en medio del pico más alto de la enfermedad, incluso convaleciente del virus, Carlo accedió a mi entrevista, gesto por el cual le estoy muy agradecida. A pesar de la distancia y de tener familiares infectados por la pandemia, siempre fue amable y ético.
La siguiente entrevista narra la historia de un joven que se entregó a la trova en el contexto globalizado actual, y abandonó su profesión de ingeniero civil. Desde la ciudad de Matanzas, quien ya ganó un premio en España y otros en Cuba, comparte con nosotros un poco de su vida.
- ¿Cómo comenzaste tu carrera musical? ¿Cursaste estudios de música? ¿Quién te enseñó a tocar la guitarra?
- Empecé mi carrera como músico profesional hace alrededor de siete años, cuando me hice miembro de la Empresa de la Música y los Espectáculos Rafael Somavilla, de Matanzas. No soy graduado de ningún nivel dentro del sistema de enseñanza artística del país, no obstante, he tratado de gestionarme el conocimiento a lo largo de mi carrera. He tenido maestros excelentes que no solo me han enseñado los misterios de la música, sino que también me han enseñado a vivir.
“Tener un lenguaje propio es lo que verdaderamente consagra a un artista”.
- Eres de una generación bastante joven, creciste en los años en que surgió el reguetón y se escuchaba más la música bailable, aun así, escoges la trova para defenderla y hacerla tu bandera en el mundo artístico. ¿Qué te enamoró de este género?
- Bueno, en realidad no soy tan joven. Tengo 32 años, se puede decir que no soy nativo del reguetón, al menos del reguetón ya establecido en el consumo masivo. Recuerdo que las primeras nociones que tuve acerca del reguetón y de su profunda huella en el público cubano fue cuando escuché a Elvis Manuel. Sonaba en todas las cuadras, realmente se pegó bien fuerte.
Crecí entre canciones. Ahora miro hacia atrás y no puedo identificar el punto exacto donde decidí que quería hacer este tipo de música. Creo que nunca me decidí o escogí la canción. Fue algo natural. Primero apareció la guitarra, siempre asociada a la canción. Comencé a interesarme por el instrumento y más tarde, cuando tuve la inquietud de componer, lo que salía eran canciones, aunque, curiosamente, con una carga instrumental bastante fuerte. Creo que la seducción que tiene la canción de autor está en la libertad que ofrece desde el punto de vista estético, en comparación con una canción convencional o una cuya función esté limitada a cumplir con las demandas de determinado receptor (canción para bailar, por ejemplo). La canción de autor, en este sentido, es más propositiva, invita al receptor a asomarse, lo obliga a caminar para llegar al hecho artístico. Ciertamente, cualquier canción no puede ser calificada como canción de autor, es decir, existen determinadas pautas estéticas para que una obra se pueda catalogar en esos términos. Pero, generalizando un poco, el hecho de que no sea una canción complaciente y que el principal componente sea la creatividad para lograr un discurso bello y singular, hicieron que amara esta expresión artística desde mi niñez.
“La música parecía ir detrás de mí, ella se las arregló para encontrarme”. (Tomada de Cubarte)
- Abandonaste tu carrera como ingeniero civil para dedicarte por completo a la música, ¿en algún momento pensaste en retractarte de tu decisión? ¿A qué otras cosas has renunciado por enfocarte en tu carrera musical?
- Muchas veces he cuestionado mi decisión, sin embargo, yo no decidí ir detrás de la música desde una posición de ruptura. Más bien me sucedió al revés: la música parecía ir detrás de mí, ella se las arregló para encontrarme. La vida del músico es muy difícil, por definición, pero si encima adoptas una postura de absoluto compromiso estético con tu obra y la asumes como un testimonio honesto de tu paso por esta vida, entonces las cosas se te van a complicar al seguro. Van a venir incomprensiones de todo tipo, lo cual va a doler; van a venir frustraciones, porque el mundo alrededor tuyo se mueve a otro ritmo, un ritmo acelerado, donde no hay mucho chance para lo singular o para quien intenta serlo.
La renuncia es algo inevitable en la vida. Uno constantemente está renunciando, a cada paso. Es así. No puedes vivir todas las posibilidades, las reglas del juego te obligan a escoger solo una.
“La honestidad y la profundidad del discurso son invariables”.
- ¿A qué dificultades se enfrenta el trovador en su camino hacia la popularidad en un mundo globalizado como el de hoy?
- Las dificultades son pocas realmente, pero son muros gruesos. La mayor dificultad, a mi juicio, es el hecho de que los cubanos —yo diría que entre 15 y 35 años— tienen un desinterés total por la canción de autor. Es verdaderamente decepcionante que en este país, cuna de músicos excepcionales y cantautores de leyenda, la gente no se sienta identificada con la canción de autor o la trova (como la quieras llamar, sin entrar en debates). Pienso que la causa fundamental está en el deterioro del sistema educativo y en la despoetización de la propia realidad de esas personas. La canción de autor maneja un lenguaje lírico, es casi una condición inherente (aunque en el panorama contemporáneo hay autores que apuestan por un cambio de lenguaje hacia formas más coloquiales, lo cual enriquece a la canción cubana contemporánea), y esto constituye un desencuentro con el público masivo. La gente no quiere lírica y formas complejas, son tiempos de lenguaje directo, simple. Todo tiempo tiene sus retos, en cualquier caso, la honestidad y la profundidad del discurso son invariables.
- Cuba tiene un legado heredado de los movimientos de la Vieja y la Nueva Trovas. ¿Cómo te las ingenias para marcar tu sello, diferenciarte de cantautores consagrados y lograr una voz propia dentro de tu discurso artístico?
- Realmente quien debe decir si logro un lenguaje propio dentro de toda la masa sonora de cantautores de este país es el público. Persigo esa singularidad, trabajo en esa dirección, pero eso es muy difícil en el arte. Tener un lenguaje propio es lo que verdaderamente consagra a un artista; no la fama ni las utilidades que le puede brindar su profesión.
Busco parecerme a mí, a lo que soy cuando no tengo una guitarra en la mano. Claro, esto es en términos muy simples, pero es extremadamente complejo hallar nuestra voz individual, estamos demasiado condicionados por todos lados.
- El concurso Abril para vivir, que ganaste en 2019, es un certamen muy prestigioso en el mundo de la canción de autor en España, ¿cómo lograste ganar? Cuéntanos sobre esta experiencia.
- Ciertamente es un concurso muy prestigioso. Participé con dos canciones, “Frente al espejo” y “Giselle”. Fue una experiencia muy enriquecedora. Nunca había participado en un certamen internacional, y creo que abrí con buen paso. El festival me dio la oportunidad de mostrar mi trabajo en un entorno de rigor técnico, algo que no había logrado hasta el momento y que me hacía ilusión. Realmente me preparé para ofrecer la mejor interpretación de ambas canciones. También pude conocer a cantautores muy interesantes, cuyas experiencias también me aportaron mucho, así como conocer de sus esfuerzos para echar a andar sus carreras. Entendí que las dificultades de las que hablábamos antes son para todos, no importa en qué latitud vivas.
“La seducción que tiene la canción de autor está en la libertad que ofrece desde el punto de vista estético”. (Cortesía de la autora).
- En entrevistas anteriores, con motivo de tu premiación, comentabas que te gustaría que alguna casa discográfica se interesara en tu CD En los brazos del mundo. ¿Se cumplió tu deseo?
- Sí, se cumplió. La Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM) accedió incluir en su catálogo el disco En los brazos del mundo. Para mí es un paso de avance haber logrado que una disquera oficial respalde mi trabajo, de algún modo legitima mi obra. Pero, sin lugar a dudas, la producción discográfica tiende cada vez más a descentralizarse de los ámbitos tradicionales. Los músicos independientes son cada vez más efectivos a la hora de conducir su música por sus propios medios, aunque las grandes discográficas aún mantienen el control del mercado. No sé qué pasará en el futuro, pero sé que lo principal es que la obra llegue a las personas, que se disperse. Sea cual sea la vía, lo esencial es que la gente tenga el mayor acceso posible a mi trabajo.
- ¿Te consideras un trovador exitoso?
- Me considero un trovador (o cantautor) interesante.
- ¿Qué artistas tomas como referente?
- ¡Muchísimos! Sería imposible nombrarlos a todos. Escucho cualquier música que me llame la atención, venga de donde venga. Estudio, busco información del autor en internet, profundizo y escucho su obra hasta el cansancio. Todo me aporta.
- ¿Crees que para hacerse famoso es necesario tener dinero, además de talento?
- De la fama conozco muy poco. Creo que lo mejor sería no pensar en la fama, a fin de cuentas, lo peor que puede pasar es, justamente, que te hagas famoso.
- ¿Cuáles son tus proyectos actuales y a largo plazo?
- En la música la frontera entre actual y largo plazo se pierde un poco, sobre todo en estos tiempos inciertos. Lo próximo será un nuevo disco. Ya tengo trabajo adelantado. Será un disco más complejo que el anterior en cuanto a texturas, y tendrá una carga instrumental camerística importante, aunque la esencia siempre será la canción. También me interesa la composición instrumental, quizás vengan algunos trabajos solo instrumentales, ya veremos.
- ¿Sueños, aspiraciones, metas?
- ¡La próxima canción… el eterno tormento!
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